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- Luz de marzo
- Compromiso
- Sonetos para una tarde de verano
- Más allá de las palabras
- Página
- Pulso
- Una luz en la luz
- Dhyana (en meditación)
- Cuaderno del vacío
- Esencia
- Ser
- Poemas de amor


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domingo, 14 de junio de 2009

SOBRE EL HAIKU -JOSÉ MANUEL MARTÍN PORTALES-

EPÍLOGO SEGUNDO DEL LIBRO “HAIKUS JAPONESES DE VUELO MÁGICO"

He sufrido una tensión insospechada ante estos textos. La evidencia de alguna especie de origen traspasa esta escritura. Algo relacionado con la ingenuidad, con la inmediatez, con la absoluta ausencia de estrategia. Algo inocente.

Si el haiku se ha convertido en una gran tradición es porque permite expresar la complejidad de la conciencia. No su simplicidad, como podría pensarse. La carga de profundidad queda a salvo del paso del tiempo, y de toda manipulación, en la medida en que encuentra la sencillez. Si no expresara esa complejidad no habría sobrevivido. Pero si no hubiese encontrado la protección de la sencillez hubiese destrozado la conciencia del que se expresa. El haiku pone en evidencia que la sencillez protege al poeta, que sin ella hubiese quedado totalmente destrozado por la evidencia de lo Real. De igual manera, la sencillez de lo expresado protege al lector, que de otra manera quedaría gravemente conmocionado, y a pesar de ello no está del todo a salvo. Parece, acaso, que la sencillez actuase aquí como una didáctica de lo Real, tal vez lo mismo que la ternura suele actuar como una didáctica del amor, permitiéndonos el acceso sutil y sosegado a un territorio donde reina la pasión, el vértigo y la muerte de aquel que éramos antes de entrar en él.

Alguna vez he escrito que el poema contiene lo que no puede ser dicho, y permanece sin ser dicho gracias al poema. La zona limítrofe de esa perplejidad, de esa contradicción radical, habita en el haiku.

Occidente, en general, tiene serias dificultades para entender que la complejidad de la conciencia se fundamenta en su capacidad para integrar el todo en cada parte, en su capacidad para verbalizar la hierofanía –que es la Totalidad que podemos soportar–, sin que esa verbalización atente contra su pureza. Porque toda hierofanía es una revelación que todavía no sabemos que lo es, que todavía no sabemos lo que significa. Borges llamaba a esto «experiencia estética». Y Occidente entiende el no saber como una estrategia del saber, no como un modo genuino de revelación. Quizá porque la hierofanía nos obliga a sospechar que la razón no es el horizonte de la conciencia. O que la racionalidad no es el camino del sentido.

Creemos, en Occidente, que la conciencia debe desentrañar el misterio de la vida y la naturaleza, pero no sospechamos que ese quehacer sólo podrá realizarse cuando la conciencia asuma que ella misma es naturaleza, que ella misma es el misterio que busca desentrañar. En el haiku la conciencia se enfrenta a sí misma en cada instante: la palabra ya no será algo que se dice sobre algo, sino aquello que se dice la naturaleza a sí misma a través del hombre. Porque el hombre no es otra cosa que la palabra que ha alcanzado el universo.

Seguramente, esa impresión primigenia a la que llamamos asombro, tan nítidamente expresada en estos haikus, muestre a las claras, con una desnudez insultante, que lo que llamamos «lo sagrado» es sencillamente algo que sucede dentro de lo Real, acaso el momento mismo en el que lo Real se hace Palabra. El hombre no es más que la verificación existencial del acceso de la Realidad a la Palabra. No existe una Realidad y una palabra que la nombre. La Palabra nace de la propia Realidad.

La pregunta, entonces, es radical: ¿Por qué la Realidad deviene Palabra? No hay respuesta. Basta la pregunta. Sólo cabe intuir que la Realidad deviene Palabra porque acaso lo Real es un proceso de identidad, un proceso de sentido, que encuentra en la palabra la posibilidad de no encerrarse en pura facticidad. Lo Real no es fáctico. O, dicho de otra forma, lo Real se escapa de la facticidad y su forma de salir de la facticidad es la Palabra. La Palabra, por tanto, intuimos, es la forma que tiene lo Real de manifestar su inconcebible apertura hacia el sentido. Cuando la palabra cumple esta misión decimos que es palabra «poética». Por eso sería contradictorio sospechar que la palabra dice la Realidad a modo de clausurarla, a modo de definirla, a modo de encerrarla en algo que ya es como es. Al contrario, la Palabra (poética) dice que lo Real no es una cosa, algo que ya es, sino más bien que es algo en busca de sí mismo, en busca de un sentido. Un sentido que no adviene en el lenguaje sino más bien a través del lenguaje.

Y lo genuino del haiku, en nuestra opinión, es que es un decir de los sentidos, no un decir de la razón. Un decir nacido de la percusión de los sentidos en la puerta de la conciencia. Como si los sentidos nos permitiesen colocamos en el mismo orden de naturaleza de lo Real. Si la razón se aleja progresivamente de la naturaleza y su relación con la Realidad es puramente estratégica, los sentidos nos permiten la experiencia del origen permanente, que es el modo de ser de lo Real. Lo Real siempre está en el origen, siempre se está originando. La percepción de esa evidencia corresponde a los sentidos, por eso sólo desde los sentidos la conciencia puede nombrar, puede verbalizar el origen. Un origen que no es algo sido, sino algo siendo. Y su decir es un decir inútil, no estratégico. Precisamente la inutilidad del decir poético lo salva de ser manipulado. Sólo la inocencia conoce el camino del sentido. La palabra que no resuelve el sentido es la palabra poética. El poema no «tiene» sentido, no encierra el sentido de lo Real, sino que lo abre, poniendo en evidencia, en última instancia, que la Palabra no es la última «experiencia» que la Realidad tiene de sí misma. Ese vacío que queda abierto a un más allá de la palabra es lo que queda sobrecogedoramente expresado en la auténtica poesía.


José Manuel Martín Portales
Córdoba, marzo de 2005


Nota: Hierofanía, del griego hieros (‘ηρος) = sagrado y faneia (φανεια)= manifestar. Es el acto de manifestación de lo sagrado.

SOBRE EL HAIKU -ABDENNUR PRADO-

EPÍLOGO PRIMERO DEL LIBRO “HAIKUS JAPONESES DE VUELO MÁGICO"

Yo siempre pensé que un haiku era un poema, que los japoneses no tenían tiempo. Pensé que estas formas fugaces daban cuenta de una forma de ser, de un mundo de fatigas imperiales. La convivencia con estas mariposas ha roto esta certeza: un haiku no es un poema. No lo es, en el sentido de que entre las mariposas no he podido sentir ni un solo resto de literatura, ese «arte que emplea como instrumento la palabra» (Diccionario de la Lengua Española). Tenemos cosas, objetos, ficciones, discursos, consecuencias. Tenemos todo un material que se despliega ante nosotros, convertido en gesto y consecuencia, hecho prosa en el tedio del trabajo. El poeta devuelve todo lo visible a su carácter simbólico, lo arranca de ese tedio. La literatura espejea sobre el mundo, es un reflejo de la realidad hecho obra de arte. Y el arte es artificio, destreza, habilidad, oficio. El literato centra su habilidad en la palabra, y perpetúa así el dominio que la palabra ejerce sobre los objetos. Sin embargo, el haiku representa justo lo inverso a esta operación que llamamos «literatura». Arranca los objetos de las palabras y los devuelve al mundo. No es un arte hecho de palabras, sino de imágenes. Ni siquiera de imágenes, sino de cosas. En el haiku no hay nada más que cosas. Al eliminar del texto la palabra, se elimina toda posibilidad de engaño. No hay lugar en el haiku para la mentira, para la Idiosincrasia del poeta. No hay lugar para las imágenes mentales, para el arte de la combinatoria. La pura presencia de las cosas se hace transparente. El autor del haiku no crea nada, no pone en juego su imaginación, no es un literato. Ante el haiku, es difícil hablar siquiera de una autoría, en el sentido occidental. El autor del haiku ha logrado su objetivo en la medida que ha evitado inmiscuirse entre el mundo objetual y la sensación pura que genera. Para lograr eso, hay que tener una gran atención para con las cosas, y un gran desapego hacia las palabras. ¿Cómo va a ser un haiku literatura, si el haiku no permite a las palabras decir nada más que aquello que designan?
Abdennur Prado
Barcelona, abril de 2005

jueves, 21 de mayo de 2009

SOBRE LA CREACIÓN ARTÍSTICA -ANTONI TÀPIES-

COMUNICACIÓN SOBRE EL MURO

La larga noche;
el son del agua
dice lo que pienso.

GOCHIKU

Siempre que me han pedido explicaciones sobre lo que llaman mis muros, ventanas o puertas, procuro aclarar inmediatamente que en realidad he hecho menos muros, ventanas o puertas de las que se imagina la gente.
Mi respuesta se puede interpretar en un doble sentido. Primero, como una protesta, o como una invitación a que mis muros, ventanas o puertas –que, de todas maneras, pueden muy bien estar en mis cuadros – sean tomadas fundamentalmente como una organización artística. En segundo lugar, como una advertencia al hecho de que estas imágenes, en mis intenciones, como en la mayoría de las obras de arte, jamás han sido un fin en sí mismas, sino que han de verse como un trampolín, como un medio para alcanzar unas metas más lejanas. Pero el muro, la ventana o la puerta –como tantas y tantas imágenes que han desfilado por mis telas – no dejan sin embargo de estar en ellas, y estoy muy lejos de intentar escamotearlas. Con esto quiero decir que no pienso que las imágenes, en mis obras, hayan de considerarse como una mera excusa indiferente en que apoyar unos ingredientes plásticos, como se dice que fueron por ejemplo los «asuntos» para los impresionistas o fauves, «asuntos» de los cuales, se añade a veces, se liberaron ya del todo los artistas abstractos o informalistas posteriores. Mis muros, ventanas o puertas –o cuando menos su sugerencia –, al contrario, siguen en pie sin eludir responsabilidades y con toda su carga arquetípica o simbólica.
¿Se trata quizá de un retorno al «asunto»? La respuesta ha de ser nuevamente ambigua. Hoy sabemos que en la estructura de la comunicación artística las cosas, mágicamente, a veces están y no están, aparecen y desaparecen, van de unas a otras, se entrelazan, desencadenan asociaciones... ¡todo es posible! Porque todo ocurre en un campo infinitamente más grande que el que delimita la medida del cuadro o de lo que hay materialmente en el cuadro. Porque éste es únicamente un soporte que invita al contemplador a participar en el juego mucho más amplio de las mil y una visiones y sentimientos: el talismán que alza o derrumba los muros en rincones más profundos de nuestro espíritu, que abre y cierra a veces las puertas y ventanas en las construcciones de nuestra impotencia, de nuestra esclavitud o de nuestra libertad. El «asunto» puede hallarse, pues, en el cuadro o puede estar únicamente en la cabeza del espectador.

