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Para amantes de la poesía, ya están disponibles en las webs de Amazon, y en formato E-Book, los 12 mejores Poemarios de Luis Ángel Barquín:

- Luz de marzo
- Compromiso
- Sonetos para una tarde de verano
- Más allá de las palabras
- Página
- Pulso
- Una luz en la luz
- Dhyana (en meditación)
- Cuaderno del vacío
- Esencia
- Ser
- Poemas de amor


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TE INVITO A VISITAR TAMBIÉN LUZ DE MARZO -Blog de la palabra Poética: Poemas y otros textos de Luis Ángel Barquín-

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sábado, 28 de febrero de 2009

JOSÉ ÁNGEL VALENTE -SOBRE LA POESÍA-

CÓMO SE PINTA UN DRAGÓN
XXXXXXXXXXXXXXXXXXX
nunca te quieras satisfacer
en lo que entendieres (...),
sino en lo que no entendieres.


Cántico espiritual: I, 12


Multiplicador de sentidos, el poema es superior a todos sus sentidos posibles. Y aunque todos ellos nos hubieran sido dados, el poema habría de retener aún de su naturaleza lo que en rigor lo constituye, la fascinación del enigma.

La palabra poética ha de ser ante todo percibida no en la mediación del sentido, sino en la inmediatez de su repentina aparición. Poema querría decir así lugar de la fulgurante aparición de la palabra.
La palabra que de ese modo aparece está grávida de significación, contiene el sentido como posibilidad e infinitud, semilla del sentido, al igual que los logoi spermatikoi, pensados por los estoicos, contienen las semillas -spérmata- del mundo.

Gime el logos por la encamación. El logos es la antropofilia de lo increado.

Donde la sobriedad te desasiste está el límite de tu inspiración (Hölderlin, carta de la primera estancia en Homburg, 1798-1800.)

No se trata de que la obra sea breve o larga. No importa escribir poco o mucho. Importa tener la gracia o el don de la «abundancia justa», como quiere José Lezama Lima en la «Plegaria tomista» de Tratados en la Habana.

En el Tao, la gestación es ya el nacimiento del ser humano. En la tradición china, la edad de un niño se contaba no a partir de su nacimiento, sino de su concepción.
También el poema nace al comenzar una larga gestación previa a lo que cabría llamar la escritura exterior.
(Vive con tus poemas