Si tengo que hacer la historia de cómo se fue concretando en mí la consciencia de este poder evocador de las imágenes murales, he de remontarme muy lejos. Son recuerdos que vienen de mi adolescencia y de mi primera juventud encerrada entre los muros en que viví las guerras. Todo el drama que sufrían los adultos y todas las crueles fantasías de una edad que, en medio de tantas catástrofes, parecía abandonada a sus propios impulsos, se dibujaban y quedaban inscritos a mi alrededor. Todos los muros de una ciudad, que por tradición familiar me parecía tan mía, fueron testigos de todos los martirios y de todos los retrasos inhumanos que eran infligidos a nuestro pueblo.
Sin embargo, no cabe duda de que los recuerdos culturales aumentaron naturalmente el acento de esta experiencia. Y desde todas las divulgaciones arqueológicas que fui absorbiendo hasta los consejos de Da Vinci, desde todas las destrucciones de Dada hasta las fotos de Brassaï, todo esto contribuyó -y no es de extrañar- a que ya las primeras obras de 1945 tuviesen algo que ver con los graffiti de la calle y con todo un mundo de protesta reprimida, clandestina, pero llena de vida, que también circulaba por los muros de mi país. Más tarde llegó «la hora de la soledad». Y en mi reducida habitación-estudio comenzaron los cuarenta días de un desierto que no sé si terminó. Con un ensañamiento desesperado y febril llevé la experimentación formal a unos grados de maníaco. Cada tela era un campo de batalla en el que las heridas se iban multiplicando cada vez más hasta el infinito. Y entonces acaeció la sorpresa. Todo aquel movimiento frenético, toda aquella gesticulación, todo aquel dinamismo inacabable, a fuerza de arañazos, de golpes, de cicatrices, de divisiones y subdivisiones que infligía a cada milímetro, a cada centésima de milímetro de la materia, provocaron súbitamente el salto cualitativo. El ojo ya no percibía las diferencias. Todo se unía en una masa uniforme. Lo que fue ebullición ardiente se transformaba en silencio estático. Fue una gran lección de humildad recibida por la soberbia del desenfreno.
Y un día traté de llegar directamente al silencio con más resignación, rindiéndome a la fatalidad que gobierna toda lucha profunda. Los millones de furiosos zarpazos se convirtieron en millones de granos de polvo, de arena... Ante mí se abrió de repente un nuevo paisaje, igual que en la historia del que atraviesa el espejo, corno para comunicarme la interioridad más secreta de las cosas. Toda una nueva geografía me iluminó de sorpresa en sorpresa. Sugestión de raras combinaciones y estructuras rnoleculares, de fenómenos atómicos, del mundo de las galaxias, de imágenes del microscopio.
Simbolismo del polvo -«confundirse con el polvo, he aquí la profunda identidad, es decir, la profundidad interna entre el hombre y la naturaleza» (Tao Te King)–, de la ceniza, de la tierra de donde surgimos y a donde volvernos, de la solidaridad que brota al ver que la diferencia que hay entre nosotros es la misma que hay entre dos granos de arena... y la sorpresa más sensacional fue descubrir un día de repente que mis cuadros, por primera vez en la historia, se habían convertido en muros.
¿Por qué extraño proceso había llegado a unas imágenes tan precisas? ¿Y por qué, como primer espectador, me hicieron temblar de emoción? Evidentemente, nada surge de la nada y todo había de tener una explicación. ¿Era la culminación de un proceso de fatiga causado por la proliferación de un fácil tachismo en todo el mundo? ¿Una reacción para salir de todos los informalismos anárquicos? ¿Un intento de escapar de los excesos abstractos y un afán por algo más concreto? ¿Veía acaso con aquello la posibilidad de tocar terrenos aún más primordiales, los elementos más extremadamente puros, más esenciales de la pintura, que los maestros de la generación anterior me habían estimulado a buscar? Quizás a otro artista todo le habría pasado más o menos inadvertido, o habría sido más o menos transitorio. Pero, ¿cómo podía no marcarme a mí? ¡Curioso destino de mi nombre! Parecía que se cumpliera en mí el extraño presagio que unos años antes había oído explicar a un adepto de las ciencias ocultas sobre la influencia de nuestro nombre en el propio carácter y en el propio destino. La cuestión es que en poco tiempo torné consciencia de una serie de posibles experimentaciones que, en años sucesivos, me apasionaron cada vez más y que sin duda tuvieron también sus frutos .Y su resonancia más o menos grande en todo mundo del arte.
¡Cuántas sugerencias pueden desprenderse de la imagen del muro y de todas sus posibles derivaciones! Separación, enclaustramiento, muro de lamentación, de cárcel, testimonio del paso del tiempo; superficies lisas, serenas, blancas; superficies torturadas, viejas, decrépitas; señales de huellas humanas, de objetos, de los elementos naturales; sensación de lucha de esfuerzo; de destrucción, de cataclismo; o de construcción, de surgimiento, de equilibrio; restos de amor, de dolor, de asco, de desorden; prestigio romántico de las ruinas; aportación de elementos orgánicos, formas sugerentes de ritmos naturales y del movimiento espontáneo de la materia; sentido paisajístico, sugestión de la unidad primordial de todas las cosas; materia generalizada; afirmación y estimación de la cosa terrena; posibilidad de distribución variada y combinada de grandes masas, sensación de caída, de hundimiento, de expansión, de concentración; rechazo del mundo, contemplación interior, aniquilación de las pasiones, silencio, muerte; desgarramientos y torturas, cuerpos descuartizados, restos humanos; equivalencias de sonidos, rasguños, raspaduras, explosiones, tiros, golpes, martilleos, gritos, resonancias, ecos en el espacio; meditación de un tema cósmico, reflexión para la contemplación de la tierra, del magma, de la lava, de la ceniza; campo de batalla; jardín; terreno de juego; destino de lo efímero... y tantas y tantas ideas que se me fueron presentando una tras otra como las cerezas que sacamos de una cesta. ¡Y tantas y tantas cosas que parecían emparentarme con orgullo a filosofías y sabidurías tan apreciadas por mí!
Qué gran sorpresa tuve, por ejemplo, al saber posteriormente que la obra de Bodhidharma, fundador del Zen, se llamó: Contemplación del muro en el Mahayana. Que los templos del Zen tenían jardines de arena formando estrías o franjas parecidas a los surcos de algunos de mis cuadros. Que los orientales ya habían definido determinados elementos o sentimientos en la obra de arte que inconscientemente afloraban entonces en mi espíritu: los ingredientes Sabi, Wabi, Aware, Yugen... Que en la meditación búdica buscan igualmente un apoyo en unas Kasinas consistentes a veces tierra colocada en un marco, en un agujero, en una pared, en materia carbonizada...
¿Puede seguir llamándose muros a todo lo que he hecho?
Lejos del cliché que la gente se forma del artista, con todo su bagaje de necesaria originalidad, personalidad, estilo, etc., que hace que las obras hablen de puertas afuera, para el autor hay, ante todo, un núcleo de pensamiento más anónimo, colectivo, del cual sólo es un modesto servidor. Es seguramente la zona donde está depositada la sabiduría que en realidad se encuentra por debajo de todas las ideologías y las fatales contingencias del mundo. Es el impulso de nuestro instinto de vida, de conocimiento, de amor, de libertad, que ha sido conservado y vivificado por la sabiduría de siempre. Las formas en que se concreta, imprescindibles sin duda para la captación de sus mensajes, son el episodio obligado de las propias leyes de crecimiento que tiene el arte en cada momento dado. La imagen del muro, con todas sus innumerables resonancias, constituye, naturalmente, uno de estos episodios. Pero si alguna importancia tiene en la historia de los encadenamientos estilísticos, no puede ser otra que la de haber reflejado por un momento este patrimonio común que todos los hombres creamos en momentos de profundidad durante el curso de los siglos y sin el cual la cosa artística sería siempre superflua, banal, pretenciosa o ridícula. Y donde los estilos, las escuelas, las tendencias, los ismos, las fórmulas y los mismos muros no son, por sí solos, ninguna garantía de una expresión auténtica.

Antoni Tàpies

Nota: Texto escrito en 1969 y solicitado por la revista Essais para un número dedicado a temas en torno del muro, como formas de expresión del arte contemporáneo.

viernes, 1 de mayo de 2009

WILLIAM SHAKESPEARE -CITAS Y PROVERBIOS-

William Shakespeare
1564-1616. Escritor británico.


Duda que sean fuego las estrellas, duda que el sol se mueva, duda que la verdad sea mentira, pero no dudes jamás de que te amo.

Si no recuerdas la más ligera locura en que el amor te hizo caer, no has amado.

El sabio no se sienta para lamentarse, sino que se pone alegremente a su tarea de reparar el daño hecho.

El amor consuela como el resplandor del sol después de la lluvia.

No tratéis de guiar al que pretende elegir por sí su propio camino.

En la amistad y en el amor se es más feliz con la ignorancia que con el saber.

No temáis a la grandeza; algunos nacen grandes, algunos logran grandeza, a algunos la grandeza les es impuesta y a otros la grandeza les queda grande.

Es mejor ser rey de tu silencio que esclavo de tus palabras.

De lo que tengo miedo es de tu miedo.

Un hombre que no se alimenta de sus sueños envejece pronto.

Las palabras están llenas de falsedad o de arte; la mirada es el lenguaje del corazón.

La mujer es un manjar digno de dioses, cuando no lo cocina el diablo.

Me atreveré a todo lo que pueda hacer un hombre. Quien se atreva a más es insensato.

El destino es el que baraja las cartas, pero nosotros somos los que jugamos.

Ser honrado tal como anda el mundo, equivale a ser un hombre escogido entre diez mil.

No existe nada bueno ni malo; es el pensamiento humano el que lo hace aparecer así.

Guarda a tu amigo bajo la llave de tu propia vida.

Anunciad con cien lenguas el mensaje agradable; pero dejad que las malas noticias se revelen por sí solas.

Yo juro que vale más ser de baja condición y codearse alegremente con gentes humildes, que no encontrarse muy encumbrado, con una resplandeciente pesadumbre y llevar una dorada tristeza.

Los cobardes mueren muchas veces antes de su verdadera muerte; los valientes prueban la muerte sólo una vez.

Tan imposible es avivar la lumbre con nieve, como apagar el fuego del amor con palabras.

Cualquiera puede dominar un sufrimiento, excepto el que lo siente.

El amor de los jóvenes no esta en el corazón, sino en los ojos.

Presta el oído a todos, y a pocos la voz. Oye las censuras de los demás; pero reserva tu propia opinión.

Cuidado con la hoguera que enciendes contra tu enemigo; no sea que te chamusques a ti mismo.

Somos del mismo material del que se tejen los sueños, nuestra pequeña vida está rodeada de sueños.

Es más fácil obtener lo que se desea con una sonrisa que con la punta de la espada.

Si todo el año fuese fiesta, divertirse sería más aburrido que trabajar.

Sea como fuere lo que pienses, creo que es mejor decirlo con buenas palabras.

En nuestros locos intentos, renunciamos a lo que somos por lo que esperamos ser.

Maestro, quisiera saber cómo viven los peces en el mar. Como los hombres en la tierra: los grandes se comen a los pequeños.

Procurando lo mejor estropeamos a menudo lo que está bien.

Ten más de lo que muestras; habla menos de lo que sabes.

Todos aman la vida, pero el hombre valiente y honrado aprecia más el honor.

El aspecto exterior pregona muchas veces la condición interior del hombre.

Mi corona está en el corazón, no en mi cabeza.

El pasado es un prólogo.

El amor alivia como la luz del sol tras la lluvia.

La juventud, aun cuando nadie la combata, halla en sí misma su propio enemigo.

Las improvisaciones son mejores cuando se las prepara.

No ensucies la fuente donde has apagado tu sed.

Las maldiciones no van nunca más allá de los labios que las profieren.

A mayor talento, en la mujer, mayor indocilidad.

Nosotros debemos nuestra vida a dios, por eso si se la pagamos hoy, no se la deberemos mañana.

La conciencia es la voz del alma; las pasiones, la del cuerpo.

La brevedad es el alma del ingenio.

Fuertes razones, hacen fuertes acciones.

Quien se eleva demasiado cerca del sol con alas de oro, las funde.

El hombre cauto jamás deplora el mal presente; emplea el presente en prevenir las aflicciones futuras.

Prudente padre es el que conoce a su hijo.

La memoria es el centinela del cerebro.

Ligerezas como el aire son para el celoso fuertes confirmaciones, como un testimonio de las Sagradas Escrituras.

Los viejos desconfían de la juventud porque han sido jóvenes.

Mis palabras suben volando, mis pensamientos se quedan aquí abajo; palabras sin pensamientos nunca llegan al cielo.

Ocurra lo que ocurra, aún en el día más borrascoso las horas y el tiempo pasan.

No basta levantar al débil, hay que sostenerlo después.

Las valiosas presas convierten en ladrones a los hombres honrados.

Hasta en la muerte de un pajarillo interviene una providencia irresistible.

La lealtad tiene un corazón tranquilo.

El hombre a quien no conmueve el acorde de los sonidos armoniosos, es capaz de toda clase de traiciones, estratagemas y depravaciones.

Es amor bien pobre el que puede evaluarse.

El aprendizaje es un simple apéndice de nosotros mismos; dondequiera que estemos, está también nuestro aprendizaje.

No hay quien sea enteramente inaccesible a la adulación, porque el hombre mismo que manifieste aborrecerla, en alabándole de esto es adulado con placer suyo.

El cansancio ronca sobre los guijarros; en tanto que la pereza halla dura la almohada de pluma.

La mente del hombre es de mármol; la de la mujer de cera.

Es excelente tener la fuerza de un gigante, pero es tiránico usarla como un gigante.

El traje denota muchas veces al hombre.

Si dos cabalgan en un caballo, uno debe ir detrás.

El desdichado no tiene otra medicina que la esperanza.

Malgasté mi tiempo, ahora el tiempo me malgasta a mí.

Nada envalentona tanto al pecador como el perdón.

El que muere paga todas sus deudas.

Nadie admira la celeridad, como no sea el negligente.

El que gusta de ser adulado es digno del adulador.

En un minuto hay muchos días.

Asume una virtud si no la tienes.

Jamás viene la fortuna a manos llenas, ni concede una gracia que no haga expirar con un revés.

La fortuna llega en algunos barcos que no son guiados.

Las medidas templadas, que equivalen a remedios prudentes, son hartamente nocivas cuando el mal es violento.

William Shakespeare

jueves, 30 de abril de 2009

LAO-TSÉ -CITAS Y PROVERBIOS-

Lao-tsé
570 aC-490 aC. Filósofo chino considerado el fundador del taoísmo.


Con buenas palabras se puede negociar, pero para engrandecerse se requieren buenas obras.

No vayas contra lo que es justo para conseguir el elogio de los demás.

Saber que no se sabe, eso es humildad. Pensar que uno sabe lo que no sabe, eso es enfermedad.

El que sabe no habla, el que habla no sabe.

Las palabras elegantes no son sinceras; las palabras sinceras no son elegantes.

El sabio no enseña con palabras, sino con actos.

Si das pescado a un hombre hambriento, le nutres una jornada. Si le enseñas a pescar, le nutrirás toda la vida.

El que domina a los otros es fuerte; el que se domina a sí mismo es poderoso.

Un viaje de mil millas comienza con el primer paso.

Observa todo lo blanco que hay en torno tuyo, pero recuerda todo lo negro que existe.

El hombre corriente, cuando emprende una cosa, la echa a perder por tener prisa en terminarla.

Si no puedes avanzar una pulgada, retrocede un pie.

Lo que le da su valor a una taza de barro es el espacio vacío que hay entre sus paredes.

La manera de hacer es ser.

Gobierna mejor quien gobierna menos.

El valor de un acto se juzga por su oportunidad.

El que está satisfecho con su parte es rico.

Todo lo difícil debe intentarse mientras es fácil.

Dios no recibe respuestas con palabras.

Diferentes en la vida, los hombres son semejantes en la muerte.

La perfección del que imparte órdenes es ser pacífico; del que combate, carecer de cólera; del que quiere vencer, no luchar; del que se sirve de los hombres, ponerse por debajo de ellos.

Si practicas la equidad, aunque mueras no perecerás.

La excelencia de un gobierno no se juzga por su orden.

El que todo lo juzga fácil encontrará la vida difícil.

Poca fe se otorga a los que tienen poca fe.

RABINDRANATH TAGORE -CITAS-

Rabindranath Tagore
1861-1941. Filósofo y escritor indio.


Cuando mi voz calle con la muerte, mi corazón te seguirá hablando.

La verdadera amistad es como la fosforescencia, resplandece mejor cuando todo se ha oscurecido.

El Amor es el significado ultimado de todo lo que nos rodea. No es un simple sentimiento, es la verdad, es la alegría que está en el origen de toda creación.

Si lloras por haber perdido el sol, las lágrimas no te dejarán ver las estrellas.

Convertid un árbol en leña y podrá arder para vosotros; pero ya no producirá flores ni frutos.

Dormía..., dormía y soñaba que la vida no era más que alegría. Me desperté y vi que la vida no era más que servir... y el servir era alegría.

Aunque le arranques los pétalos, no quitarás su belleza a la flor.

Es fácil hablar claro cuando no va a decirse toda la verdad.

Agradezco no ser una de las ruedas del poder, sino una de las criaturas que son aplastadas por ellas.

Déjame sólo un poco de mí mismo para que pueda llamarte mi todo.

La verdad no está de parte de quién grite más.

Cada criatura, al nacer, nos trae el mensaje de que Dios todavía no pierde la esperanza en los hombres.

¡He perdido mi gotita de rocío!, dice la flor al cielo del amanecer, que ha perdido todas sus estrellas.

Para los hombres, aceptar es dar; para las mujeres, dar es recibir.

La verdad levanta tormentas contra sí que desparraman su semilla a los cuatro vientos.

El benefactor llama a la puerta, pero el que ama la encuentra abierta.

Hacer preguntas es prueba de que se piensa.

El hombre en su esencia no debe ser esclavo, ni de sí mismo, ni de los otros, sino un amante. Su único fin está en el amor.

El bosque sería muy triste si sólo cantaran los pájaros que mejor lo hacen.

Sólo yo tengo el derecho de corregir, pues sólo puede castigar quien ama.

Si cerráis la puerta a todos los errores, también la verdad se quedará fuera.

Llevo dentro de mí mismo un peso agobiante: el peso de las riquezas que no he dado a los demás.

Cada niño que viene al mundo nos dice: "Dios aún espera del hombre".

La vida es la constante sorpresa de saber que existo.

¡Cómo pinta el deseo los colores del iris en las nieblas de la vida!

La tierra es insultada y ofrece sus flores como respuesta.

La fe engaña a los hombres, pero da brillo a la mirada.

El que se ocupa demasiado en hacer el bien no tiene tiempo de ser bueno.

Tú no ves lo que eres, sino su sombra.

No es tarea fácil dirigir a hombres; empujarlos, en cambio, es muy sencillo.

La poesía es el eco de la melodía del universo en el corazón de los humanos.

Como un mar, alrededor de la soleada isla de la vida, la muerte canta noche y día su canción sin fin.

Leemos mal el mundo, y decimos luego que nos engaña.

No hay más que una historia: La historia del hombre. Todas las historias nacionales no son más que capítulos de la mayor.

Qué pequeña eres brizna de hierba. Sí, pero tengo toda la Tierra a mis pies.

Un entendimiento todo lógica es como un cuchillo de hoja sola, que hiere la mano de su dueño.

Llevo en mi mundo que florece todos los mundos que han fracasado.

Engarza en oro las alas del pájaro y nunca más volará al cielo.

La patria no es la tierra. Sin embargo, los hombres que la tierra nutre son la patria.

Los hombres son crueles, pero el hombre es bueno.

Agradece a la llama su luz, pero no olvides el pie del candil que paciente la sostiene.

El entendimiento agudo y sin grandeza, lo pincha todo, pero nada mueve.

Los hechos son muchos, pero la verdad es una.

El hombre se adentra en la multitud por ahogar el clamor de su propio silencio.


Rabindranath Tagore

miércoles, 29 de abril de 2009

ONITSURA -HAIKUS-

¡La brisa refrescante!
Una mujer con el cabello despeinado
mira para otro lado.

***

Una pared delgada

me separa de la lluvia.
Lirios en flor.

***

En Fushimi, al fondo

de las casas de los comerciantes
canta una codorniz.

***

“¡Oh!”, y de nuevo“¡Oh!”…

El canto inagotable
de los pájaros.

***

Por entre la niebla

se aprecia la luminosidad
del puente de Yodo. 

***

Los que traen la campana

vienen caminando desde lejos.
Niebla de primavera.

***

¡Este frío
hace florecer
palabras de luz!

***

En algunos lugares

ya puede verse
el agua del deshielo.

***

He comido “pescado globo”,

y, después de eso,
ha nevado.

***

La lluvia de primavera
ha descargado hoy
como si no fuera a haber más días.

***

El canto verde

del uguisu
en la copa del árbol.

***

Buscaré hilos de voz

en el fondo
de la lluvia primaveral.

***

Al alba, en la punta

de las espigas de cebada
la escarcha de primavera.

***

Campos verdes de trigo.

La alondra asciende y…
¡zas! súbitamente desciende.

***

Los juncos secos:

el suave ondular de las olas
de la ensenada de Naniwa.

***

Con las lluvias de verano,

en la piedra de aplastar el sushi,
una babosa.

Onitsura

CHIYO-NI -HAIKUS-

Roza
el hilo de la caña de pescar
la luna en verano.

***

Como la nieve
mi pálido reflejo
en el agua.

***

Todo lo que recogemos
en la playa de marea baja
se mueve.

***

Sin niño que se acerque
las paredes de papel
están frías.

***

En el llano y la montaña
todo parece inmóvil
esta mañana nevada.

***

Si por las mañanas se cierran
las campanillas en flor,
¡es por el odio de los hombres!

***

En las lluvias de primavera
todas las cosas
son más bellas.

***

La rama en flor del ciruelo
otorga perfume
al que la corta.

***

Del violeta de las nubes
al morado de los iris
se dirige mi pensamiento.

***

¡Luciérnagas, luciérnagas!
Por el río
las tinieblas pasan.

***

Habiendo observado la luna
parto de esta vida
con una bendición.

***

El agua se cristaliza.
Las luciérnagas se apagan.
Nada existe.

Chiyo-ni



miércoles, 1 de abril de 2009

TRAKL-WEBERN -POEMAS MÍSTICOS-

Para voz y cuatro instrumentos

Diario asoma el amarillo sol en la colina.

Bello es el bosque, el oscuro animal, el hombre,
cazador o pastor.


Rojo se eleva en el estanque verde el pez.

Bajo el redondo cielo el pescador desliza
su barca azul.


Maduran lentos la uva, el grano.

Al extinguirse quietamente el día
el bien y el mal ya son.


Cuando la noche cae, el caminante
alza despacio sus pesados párpados.


Rompe desde un sombrío abismo el sol.

Trakl-Webern (Versión de José Ángel Valente)

jueves, 19 de marzo de 2009

ISSA -HAIKUS-

El hirugao
crece en dirección
a las piedras ardientes

***

¡Cómo se precipitan

a por su comida de mediodía
las alondras!

***

Mientras estamos en este mundo

por encima del infierno
¡poder contemplar las flores!

***

Estar tan vivo…

¡Qué cosa tan misteriosa...!
A la sombra de los cerezos

***
Sobreviviendo a mis seres queridos,

obstinado en sobrevivir…
¡Y muerto de frío!

***

Un Buda a la intemperie

De la nariz le cuelgan…
los carámbanos

***

Un perrito se ha dormido

sujetando en la boca
la rama de un sauce

***

La tormenta de invierno

Una choza de prostitutas
de ésas que cuestan 24 monedas

***

El mosquito del dormitorio

con sólo un “fff”
se abrasó en el fuego

***

¡Un viento suave

se ha levantado
desde el canto de la cigarra!

***

Si había seres humanos,

había moscas…
y Budas

***

Oye, melón fresquito,

si alguien viene a comerte…
¡conviértete en rana!

***

Umm, parece sabrosa…

Esta nieve que cae
tan delicadamente…

Issa

BUSON -HAIKUS-

Temprano anochecer...
Brillan las estrellas...
¡El campo seco!

***

Con la nieve
el ruido de algo que se rompe

¡La noche se hace más oscura!

***

En un viejo pozo,
el sonido oscuro de un pez
que salta para atrapar un mosquito

***

La brisa de la mañana:
¡Puede verse cómo sopla
en los pelos de la oruga!

***

Al caer en el agua

sus flores desaparecen
Ciruelo de la orilla

***

Hincando el hacha

me vi sorprendido por el olor
Bosque de invierno

***

Templo de Furudera
Una cazuela de barro tirada
entre las matas de perejil

***

Si la luna pasa al oeste
la sombra de las flores
avanza hacia el este

***

Se incorpora súbitamente el perro
y persigue al faisán
Templo de Takaradera

***

¡Ante la luna llena

un criado arroja
a un perrito!

***

Partiendo en dos a una serpiente,

cruzo el espacio del valle
Las hojas recién brotadas

***

Cede la noche

A la costa rocosa se acerca…
¡Una medusa!

***

Lluvia de primavera

Alguien que no escribe
profundamente emocionado

***

Como si no fuera de este mundo,

cogida con todo el corazón,
la mariposa

Buson




viernes, 13 de marzo de 2009

SOBRE LA POESÍA Y OTRAS ARTES -JOSÉ ÁNGEL VALENTE-

CINCO FRAGMENTOS PARA ANTONI TÀPIES.

I

Quizá el supremo, el solo ejercicio radical del arte sea un ejercicio de retracción. Crear no es un acto de poder (poder y creación se niegan); es un acto de aceptación o reconocimiento. Crear lleva el signo de la feminidad .No es acto de penetración en la materia, sino pasión de ser penetrado por ella. Crear es generar un estado de disponibilidad, en el que la primera cosa creada es el vacío, un espacio vacío. Pues lo único que el artista acaso crea es el espacio de la creación. Y en el espacio de la creación no hay nada (para que algo pueda ser en él creado). La creación de la nada es el principio absoluto de toda creación.

Dijo Dios: -Brote la Nada.
Y alzo la mano derecha
hasta ocultar la mirada.
Y quedó la Nada hecha.

El estado de creación es igual al wu-wei en la práctica del Tao: estado de no acción, de no interferencia, de atención suprema a los movimientos del universo y a la respiración de la materia. Sólo en ese estado de retracción sobreviene la forma, no como algo impuesto a la materia, sino como epifanía natural de ésta.

Y la materia para el artista no se sitúa nunca en lo exterior. Ocupa el espacio vacío de lo interior, el espacio generado por retracción, por no interferencia, donde 2 - 1 suele ser mayor que 2 + 1, según la ley de la adición negativa que Kandinsky, tan próximo, formuló.

Estado de creación y espacio de la creación. «Un día traté de llegar directamente al silencio», escribe Antoni Tàpies. El silencio o la nada. El lugar de la materia interiorizada. ¿Lugar de la iluminación?

II

Ut pictura

Mucha poesía ha sentido la tentación del silencio. Porque el poema tiende por naturaleza al silencio. O lo con tiene como materia natural. Poética: arte de la composición del silencio. Un poema no existe si no se oye, antes que su palabra, su silencio.

III

Tapies ha sentido explícitamente la obra de arte como «un simple apoyo de la meditación». Su arte tiene, en efecto, la textura de la meditación. Pero esa larga y pura meditación en que la obra de Tàpies consiste desemboca por un proceso que le es connatural en formas cada vez más desnudas de contemplación, entendida ésta como estado en que la experiencia se configura ante todo como experiencia de la unificación. El arte de Tàpies es, en definitiva, una soberana contemplación de la materia. Presencia radical de la materia que llega a la forma, pero que es sobre todo formación: formas que se disuelven a sí mismas en la nostalgia originaria de lo informe, de lo que en rigor es indiferente al cambio y puede, por tanto, cambiarse en todo, ser raíz infinita de todas las formas posibles.

No tiene sentido en el arte de Tàpies hablar de abstracción y de figuración. La forma no figura: es. La forma es la materia. La materia -la materia en el cuadro o en la composición- no es sustentáculo de nada sobreimpuesto. No es materia de ninguna forma sino forma absoluta de sí. Tal vez en lo moderno ningún artista haya llevado a más avanzado extremo ese proceso de unificación de la materia que sería a la vez un proceso de unificación con la materia misma: Être la matière!, escribió Flaubert.

Las formas «pobres» -cordeles, un bastón- o la memoria de las formas que la materia tuvo -huellas de unos pies, de unos dedos ensangrentados- señalan la irrupción total de la materia que las hace ser de nuevo con un ser que de su sola forma no tendrían. Tàpies devuelve así a la materia misma todo el movimiento de la creación. La meditación de Tàpies ha consistido en un largo, secreto, demorado esfuerzo para percibir el movimiento creador de la materia bajo la fijación, no sólo utilitaria sino «artística», de las formas. Y de ese esfuerzo, de esa radical aventura, nacen la tensión espiritual y el rigor, el inconfundible e inquietante rigor, de tantas composiciones suyas.

IV

Entrada radical en la materia, contemplación de la materia, la obra de Tàpies niega por su naturaleza misma toda ruptura entre espíritu y materia. Esa materia que antes de manifestarse ha sido nteriorizada, ha sido unificada y percibida en su espontáneo movimiento, se aproximaría mucho a lo que Novalis llama en el Himno I «lo más interior del alma de la vida» (Lebens innerste Seele). Este arte busca de nuevo la materia en su último ser y como radix ipsius. El cumplimiento de la obra (como sucedía en el saber antiguo de la alquimia) es tanto un proceso interior como el ejercicio visible de un arte. Porque el movimiento hacia el centro de la materia es también un movimiento hacia el centro de la interioridad. En el punto de llegada (o en el de partida para el antiguo saber) la materia es la materia·espíritu, la piedra neumática de los alquimistas o la piedra en la que «duerme una imagen», según un conocido texto de Nietzsche que Jung ha comentado. Sentir, en definitiva, la respiración o neuma de la materia. Tal vez no a otra cosa apuntaba Pieasso al afirmar: «Si se acerca un espejo a un verdadero cuadro, el espejo deberá cubrirse de vapor, de aliento vivo, porque el cuadro está vivo.»

Esa materia unificada y unificante con la que Tàpies obra está sembrada de símbolos. Él mismo ha contemplado, como saliéndose de sí, algunos de esos símbolos mayores. Tal es el caso del muro, asociado a su propio nombre, al que dedica «Comunicación sobre el muro», uno de sus más bellos textos teóricos, uno de los más bellos textos teóricos que en tierra nuestra las gentes de nuestra generación hayan escrito. Pero hay otro símbolo también asociado, si no al contenido sí a la grafía de su
nombre, sobre el que Tàpies, que yo sepa, no ha hablado. Un símbolo mayor, que reaparece constantemente en su obra y con el que tiende a fundirse la T inicial de su apellido: el símbolo de la cruz. Árbol axial, eje de la extensión y de la altura, la cruz es el símbolo unificador de la materia viva del mundo. No es ése un símbolo cristiano o lo es sólo en la medida en que a la vez se entienda que es precristiano y supracrístiano. Tal es la cruz que Tapies hinca en su materia. La cruz que constituye también una particular materia que él ha privilegiado, la materia tejida, la materia en que la urdimbre y la trama, visibles en el saco o en el grosor material de las telas espesas, son portadoras del inmemorial símbolo de la cruz, como ha señalado René Guénon en un libro mayor sobre este tema.

Presencia radical de la materia y de la respiración total de la materia, la obra de Tàpies cruz donde niega toda ruptura de espíritu y materia. Símbolo de esa negación o de la negación negada es la cruz, donde converge lo que se complementa, donde se integran los contrarios, donde el eje solsticial y el eje equinoccial se cruzan; donde lo activo y lo pasivo se fecundan y el yin y el yang se encuentran.

V

En 1974, Maeght imprime en París las 64 litografías con collages que componen el álbum titulado Cartes per a la Teresa. Lectura de sí mismo, lectura o interrogación del propio destino. Cartes per a la Teresa tiene calidad de secreto recinto, de muy ahondado interior desde cuyo centro Tàpies, con la rigurosa y absoluta pasión que le es propia, hace revertir a lo visible un misterioso canto al amor y a la vida. Cartas que se dirigen a un destinatario. Pero cartas que son a la vez naipes, y en los naipes echados cabe leer, como sabido es, el nombre del destino. Destinatario y destino se confunden: forman el nombre de Teresa. Canto de amor secreto que aquí se manifiesta sin perder su secreto, para que esta pintura se acerque así al punto máximo de realización de lo poético , es decir, de lo que manifestado sigue siendo siempre anterior a su manifestación y no queda agotado en ella.

Leer la obra de Tàpies quizá imponga en lo sucesivo como condición absoluta leer estas 64 litografías, donde acaso haya dejado el pintor lo más secreto de sus propios símbolos. Cartas-naipes; amor·destino. Bastos, copas, espadas y oros: trèfle, coeur, pique y carreau. Tàpies ha utilizado sobre todo las cartas de la baraja española, cuyas cuatro series llevan emblemas que se corresponden con los de todos los juegos de cartas conocidos. Porque todas las cartas hablan el mismo lenguaje o encierran la misma posible clave de un conocimiento intuitivo del universo. Por eso la palabra Tarot, escrita circularmente, se lee Rota: rueda, círculo, símbolo de la totalidad.

Tàpies no ha utilizado ninguna de las cartas del Tarot, salvo una, la primera de las 22 que constituyen los arcanos mayores. Esa carta se llama en francés el Bateleur o Pagad y en inglés el Magician o Juggler. Su nombre en la serie española, donde los arcanos mayores han desaparecido de las cartas de juego, sería el Prestidigitador o el Mago. Es éste el que abre el juego o el mundo y el que propone la cuádruple combinación de emblemas, la tétrada, las cuatro series de cartas conocidas. El Prestidigitador contiene, pues, el Mundo, el Tarot o la Rueda. No hay sin esa figura cartas echadas.

A este primero de los 22 arcanos corresponde, consciente o inconscientemente, la más misteriosa de las litografías recogida en Cartes per a la Teresa. Un formato alargado, un fondo negro y sobre éste, en lo alto, un gran pañuelo blanco que se pliega sobre sí mismo. Una línea de puntos baja hacia lo inferior y a un lado de ella hay cuatro cartas. Tres cartas tapadas y una carta vuelta. La carta vuelta es el dos de coeur. Blanco sobre negro, el Prestidigitador no visible parece proponerse en esta pura suspensión, antes de comenzar el juego o cuando el juego acaso ha concluido, un nuevo enigma insólito, mas sólo en apariencia insólito, en la obra de Tapies: el enigma de la inmaterialidad de la materia.

José Ángel Valente

lunes, 9 de marzo de 2009

OSHO (Bhagwan Rajneesh) -CONSCIENCIA-

LOS CUATRO PASOS HACIA EL AMOR

El amor es la unión, el encuentro orgásmico de la muerte y la vida. Si no has conocido el amor, te lo has perdido. Naciste, viviste y moriste, pero perdiste la oportunidad. Te has equivocado tremendamente, totalmente, absolutamente, has perdido el intervalo entre las dos notas. Ese intervalo es el pináculo más alto, la experiencia suprema.

Para alcanzarlo, hay cuatro pasos que debes recordar:

El primero: estar aquí y ahora, porque el amor sólo es posible en el "aquí-ahora".


No puedes amar en el pasado. Muchas personas viven simplemente de recuerdos, amaron en el pasado. Y hay otros que aman en el futuro; eso tampoco se puede hacer. Estas son formas de evitar al amor. El pasado y el futuro son las formas de evitar al amor. De modo que amas en el pasado o amas en el futuro y el amor es sólo posible en el presente porque sólo en este momento la vida y la muerte se encuentran... en el oscuro intervalo que está dentro de ti. Ese intervalo oscuro está siempre en el presente, siempre en el presente, siempre en el presente. Nunca es pasado y nunca es futuro. Si piensas demasiado—y pensar es siempre o del pasado, o del futuro—tus energías se separarán de tus sentimientos. Sentir es estar aquí-ahora. Si tus energías se mueven en función del pensar, entonces no tendrás suficientes energías para adentrarte en los sentimientos y el amor no será posible.
Así que el primer paso es estar aquí-ahora. El futuro y el pasado traen pensamientos y el pensar destruye el sentir. Y una persona obsesionada con el pensar, poco a poco se olvida completamente de que también tiene un corazón. Un hombre que piensa demasiado, avanza de tal manera que, poco a poco, deja de expresar lo que siente. No prestándole atención al sentir, empieza a alejarse de él. Hay millones de personas en este estado sin saber qué significa el corazón. Creen que es sólo un mecanismo. Se concentran exclusivamente en la mente. La mente es un extremo, es necesaria, es un buen instrumento, pero debe usarse como un esclavo. No debe ser el amo. Una vez que la mente se convierta en el amo y dejes en segundo término al corazón, vivirás, morirás, pero no sabrás qué es Dios, porque no sabrás qué es el amor.
Al contactar con él por primera vez, ese intervalo oscuro parece ser amor y cuando te pierdes en él, se convierte en Dios. Dios comienza con el amor, o Dios es la última cúspide del amor.


El segundo paso hacia el amor es: aprende a transformar tus venenos en miel...


Mucha gente ama, pero su amor está muy contaminado con venenos, con odio, celos, furia, posesividad. Mil y un venenos asedian tu amor. El amor es algo delicado. Detente a pensar en la ira, en el odio, en la posesividad, en los celos. ¿Cómo puede el amor sobrevivir? En primer lugar las personas utilizan demasiado la cabeza y olvidan el corazón. Son la mayoría. Una minoría, todavía vive un poco en el corazón, pero esa minoría también está equivocada, su pequeña luz de amor está rodeada por celos, odio, ira y mil y un venenos. Así, todo el viaje se vuelve amargo. El amor es la escalera entre el cielo y el infierno, pero la escalera siempre tiene dos caminos: puedes subir o bajar. Si existen venenos, la escalera te llevará hacia abajo. Entrarás en el infierno y no en el cielo. Y vez de alcanzar una melodía tu vida será un estruendo nauseabundo, contradictorio, como el ruido del tráfico. Un ruido enloquecedor, una multitud ruidosa, sin armonía. Permanecerás al borde de la locura. Por lo tanto lo segundo a recordar es: aprende a transformar tus venenos en miel.
¿Cómo serán transformados? Hay un proceso simple. De hecho no es correcto llamarlo transformación porque no tienes que hacer nada, sólo necesitas paciencia. Te estoy revelando uno de los mayores secretos. Inténtalo: cuando sientas rabia, no hagas nada, sólo siéntate en silencio y observa. No estés ni a favor, ni en contra. No cooperes con ella, no la reprimas. Sólo obsérvala, ten paciencia, mira lo que sucede... déjala surgir.
Recuerda una cosa: nunca hagas nada cuando el veneno se apodere de tu estado de ánimo, simplemente espera. Cuando el veneno empiece a cambiar... Esta es una de las leyes básicas de la vida: todo cambia continuamente. Como te había dicho, el hombre se vuelve mujer y la mujer se vuelve hombre, porque periódicamente ocurren cambios en ti. El hombre bueno se vuelve malo y el malo bueno; el santo tiene momentos de pecador y el pecador, de santo... uno sólo tiene que esperar.
No actúes cuando la furia está en su punto más álgido, si no te arrepentirás y entrarás en una reacción en cadena y crearás karma. Es así como entras en el karma. Haz algo cuando estés en un momento negativo y formarás parte de una cadena interminable. Cuando estás negativo y actúas, el otro se vuelve negativo, el otro está dispuesto a hacer algo. La negatividad genera más negatividad. La negatividad provoca más negatividad, la furia crea más furia, la hostilidad crea más hostilidad y las cosas siguen y siguen y siguen.
La gente ha estado luchando entre sí, durante vidas enteras. ¡Y aún continúan!
Espera. Cuando estás furioso, éste es el momento de meditar; no desperdicies ese momento. La ira está creando tanta energía en ti... que puede destruirlo todo. Pero la energía es neutral; la misma energía que puede destruir, puede ser creativa. Detente. La misma energía que puede destrozarlo todo, puede ser una lluvia de vida.
Sólo espera. Si esperas y haces las cosas sin prisa, un día te sorprenderás al ver el cambio interno. Estabas lleno de ira y la ira iba aumentando y aumentando hasta que llegaste a un clímax... y entonces el curso de las cosas empezó a cambiar. Y puedes ver que está cambiando y la furia va desapareciendo y la energía liberándose. Entonces estarás en un estado de ánimo positivo: el ánimo creativo. Ahora puedes hacer algo. Hazlo ahora. Espera siempre el momento positivo.
Y no estoy hablando de represión, no estoy diciendo que suprimas lo negativo. Lo que digo es que observes lo negativo. Recuerda la diferencia, existe una tremenda diferencia. No digo que te estanques en lo negativo, que te olvides de lo negativo, que hagas algo en contra de ello, no. No estoy diciendo eso.
No digo que sonrías cuando estás furioso, no. Esa sonrisa será falsa, fea, fingida. No sonrías cuando estés furioso. Enciérrate en tu cuarto, coloca un espejo frente a ti y mira tu rostro lleno de rabia. No hay necesidad de mostrárselo a nadie. Es cosa tuya, es tu energía, tu vida y debes esperar el momento oportuno. Sigue mirándote al espejo, mira tu cara enrojecida, los ojos rojos, al asesino en ti. ¿Has pensado alguna vez que cada uno lleva un homicida en su interior? Tú también llevas uno. No creas que el asesino está en otra parte, ni creas que el que comete el asesinato es otro. No, todos tienen la
posibilidad de asesinar. Llevas el instinto suicida en ti.
Mírate en el espejo; esos son tus diferentes estados, debes familiarizarte con ellos. Conocerse a uno mismo forma parte del crecimiento…
Desde Sócrates hasta nuestras días se ha oído: "Conócete a ti mismo". Pero ésta es la manera de conocerse a uno mismo. "Conocerte a ti mismo", no significa sentarse silenciosamente y repetir: "Soy Brahma, soy una alma, soy Dios, soy esto..." no tiene sentido. Conocerse a uno mismo quiere decir conocer todos los estados, todas las posibilidades: el asesino, el pecador, el criminal, el santo, lo sagrado dentro de ti, la virtud, el Dios, el Diablo. Conoce todos los estados, toda su gama; conociéndolos descubrirás secretos, llaves.
Verás que la ira no permanecerá para siempre, o ¿sí podrá? No lo has intentado; ¡Inténtalo! No puede permanecer para siempre. Si no haces nada, ¿qué sucederá? ¿Podría la ira quedar suspendida por
siempre y para siempre? Nada permanece para siempre. La felicidad viene y se va, la infelicidad viene y se va. ¿Entiendes esta simple ley? Todo cambia, nada permanece. Así que, ¿por qué tener prisa? La rabia ha llegado. Se irá. Sólo espera, ten un poco de paciencia. Mira en el espejo y espera. Déjala correr, deja que tu rostro se vuelva feo y homicida, pero espera y observa.
No reprimas la rabia y no actúes bajo su influencia y pronto verás que tu rostro se suavizará, tus ojos se calmarán; la energía cambia, lo masculino se convierte en femenino... y pronto estarás radiante. La misma rojez que era rabia ahora ha adquirido un cierto resplandor, una belleza en tu rostro, en tus ojos.
Ahora puedes salir, el momento de actuar ha llegado. Actúa cuando estés positivo. No fuerces a la positividad, deja que llegue a su tiempo. Este es el secreto. Cuando digo: "Aprende a transformar tus venenos en miel" , eso es lo que quiero decir.

Y tercero: comparte. Cuando tengas algo negativo, guárdalo para ti. Cuando tengas algo positivo, compártelo.

La gente, comúnmente, comparte sus negatividades, no comparte sus experiencias positivas. La Humanidad es simplemente estúpida. Cuando están contentos no comparten, son avaros. Cuando se sienten infelices, son muy pródigos. Entonces están mucho más dispuestos a compartir. Cuando la gente sonríe, sonríe muy moderadamente, sin llegar muy lejos, pero cuando están furiosos, lo están totalmente.
El tercer paso es compartir la positividad. Esto hará que tu amor fluya como un río y hará que surja de tu corazón. El dilema de tu corazón empezará a cambiar cuando compartas.

He oído un dicho muy extraño de Jorge Luis Borges. Escúchalo:

"Dale aquello que es sagrado a los perros.
Arroja las perlas a los puercos
porque lo que importa es dar".


Has oído lo contrario que dice así: "No arrojes nada a los perros y no des perlas a los puercos, porque no entenderán".
Lo que importa no es lo que estás dando: perlas, santidad y amor, ni a quién se lo estás dando. Eso no es importante. Lo importante es que estés dando. Da cuanto tengas. Gurdjieff solía decir: "Todo lo que acumulé, lo perdí y todo lo que di, es mío. Todo aquello que di aún lo tengo, y todo lo que acumulé se perdió, se fue." Cierto; tienes sólo aquello que has compartido. El amor no es una propiedad para ser guardada; es un resplandor, es una fragancia para ser compartida. Cuanto más compartas, más tendrás; cuanto menos compartas, menos tendrás…
Cuanto más compartas, más surgirá de tu interior. Es infinito; más brotará. Saca agua del pozo y más agua fresca fluirá hacia él. Deja de sacar agua, cierra el pozo, sé un miserable y cesará de manar. Poco a poco las fuentes morirán, se bloquearán y el agua que está en el pozo se corromperá, se volverá rancia y sucia. El agua que corre es fresca... el amor que fluye es fresco.
Así que el tercer paso hacia el amor es compartir tus cosas positivas, compartir tu vida, compartir todo lo que tengas. Todo lo bello que tengas, no lo escondas.
Comparte tu sabiduría, comparte tu oración, tu amor, tu felicidad, tu gozo; comparte. Sí, si no encuentras a nadie, comparte con los perros, pero comparte. Con las rocas, pero comparte. Cuando tengas perlas, espárcelas. No te preocupes si las das a los puercos o a los santos. Lo que importa es dar.
El almacenamiento envenena el corazón. Toda acumulación es venenosa. Si compartes, tu sistema estará libre de venenos. Y cuando des, no te preocupes por si serás correspondido o no, no esperes ni tan siquiera las gracias. Siéntete agradecido a la persona que te permitió compartir algo con ella. No esperes en el fondo de tu corazón que él tenga que sentirse agradecido porque compartiste algo con él. No, siéntete agradecido porque él estuvo dispuesto a escucharte, a compartir un poco de energía contigo, porque estuvo dispuesto a escuchar tu canción, dispuesto a ver tu danza, porque cuando fuiste hacia él a darle no te rechazó... pudo haberlo hecho.
El compartir es una de las virtudes más espirituales, una de las más grandes.

Y la cuarta: no seas "alguien".

Una vez que comienzas a pensar que eres alguien, te estancas. Entonces el amor no fluye. El amor sólo fluye de alguien que no es nadie. El amor mora sólo en la nada.

Cuando estás vacío, hay amor.
Cuando estás lleno de ego, el amor desaparece.
El amor y el ego no pueden converger.

El amor puede existir con Dios y no con el ego, porque el amor y Dios son sinónimos. Es imposible que el amor y el ego estén juntos. Así que, sé la nada. El "no ser" es la fuente de todo, el "no ser" no ser es la fuente del infinito... "no ser" es Dios. Ser "la nada" significa nirvana.
Sé "la nada" y al serlo, habrás alcanzado el Todo. Siendo "algo" te perderás; al ser "la nada", llegarás a casa.

Osho (Bhagwan Rajneesh)


domingo, 8 de marzo de 2009

G. I. GURDJIEFF -CONSCIENCIA-

ATENCIÓN Y CONSCIENCIA

La mayoría de los sistemas que tratan de la evolución, cuando se refieren a la consciencia quieren decir realmente "la atención". Tendría mucho valor examinar durante un momento lo que queremos decir con las diversas formas de atención y el lugar que la atención tendrá en nuestro trabajo antes de definir la palabra "consciencia".

La atención ordinaria está concentrada involuntariamente en objetos o ideas específicas, está atraída hacia un lado u otro por lo que llamamos la "llamarada" y el "brillo", como en el camino principal de una feria. La atención superior está desenfocada de objetos específicos de la atención y está extendida sobre un campo de visión ancho mediante el método de lo que se llama la "difusión".

Es importante entender que la atención no es una actividad mental, aunque la mente puede ser atraída automáticamente a la atención. La mente tiende a involucrarse en cualquier actividad con poca discreción, y puede ser atraída involuntariamente a muchas actividades por puro aburrimiento. La atención tiene su fuente totalmente fuera del universo fenoménico y existe aparte del espacio y tiempo y de la vida orgánica. La atención puede concentrarse en cualquier objeto que suele incluir lo siguiente: la consciencia de alguna identidad orgánica, la consciencia de la ubicación de una forma orgánica dentro de la cual la atención se encuentra concentrada, y la consciencia del contenido de la experiencia e información guardada por la identidad y forma orgánica.

Nadie puede saber exactamente la concentración de atención de otra persona o en exactamente qué su atención está colocada. Se puede colocar la atención no sólo en un objeto, sino también en otros objetos más intelectuales y emocionales al mismo tiempo, aunque la atención no esté dividida voluntariamente.

Se puede colocar la atención en un objeto y sin embargo no entra en la consciencia actual de un individuo. Esto demuestra claramente que la atención no necesita formar parte del proceso orgánico y existe bastante apartado de la vida orgánica. Es esta separación la que hace que la atención sea una herramienta útil para la evolución voluntaria, porque la naturaleza no le exige al hombre su atención consciente, sólo le exige su atención automática orgánica, es decir, la atención automática de la máquina por reacción refleja.

Aplicado al trabajo, esto significa que sólo nosotros mismos somos capaces de saber realmente si hemos concentrado nuestra atención o si la tenemos difusa, y si nuestra atención es voluntaria o involuntaria, orgánica o intencionada. Si de vez en cuando recordamos que nuestra atención ha vagado, o que se ha hecho difusa involuntariamente, se ha quitado del objeto de nuestra atención, o que ha caído en la identificación con alguna llamarada o brillo, entonces no hemos despertado realmente en cualquier sentido auténtico de la palabra; hemos recordado simplemente que nuestra voluntad de atención voluntaria nos ha fallado momentáneamente.

La atención no depende de un cambio de estado de ánimo o estado psicológico. Es totalmente independiente de toda condición orgánica, aunque sus actividades y observaciones pasan por lo orgánico. Aunque la atención existe independientemente de lo Orgánico, y nunca cambia en sí, el objeto de la atención puede cambiar según leyes matemáticas y fuerzas de influencia de varias clases.

Mientras que la atención involuntaria sostiene el estado de sueño orgánico dentro del cual el hombre orgánico se encuentra esclavizado, la atención voluntaria crea lo que se llama "la memoria permanente". Los eventos grabados en este estado son tan vívidos como los eventos experimentados en la actualidad en el estado de sueño ordinario del hombre. Comparado con el estado ordinario del hombre orgánico pues, el estado de la consciencia real es aun más vívido y agudo.

Un hecho importante sobre la atención es que no tiene grados . . . o está, o bien no está presente. Ni siquiera la muerte orgánica puede acabar con la atención.

Ciertos factores sobre la atención voluntaria son observables:

* Mientras que la atención involuntaria no tiene una duración específica, la atención voluntaria tiene un comienzo y un fin definido. Podemos cronometrar nuestra atención voluntaria con un reloj.


* La atención involuntaria viene y se va, y existe más o menos como un estado permanente. No somos conscientes de la presencia de la atención involuntaria, pero la atención voluntaria conlleva una sensación definida de su presencia. Podemos determinar la frecuencia con que fuimos capaces de activar nuestra atención voluntaria durante cualquier periodo de tiempo.

* Mientras que la atención involuntaria cae en un objeto tras otro, sin dejar rastro alguno de su paso en nuestros recuerdos excepto una tenue y general recordación borrosa y nebulosa, la atención voluntaria es exacta y podemos decir en qué colocamos nuestra atención en cualquier momento dado, y podemos apartar nuestra atención de un objeto y colocarla en otro siguiendo nuestra propia discreción.

* El hecho de que la atención puede ser hecha voluntaria, continua y controlable mediante esfuerzos especiales, es un hecho dado por sentado en muchas antiguas escuelas de evolución; pero es casi desconocido en las ciencias psicológicas y esotéricas contemporáneas.

* En relación a la atención, la consciencia, la consciencia real en primer lugar depende de la atención y después "aprende" a existir independientemente de ella. La consciencia real no sucede por sí sola; se hace mediante esfuerzos especiales, y continua existiendo mediante métodos especiales conocidos por escuelas esotéricas para la preparación de candidatos para la evolución voluntaria. Se puede definir la consciencia real como la visión momentánea o parcial del mundo no-fenoménico – y a veces la participación directa en él. Solamente esta definición puede servir como una auténtica representación de la palabra "consciencia".

Próximamente, en nuestros estudios iniciales, debemos llegar a un entendimiento de la idea de la consciencia y de qué papel juega ésta en la evolución voluntaria.

Claro está, todo esto está sustentado en dos ideas muy importantes . . . ¿en realidad es posible lograr una gradación superior de consciencia?, y junto con esta pregunta, ¿realmente es posible evolucionar voluntariamente?, dejando momentáneamente de un lado la cuestión de lo que queremos decir con las palabras "voluntario" y "evolución".

Estas dos preguntas importantes suelen ser ignoradas por todas las escuelas de las ciencias esotéricas contemporáneas; pero cualquiera que entre en tal clase de escuela seguramente merece no sólo una respuesta, sino pruebas de que semejante sistema es posible y que la escuela representa un sistema funcional de la evolución voluntaria. Sólo después de que este asunto haya sido tratado será permisible que una escuela continúe proporcionando datos y condiciones para el trabajo sobre uno mismo. Una escuela que no puede demostrar satisfactoriamente la posibilidad de la evolución y la consciencia no merece existir.


George Ivanovitch Gurdjieff

G. I. Gurdjieff (1877-1949). Nacido en la Armenia rusa, buscó en las fuentes ancestrales las respuestas a las preguntas fundamentales del ser humano. Sus planteamientos constituyen un revolucionario y coherente cuerpo de ideas interrelacionadas, que guían al auténtico buscador por el camino de la evolución consciente. Figura mística y polémica, el "Tigre de Turkestán" dejó un poderoso legado orientado al despertar de las conciencias dormidas. Esta tradición, compleja y rigurosa, tiene seguidores y detractores en todo el mundo.

FRITZ PERLS -CONSCIENCIA-

¿QUÉ ES GUESTALT?

La idea de la terapia Guestáltica es convertir a las personas de cartón en personas de verdad. Ya lo sé, es un buen bocado. Y ade­más conseguir que el hombre de nuestro tiempo vuelva a la vida y enseñarle a usar su potencial innato, que pueda ser un líder sin ser un rebelde, que tenga un centro en lugar de vivir apoyándose en cosas. Todas estas ideas suenan a muy exigentes, sin embargo creo que ahora son posibles; que no es preciso estar durante años décadas y si­glos, tendidos en un diván, para lograr cambios que no son esenciales. La condición para conseguir esto es la siguiente: nuevamente tengo que irme atrás y referirme al medio social en que nos encontramos.


En las décadas anteriores, el hombre de la sociedad vivía pa­ra lo que era correcto, y cumplía su tarea sin importar si realmente quería su trabajo, o si era adecuado para él. La sociedad entera estaba regida por "debe-ísmo” y el puritanismo. Uno hacia su cosa, le gus­tara o no. Ahora, creo que el medio social completo ha cambiado. El puritanismo ha pasado a ser hedonismo. Comenzamos a vivir para divertirnos, para el disfrutar, para estar incitados. Cualquier cosa es aceptable siempre que sea agradable. Por lo demás, suena bastante bien. Sin embargo, es un traspié bastante serio. Me refiero a que nos hemos tornado fóbicos hacia el dolor y el sufrimiento. Permítanme repetir estas palabras - nos hemos tornado fóbicos hacia el dolor y el sufrimiento -. Todo aquello que no es divertido o agradable, debe evitarse. De modo que arrancamos cualquier frustración que pue­de ser dolorosa e intentamos irnos por un atajo. Y el resultado es falta de crecimiento. Cuando hablo de estar dispuestos para enfren­tar cosas que no son agradables, no estoy hablando, por cierto, en favor del masoquismo; por el contrario, el masoquista es una persona que le teme al dolor y ensaya siempre para tolerarlo. Me refiero al sufrimiento que va junto con el crecer. Estoy hablando de encarar con honestidad situaciones desagradables. Y esto está muy relacionado con el enfoque guestáltico. Sin embargo, no quisiera extenderme demasiado sobre el fenómeno mismo de la Guestalt. La idea central de Guestalt consiste en un todo, algo completo, en sí mismo, un entero que está. Apenas dividimos una Guestalt, tendremos partes y pedazos, y ya no un entero. Esto lo encontramos muchas veces, pero diré que si tenernos tres trozos de madera, uno aquí, uno aquí, y otro aquí, estos tres pedazos constituyen una Guestalt muy imprecisa. Si uno los junta así, se ve de inmediato que forman un triángulo, pero apenas son separados, el triángulo desaparece y la guestalt desaparece. Ahora bien, en la formación guestáltica biológica, la guestalt tiene una dinámica que regula toda la vida orgánica.


La Guestalt quiere ser completada. Si la guestalt no se completa, quedamos con asuntos inconclusos, y estas situaciones inconclusas presionan y presionan, y quieren ser completadas. Supongamos que hemos tenido una riña con alguien, realmente nos enfurecimos con ese tipo del que queremos vengarnos. Esta necesidad de venganza ­joderá y joderá hasta que concluyamos la situación. De modo que hay miles de guestalts inconclusas. Es muy sencillo deshacerse de estas guestalts. Estas guestalts van a emerger. Saldrán a la superficie. Y siempre ocurre que la guestalt más importante surge primero. No es necesario cavar “a lo Freud" en el inconsciente más profundo. Tenemos que darnos cuenta de lo obvio. Si logramos entender lo obvio, veremos que está todo ahí. Todo neurótico es una persona que no ve lo obvio. De modo que lo que estamos tratando de hacer en terapia Guestáltica es entender la palabra "ahora", el presente, el darse cuen­ta y ver lo que ocurre en el ahora. Y el llegar a entender el ahora toma un tiempo indefinido, desde cuatro semanas hasta veinte años.

El “ahora” es un concepto tan interesante y a la vez difícil, porque sólo se puede trabajar y lograr algo si se trabaja en el ahora y el presente. Por otro lado, tan pronto como se hace de esto una exigencia moralista, se ve de inmediato que resulta imposible. Si se trata de agarrar el ahora, ya se ha ido. Es una paradoja poder trabajar en el ahora y ser incapaz de aferrarse a él e incluso focalizarlo.

El otro punto que quiero recalcar con respecto a nuestra terapia es la palabra “cómo”. En los siglos anteriores preguntábamos “por qué". Andábamos en busca de causas, razones, excusas y racionalizaciones. Y pensábamos que cambiando las causas podríamos cambiar el efecto.

En nuestra era electrónica, ya no preguntamos por qué, preguntamos cómo. Investigamos la estructura, y al entender la estructura, sólo entonces podemos cambiarla. Y una estructura que nos interesa muchísimo es la estructura de nuestro argumento vital - a menudo también llamado Karma o destino – que, por lo general, está compuesto de autotortura, juegos futiles de automejoramiento, reali­zaciones y cosas por el estilo...
...Y entonces, se encuentran dos personas, y tienen argumentos vitales diferentes, y entonces tratan de imponerse respectivamente su guión vital o uno quiere agradar al otro, olvidando las necesi­dades propias, y convertirse en parte de su guión, y entonces viene el compromiso, la confusión, las peleas; y las personas se quedan pega­das entre ellas y todo el guión vital se enreda, lo que a su vez, es parte del guión vital.

Fritz Perls

Extracto del libro EL ENFOQUE GUESTÁLTICO & TESTIMONIOS DE TERAPIA; Editorial: CUATRO VIENTOS. Este libro es traducción de THE GESTALT APPROACH & EYE WITNESS TO THERAPY. ã Science & Behavior Books, 1973.
Autor: FRITZ PERLS (Friedrich Salomon Perls), Doctor en Medicina y Psicoanalista (1893-1970).
Por más que hayan sido muchos e importantes sus colaboradores, la Terapia Gestalt no existiría tal como la conocemos hoy sin su presencia, su talante y su genialidad.

OSHO (Bhagwan Rajneesh) -CONSCIENCIA-

EN LA EXISTENCIA NO HAY PREGUNTAS

La primera pregunta:

Como te he oído decir, la Existencia en su conjunto es la respuesta, no la pregunta. Si existe la respuesta y no la pregunta, ¿por qué surge la pregunta de la respuesta?

No surge de la respuesta; surge de ti. Y surge de ti porque no has visto aún la respuesta; todavía no has oído la respuesta.


Para conocer la Existencia has de ser existencial. No eres existencial; vives en los pensamientos. Vives en el pasado, en el futuro, pero nunca aquí y ahora. Y la Existencia es, exactamente, aquí y ahora. No estás presen­te; de ahí que surja la pregunta. La pregunta surge debido a tu desencuentro con la Existencia. Piensas que vives, pero no vives; piensas que amas, pero no amas. Sólo piensas en el amor, piensas en la vida, piensas en la Existencia, y ese mismo pensamiento es la pregunta, ese pensamiento es una barrera. Deja a un lado todo pensamiento... y ve. Entonces no encontrarás una sola pregunta; sólo existirá la respuesta.

Por eso insisto una y otra vez en que la búsqueda no es realmente en pos de una respuesta; en realidad no bus­cas para contestar tus preguntas, no. Buscas sólo cómo deshacerte de las preguntas, cómo contemplar la vida y tu exis­tencia con una mente sin preguntas. Ése es el significado de shrada, confianza. Esta es la dimensión más profunda de shrada, confianza: contemplas la Existencia con una mente sin preguntas. Simplemente la observas. No tienes una idea de cómo contemplarla, no le impones ninguna forma, no tienes ningún prejuicio. Simplemente miras con los ojos desnudos, completamente libre de cualquier pensa­miento, de cualquier filosofía, de cualquier religión. Con ojos de niño pequeño contemplas la Existencia y entonces, de súbito, sólo existe la respuesta. En la Existencia no hay preguntas. Las preguntas surgen de ti. Y seguirán surgien­do. Puedes continuar acumulando tantas respuestas como gustes... esas respuestas no te ayudarán. Tienes que obte­ner «la respuesta» y para obtener «la respuesta» tienes que dejar de preguntar. Cuando no hay ninguna pregunta en la mente, la visión es clara; tienes claridad de percepción, las puertas de la percepción están limpias y abiertas y todo se vuelve, repentinamente, transparente. Puedes ahondar has­ta el fondo. Dondequiera que mires, tu mirada penetra hasta el centro más profundo y allí, súbitamente, te encuentras a ti mismo.

Te encuentras a ti mismo en todas partes. Te encon­trarás en una piedra... si observas en profundidad, con intensidad suficiente. Entonces el que presencia, el obser­vador, se convierte en lo observado, el que ve se convierte en lo visto, el conocedor se convierte en lo conocido. Si observas con suficiente profundidad una piedra, un árbol, un hombre, o una mujer, si mantienes esa profunda con­templación, esa contemplación es circular. Empieza en ti, pasa a través del otro y regresa a ti. Todo es transparente. No hay ningún impedimento. El rayo va, se transforma en un círculo y recae de nuevo sobre ti.

De ahí una de las más grandes frases ocultas de los Upanishads: «Tat twamasi Svektetu», «Tú eres eso» o «Eso eres tú». El círculo está completo. Ahora el devoto es uno con Dios, ahora el buscador es uno con lo buscado, ahora el que pregunta se ha convertido en la respuesta.

En la Existencia no hay preguntas. La he vivido lo suficiente y no me he encontrado con una sola pregunta; ni siquiera un fragmento de una pregunta. Uno simplemente vive.

Entonces la vida posee una belleza propia. En la men­te no surge duda alguna, ninguna sospecha te rodea, en tu ser no hay ninguna pregunta. Eres indiviso, uno.


Osho (Bhagwan Rajneesh)

Extracto del libro TAO, “LOS TRES TESOROS”, Volumen II (Charlas sobre el Tao Te King de Lao Tse); Editorial: SIRIO
Autor: OSHO(Bhagwan Rajneesh), místico iluminado indio (1931-1990)

OSHO (Bhagwan Rajneesh) -CONSCIENCIA-

LAS CUALIDADES DEL NIÑO

La EXPERIENCIA del niño obsesiona durante toda su vida a la gen­te inteligente. La quieren repetir: la misma inocencia, el mis­mo asombro, la misma belleza. Ahora es un eco lejano; parece como si la hubiese visto en un sueño.


Pero toda la religión nace de la cautivadora experiencia de la in­fancia, del asombro, de la verdad, de la belleza y de la hermosa dan­za de la vida en todas las cosas. Los cantos de los pájaros, los colo­res del arco iris, la fragancia de las flores, recuerdan al niño que ha perdido el Paraíso en lo más profundo de su ser.

No es una coincidencia que todas las religiones del mundo ten­gan en sus parábolas la idea de que una vez el hombre vivió en el Paraíso y de alguna manera, por alguna razón, fue expulsado de él. Hay diferentes historias, diferentes parábolas, pero significando una verdad sencilla: estas historias son sólo un modo poético de decir que todo hombre nace en el Paraíso y después lo pierde. Los retrasados, los poco inteligentes, lo olvidan por completo.

Pero las personas inteligentes, sensibles, creativas, siguen es­tando obsesionadas por el Paraíso que una vez conocieron y que ahora permanece en ellas como una tenue memoria, difícil de creer. Empiezan a buscarlo de nuevo.

La búsqueda del Paraíso es nuevamente la búsqueda de tu in­fancia. Por supuesto, tu cuerpo no será ya el de un niño, pero tu conciencia puede ser tan pura como la de un niño. Este es el se­creto del camino místico: hacerte de nuevo un niño inocente, sin contaminar por los conocimientos, sin saber nada, todavía cons­ciente de todo lo que te rodea, con un profundo asombro y sentido del misterio que no puede ser desmitificado.

Alegría


Nadie permite a sus hijos bailar, cantar, gritar y saltar. Por ra­zones triviales - quizá pueden romper algo, quizá se les moje la ropa con la lluvia si corren en el exterior -, por pequeñas cosas se destruye por completo una gran cualidad espiritual: la alegría.
El niño obediente es elogiado por sus padres, por sus profesores, por todo el mundo, y el niño juguetón es censurado. Sus ganas de jugar podrían ser totalmente inofensivas, pero es censurado porque existe un peligro potencial de rebelión. Si el niño continúa crecien­do con total libertad para ser juguetón, acabará siendo un rebelde. No será fácilmente esclavizado; no le podrán reclutar fácilmente en un ejército para destruir gente, o para que le destruyan.

El niño rebelde se convertirá en un joven rebelde. Entonces no podrás obligarle a que se case; no podrás obligarle a aceptar un de­terminado empleo; no se le podrá obligar a satisfacer los deseos in­completos y los anhelos de sus padres. La juventud rebelde segui­rá su propio camino. Vivirá su propia vida de acuerdo con sus deseos más íntimos, no de acuerdo con los ideales de otra persona. Por todas estas razones, se sofoca su capacidad de jugar, se la aplasta desde el principio. Nunca se le da una oportunidad a tu natu­raleza. Poco a poco empiezas a cargar con un niño muerto en tu in­terior. Este niño muerto en tu interior destruye tu sentido del humor: no puedes reírte totalmente, con todo tu corazón, no puedes ju­gar, no puedes disfrutar de las cosas pequeñas de la vida. Te vuelves tan serio que tu vida, en vez de expandirse, comienza a encogerse. La vida debe ser, en cada momento, una creatividad preciosa. No importa lo que crees, podrían ser sólo castillos en la arena, pero todo lo que haces debería salir de tu capacidad de jugar y de tu alegría.

Inteligencia

La inteligencia no es algo adquirido, es inherente, es de naci­miento, es intrínseca a la vida misma. No sólo los niños son inteligentes, los animales a su manera son inteligentes, los árboles a su manera son inteligentes. Por supuesto, todos ellos tienen diferentes tipos de inteligencia porque sus necesidades difieren, pero ahora es un hecho aceptado que todo lo que vive es inteligente. La vida no pue­de existir sin inteligencia; estar vivo y ser inteligente son sinónimos.

Pero el hombre es un dilema por la sencilla razón de que él no sólo es inteligente, además es consciente de su inteligencia. Esto es algo único, es su privilegio, su prerrogativa, su gloria, pero puede convertirse fácilmente en su agonía. El hombre es consciente de que es inteligente: esta conciencia conlleva sus propios problemas. El primer problema es que crea el ego.

El ego no existe en ningún otro lugar excepto en los seres hu­manos, y comienza a crecer cuando el niño comienza a crecer. Los padres, las escuelas, los colegios, la universidad, todos ayudan a re­forzar el ego por la sencilla razón de que durante siglos el hombre ha tenido que luchar para sobrevivir, y la idea se ha convertido en una fijación, en un profundo condicionamiento inconsciente: sólo los egos fuertes pueden sobrevivir en la lucha por la vida. La vida se ha convertido sólo en una lucha por sobrevivir. Y los científicos lo han hecho incluso más convincente con la ley del más fuerte. Por eso ayudamos a todos los niños a reforzar el ego, y es ahí don­de surge el problema.

A medida que el ego se va haciendo más fuerte, comienza a ro­dear a la inteligencia como si fuese una espesa capa de oscuridad. La inteligencia es luz, el ego es oscuridad. La inteligencia es muy delicada, el ego es muy duro. La inteligencia es como una rosa, el ego es como una roca. Y si quieres sobrevivir, dicen - los supuestos sabios - que tienes que volverte como una roca, tienes que ser fuer­te, invulnerable. Tienes que convertirte en una fortaleza, una for­taleza cerrada, para que no puedas ser atacado desde el exterior. Tienes que hacerte impenetrable.
Pero entonces te cierras. Empiezas a morir en cuanto a tu inte­ligencia se refiere, porque la inteligencia necesita un cielo abierto, el viento, el aire, el sol para poder crecer, para expandirse, para fluir. Para seguir viva necesita fluir constantemente: si se estanca, se convierte poco a poco en un fenómeno muerto.

No permitimos a los niños que sigan siendo inteligentes. Lo pri­mero es que si son inteligentes, serán vulnerables, delicados, abiertos. Si son inteligentes serán capaces de ver las muchas false­dades que hay en la sociedad, en el Estado, en la Iglesia, en el sis­tema educativo. Se convertirán en rebeldes. Serán individuos; no serán fácilmente intimidados. Los puedes aplastar pero no los pue­des esclavizar. Los puedes destruir pero no puedes obligarles a ce­der. En un sentido, la inteligencia es algo muy suave, como una rosa: en otro, tiene su propia fuerza. Pero esta fuerza es sutil, no es grosera. Esta fuerza es la fuerza de la rebelión, la de una actitud in­sobornable. Uno no está dispuesto a vender su alma.

Observa a los niños pequeños y entonces no me preguntarás; verás su inteligencia. Sí, no son eruditos. Si pretendes que sean eruditos, es que no piensas que sean inteligentes. Si les haces pre­guntas que dependen de la información, no te parecerán inteli­gentes. Pero hazles preguntas reales que no tengan nada que ver con la información, que necesiten una respuesta inmediata, y ve­rás: son más inteligentes que tú. Por supuesto, tu ego no te per­mitirá aceptarlo, pero si consigues aceptarlo te ayudará muchísi­mo. Te ayudará a ti. Ayudará a tus niños, porque si eres capaz de ver su inteligencia, podrás aprender mucho de ellos. Aunque la sociedad destruye tu inteligencia, no puede destruir­la totalmente: solo la cubre con muchas capas de información.

Y esta es toda la función de la meditación: llevarte hacia dentro profundamente. Es un método para profundizar en tu propio ser hasta llegar al punto donde se encuentran las aguas vivas de tu in­teligencia, hasta que descubras la fuente de tu propia inteligencia. Sólo cuando hayas vuelto a descubrir a tu niño entenderás lo que quiero decir cuando enfatizo una y otra vez acerca de que los niños son realmente inteligentes.

La madre estaba preparando a Pedrito para ir a una fiesta. Cuando acabó de peinarle y colocarle el cuello de la camisa le dijo:
-¡Ahora vete, hijo! Diviértete... ¡y pórtate bien!
-¡Por favor, mamá! -dijo Pedro-. ¡Antes de que me vaya decíde­te por una de las dos!

¿Entiendes de qué estoy hablando? La madre estaba diciendo: «Diviértete... y pórtate bien.» Pero las dos cosas no pueden su­ceder a la vez. Y la respuesta del niño tiene un valor inmenso. Dice: «Por favor, antes de que me vaya decídete por una de las dos. Si dejas que me divierta, entonces no puedo comportarme: si quieres que me comporte, entonces no puedo divertirme.» El niño puede ver la contradicción claramente, que podría no ser tan evidente para su madre.

Un transeúnte le preguntó a un niño: -Hijo, ¿puedes decirme qué hora es?
-Sí, por supuesto -respondió el niño-, pero ¿para qué necesita saberla? ¡Está cambiando todo el rato!

Delante de la escuela colocaron una nueva señal de tráfico. De­cía: «Conduzca despacio. ¡No mate un estudiante!»
Al día siguiente apareció, debajo de la señal, una frase garaba­teada con letra de niño que decía: «¡Espere al profesor!»

El pequeño Pedrito regresa de la escuela con una gran sonrisa dibujada en la cara.
-Bueno, cariño, pareces muy contento. ¿Verdad que te gusta la escuela?
-No seas tonta, mamá -responde el niño-. ¡No se debe confun­dir el ir con el volver!

Mientras va andando lentamente hacia la escuela, el niño reza:
-Amado Dios, por favor no dejes que llegue tarde a la escuela. Te lo ruego, Dios mío, haz que llegue a tiempo...
En ese mismo momento pisa una piel de plátano y resbala unos metros en el camino. Mientras se levanta, mira irritado hacia el cielo y dice: -¡Vale, vale, Dios! ¡No hace falta que empujes!

La joven profesora escribió en la pizarra: -No me he divertío en tol verano.
Entonces preguntó a los niños: -¿Qué está equivocado en esta frase y qué debo hacer para co­rregirlo?
Ernestito gritó desde atrás: -Échate un novio.

Un niño pequeño estaba haciendo un test con un psicólogo:
-¿Qué quieres ser de mayor? -preguntó el psicólogo.
-Quiero ser médico, pintor o ¡limpiacristales! -responde el niño.
Confundido, el psicólogo le preguntó:
-Pero..., no lo tienes demasiado claro, ¿no?
-¿Por qué no? Lo tengo muy claro. ¡Quiero ver mujeres desnu­das!

El padre le estaba contando historias a sus hijos en el comedor después de cenar:
-Mi bisabuelo luchó en la guerra contra Rosas, mi tío luchó en la guerra contra el Kaiser, mi abuelo luchó en la guerra de España contra los republicanos y mi padre luchó en la segunda guerra mundial contra los alemanes.
A lo que el más pequeño respondió: -¡Mierda! ¿Qué le pasa a esta familia? ¡No se lleva bien con na­die!

Inocencia

Los niños pequeños son inocentes: pero no se lo han ganado, es natural. En realidad son ignorantes, pero su ignorancia es mejor que la supuesta cultura, porque la persona culta está simplemente ocultando su ignorancia con palabras, teorías, ideologías, filoso­fías, dogmas y credos. Está tratando de ocultar su ignorancia, pero con sólo rascar un poco no encontrarás en su interior sino oscuri­dad, no encontrarás sino ignorancia.
Los niños están en mucho mejor situación que las personas cul­tas porque son capaces de ver. A pesar de ser ignorantes, son es­pontáneos, tienen atisbos de inmenso valor.

Un niño pequeño, al que le había entrado el hipo, gritó: -Mamá, ¡estoy tosiendo del revés!

Una madre muy parlanchina llevó a su hijo a la consulta del psi­quiatra para que lo examinara. El psiquiatra examinó al pequeño y le sorprendió que no prestara ninguna atención a sus preguntas.
-¿Tienes algún problema oyendo? -le preguntó el psiquiatra.
-No -contestó el niño-. Tengo problemas escuchando.

¿Entiendes lo que está diciendo? Escuchar y oír son dos cosas totalmente diferentes. El niño había dicho: -No tengo problemas oyendo, pero escuchar me cansa. Uno tiene que oír (la cotorra de la madre está ahí), pero tengo problemas escuchando. No puedo prestar atención. -La madre y su manera de cotorrear han destrui­do algo de gran valor en el niño: su capacidad de atención. Está completamente aburrido.

El profesor de segundo grado envió a la pizarra a los niños para resolver problemas aritméticos. Uno de los niños dijo: -Me se ha acabado la tiza.
-Eso no es correcto -respondió el profesor-. El modo correcto es: «Se me ha acabado la tiza, se te ha acabado la tiza, se nos ha acabado la tiza, se les ha acabado la tiza.» ¿Entiendes ahora?
-No -dijo el niño-. ¿Qué ha pasado con toda la tiza?

El reloj acababa de dar las tres de la madrugada cuando la hija adolescente del sacerdote regresó del baile. El sacerdote y su espo­sa habían estado esperando a la muchacha levantados, y cuando apareció por la puerta éste le dijo con desprecio: -Buenos días, hija del demonio.
Hablando suavemente, como debería hacerlo cualquier mucha­cha, ésta respondió: -Buenos días, padre.


El profesor estaba tratando de enseñar a restar.
-Ahora. Hugo -dijo-, si tu padre ganase 30.000 pesetas a la se­mana y le descontaran 1.000 pesetas del seguro, 2.000 de la Segu­ridad Social y 5.000 de impuestos, y entonces le diera a tu madre ¡a mitad, ¿qué tendrá ella?
-¡Un ataque al corazón! -dijo el niño.

La cena había terminado. El padre y su hijo de nueve años es­taban en la sala de estar mirando la televisión. La madre y la hija estaban en la cocina lavando los platos sucios de la cena. De re­pente, el padre y el hijo escucharon un tremendo sonido al rom­perse algo en la cocina. Esperaron un momento sobresaltados pero no escucharon ni un ruido.
-Ha sido mamá la que ha roto el plato -dijo el niño.
-¿Cómo lo sabes? -preguntó su padre.
-Porque -respondió el hijo- ¡no ha dicho nada!

Desde la cocina llegó el sonido del estruendo de un vaso roto o una porcelana rota.
-¡Guillermito! -gritó su madre desde la sala-. ¿Qué demonios estás haciendo en ¡a cocina?
-Nada -dijo Guillermito-. ¡Ya he terminado!

Un vendedor que había estado trabajando en el área de Nueva Inglaterra iba a ser trasladado a California. El traslado había sido el principal tema de conversación en su casa durante semanas. La no­che anterior al gran traslado, su hija de cinco años se puso a rezar sus oraciones y dijo:
-Y ahora, Dios, me tendré que despedir para siempre porque ¡mañana nos vamos a California!

“¿Cómo conseguiste de niño mantener tu propia clari­dad y no dejarte intimidar por los adultos que te ro­deaban? ¿De dónde sacaste la valentía necesaria?”

La inocencia es valentía y claridad a la vez. No necesitas tener valentía si eres inocente. Tampoco necesitas claridad porque no hay nada más claro, más transparente, que la inocencia. Por lo tan­to, la cuestión consiste en cómo proteger la propia inocencia. La inocencia no es algo que se pueda conseguir. No es algo que tenga que aprenderse. No es algo como un talento: la pintura, la música, ¡a poesía, la escultura. No es como ese tipo de cosas. Es más pare­cido a respirar, algo con lo que naces.
La inocencia está en la naturaleza de todo el mundo. Todo el mundo nace inocente. ¿Cómo puede uno nacer sin ser inocente? Nacer significa que uno ha entrado en el mundo como una tabula rasa, sin nada escrito. Sólo tienes futuro, no tienes pasado. Este es el significado de la inocencia. Por eso trata primero de entender to­dos los significados de la inocencia. El primero es: no hay pasado, sólo hay futuro. Llegas al mundo como un observador inocente. Todo el mundo llega de la misma manera, con la misma cualidad de conciencia.

La pregunta es: “¿cómo me las he arreglado para que nadie pu­diera corromper mi inocencia, mi claridad? ¿de dónde saqué el coraje? ¿cómo conseguí no ser humillado por los adultos y su mundo?”

No he hecho nada, o sea que no se trata del cómo. Sencillamen­te sucedió, de modo que no puedo atribuírmelo.
Quizá esto es algo que le sucede a todo el mundo, pero comien­zas a interesarte por otras cosas. Empiezas a negociar con el mun­do de los adultos. Tienen muchas cosas que ofrecerte; tú sólo tie­nes una, y es tu integridad, tu dignidad. No tienes demasiado, sólo una cosa; puedes llamarlo como quieras: inocencia, inteligencia, autenticidad. Sólo tienes eso.
Y el niño está naturalmente muy interesado en todo lo que ve a su alrededor. Continuamente queriendo tener esto, tener aquello; es parte de la naturaleza humana. Si te fijas en un niño pequeño, incluso en un recién nacido, puedes ver que ha empezado a buscar a tientas; sus manos están tratando de encontrar algo. Ha iniciado el viaje.
En el viaje se perderá, porque en este mundo no puedes conse­guir nada sin pagar por ello. Y el pobre niño no puede entender que lo que está entregando es tan valioso que, aunque todo el mundo estuviese de un lado y su integridad del otro lado, su integridad se­guiría teniendo más peso, más valor. No tiene manera de saberlo. Este es el problema, porque el niño tiene sencillamente lo que tie­ne. Lo da por hecho.
Me estás preguntando cómo me las arreglé para no perder mi inocencia y mi claridad. No he hecho nada: simplemente, desde el principio... era un niño solitario porque fui criado por mis abuelos maternos; no estaba con mis padres. Estos dos ancianos estaban solos y querían un niño que fuera la alegría de sus últimos días. Por eso mis padres accedieron: yo era el hijo mayor, el primogéni­to, y me enviaron con aquéllos.
Durante los primeros años de mi infancia no recuerdo haber guardado ninguna relación con la familia de mi padre. Sólo me re­lacionaba con esos dos hombres - mi abuelo y su criado, que era un hombre muy hermoso- y con mi anciana abuela..., con esas tres personas. Y la distancia era tan grande... que estaba completamen­te solo. No eran una compañía, no podían hacerme compañía. Se esforzaban todo lo que podían en ser amistosos conmigo, pero era sencillamente imposible.
Me dejaron solo. No les podía contar nada. No tenía a nadie más, porque en ese pueblecito mi familia era la más rica, y era un pue­blo tan pequeño - en total no había más de doscientas personas - y tan pobre que mis abuelos no dejaban que me mezclara con los ni­ños del pueblo. Estaban sucios y, por supuesto, eran casi pordiose­ros. De modo que no había manera de tener amigos. Esto me cau­só un gran impacto. En toda mi vida nunca he sido amigo nadie, y nadie ha sido amigo mío. Sí..., he tenido conocidos.
En esos primeros años estaba tan solo que comencé a disfrutar­lo: y realmente es una alegría. De modo que, para mí, aquel hecho no fue una maldición, sino que demostró ser una bendición. Empecé a disfrutarlo y a sentirme autosuficiente; no dependía de nadie.
Nunca me han interesado los juegos por la sencilla razón de que desde mi infancia no había manera de jugar, no tenía con quien ju­gar. Todavía me puedo ver en esos primeros años, simplemente sentado.
Nuestra casa se encontraba en un hermoso lugar que teníamos justo enfrente de un lago. A lo lejos, kilómetros y kilómetros de lago..., era tan hermoso y tan silencioso. La paz sólo se alteraba de vez en cuando, al ver una fila de grullas blancas volando o lanzan­do llamadas de amor: de lo contrario, era exactamente el lugar ideal para la meditación. Y cuando una llamada de amor de un pájaro al­teraba la paz..., después de su llamada, la paz se ahondaba, se hacía más profunda.
El lago estaba lleno de flores de loto, y me solía sentar durante horas por allí muy a gusto, como si el mundo no tuviera impor­tancia: las flores de loto, las grullas blancas, el silencio...
Y mis abuelos eran muy conscientes de una cosa: que yo disfru­taba de mi soledad. Habían estado observando continuamente que no tenía ningún deseo de ir al pueblo a encontrarme con nadie, o de hablar con alguien. Incluso si querían hablar, mis respuestas eran sí o no; tampoco tenía interés en hablar. Por eso se dieron cuenta de una cosa, que disfrutaba de mi soledad y que era una obligación sagrada el no molestarme. Sueles decir a los niños:
- Estate en silencio porque tu padre está pensando, o tu abuelo está descansando. Estate quieto, siéntate en silencio.
En mi infancia sucedió lo contrario. En este momento no puedo contestar ni por qué y ni cómo: ocurría. Por eso digo que sencillamente ocurría, no me puedo atribuir el mérito de la situación.
Estas tres personas mayores estaban continuamente haciéndose señas unos a otros:
- No le molestes: lo está pasando muy bien. - Y empezaron a amar mi silencio.
El silencio tiene su vibración: es contagioso, particularmente e: silencio de un niño cuando no es impuesto, cuando no se debe a que le estés diciendo: - Te pegaré si molestas o haces ruido. – No, eso no es silencio. Eso no creara la vibración de alegría de la que estoy hablando: cuando un niño está en silencio espontáneamente, disfrutando sin motivo, su alegría no tiene causa: eso crea grandes ondas que se extienden a su alrededor.
En un mundo mejor, cada familia aprenderá de los niños. Tienes mucha prisa en enseñarles. Nadie parece aprender de ellos y tienen mucho para enseñarte. Y tú no tienes nada que enseñarles.
Sólo porque eres mayor y más poderoso empiezas a hacerlos como tú sin ni siquiera ponerte a pensar qué eres tú, hasta dónde has llegado, cuál es el estatus de tu vida interior. Eres un pobre; ¿y deseas lo mismo para tu hijo?
Pero nadie piensa; de otro modo la gente aprendería de los ni­ños pequeños. Los niños traen mucho del otro mundo porque es­tán recién llegados. Todavía llevan consigo el silencio del útero, el silencio de la existencia.
Por eso, fue sólo una coincidencia el que durante siete años per­maneciera sin ser molestado, sin nadie que me regañara, que me preparara para el mundo de los negocios, la política, la diplomacia. Mis abuelos, especialmente mi abuela, tenían más interés en de­jarme tan natural como fuera posible. Mi abuela es una de las cau­sas - estas pequeñas cosas afectan a todos tus patrones de vida - de mi respeto por las mujeres.
Era una mujer muy sencilla, sin estudios, pero de inmensa sen­sibilidad. Ella se lo aclaró a mi abuelo y a su criado:
- Todos nosotros hemos vivido un tipo de vida que no nos ha lle­vado a ningún sitio. Estamos más vacíos que nunca y ahora se acer­ca la muerte. Dejemos sin influir a este niño –insistió -. ¿Qué in­fluencia podemos ejercer? Sólo podemos hacerle como nosotros, y nosotros no somos nada. Démosle una oportunidad de ser él mismo.
Siento un profundo agradecimiento a esta anciana. Mi abuelo no hacía más que preocuparse, porque antes o después sería el res­ponsable:
- Nos van a decir: «Os dejamos a nuestro hijo y no le habéis en­señado nada.»

Mi abuela ni siquiera permitió que..., porque había en el pueblo un hombre que podría haberme enseñado, al menos, los rudimen­tos del lenguaje, de las matemáticas, un poco de geografía. Él ha­bía estudiado hasta cuarto grado; los cuatro primeros cursos de lo que se llama educación primaria en la India. Pero era la persona más instruida del pueblo.
Mi abuelo insistió con tesón:
-Puede venir a enseñarle. Por lo menos aprenderá el alfabeto y algo de matemáticas, para que cuando vaya a ver a sus padres no nos digan que hemos desperdiciado completamente estos siete años.
Pero mi abuela dijo:
-Después de estos siete años, déjales que hagan lo que quieran. Durante siete años sólo tuvo que mostrar su ser natural y nosotros no interferimos.
Y su argumento era siempre:
-Tú te sabes el alfabeto, ¿y qué? Sabes matemáticas, ¿y qué? Has ganado un poquito de dinero; ¿también quieres que él gane un po­quito de dinero y viva como tú?
Eso bastaba para mantener callado al anciano. ¿Qué podía ha­cer? Estaba metido en un aprieto porque no podía discutir, y sabía que le harían responsable a él, no a ella, porque mi padre iba a pre­guntarle: -¿Qué has hecho?
Y efectivamente este habría sido el caso, pero afortunadamente murió antes de que mi padre pudiera preguntárselo. Pero mi padre estaba repitiendo continuamente:
- Ese viejo es el responsable, él ha malcriado a este niño. Pero en ese momento yo ya era suficientemente fuerte y se lo dejé bien en claro:
- Delante de mí, nunca digas ni una sola palabra en contra de mi abuelo materno. Él me salvó de que me malcriaras; eso es lo que te da rabia. Pero tienes más hijos; edúcalos a ellos. Y ya me dirás al fi­nal quién es el malcriado.
Él tenía otros hijos, y fueron naciendo cada vez más niños. Le solía tomar el pelo: - Por favor, ten un niño más, completa la docena. ¿Once niños?, la gente pregunta: «¿Cuántos niños? Once no suena bien; una do­cena causa mejor impresión.»
Y años más tarde le solía decir:
- Tú sigue mimando a todos tus hijos; yo soy salvaje y seguiré siéndolo.
Lo que tú percibes como inocencia no es nada más que salvajis­mo. Lo que tú crees que es claridad no es más que salvajismo. De algún modo he escapado a las garras de la civilización.
Y una vez que fui suficientemente fuerte... Y por eso es que la gente insiste:
- Hazte cargo del niño tan pronto como puedas, no malgastes el tiempo, porque cuanto antes empieces, más fácil es. Una vez que el niño se hace suficientemente fuerte, entonces será difícil doble­garlo de acuerdo con tus deseos,
Y la vida está dispuesta en círculos de siete años. Una vez que el niño tiene siete años ya es suficientemente fuerte: ya no puedes ha­cer nada. Ahora sabe dónde ir, qué hacer. Ya es capaz de discutir. Es capaz de ver lo que está bien y lo que está mal. Y esa claridad al­canzará su clímax cuando tenga siete años. Si tú no interfieres en sus primeros años, a los siete años lo tendrá todo tan claro que vi­virá toda su vida sin ningún arrepentimiento.
Yo he vivido sin ningún arrepentimiento. He intentado averi­guar: ¿he hecho alguna vez algo equivocado? No se trata de que la gente piense que todo lo que yo he hecho está bien, no es ése el asunto: nunca he pensado que nada de lo que he hecho estuviese mal. El mundo entero podría pensar que estaba mal, pero yo ten­go la absoluta certeza de que estaba bien; hice lo que correspondía.

Osho (Bhagwan Rajneesh)

Extracto del libro EL LIBRO DEL NIÑO; Editorial: DEBATE
Autor: OSHO (Bhagwan Rajneesh), místico indio (1931-1990)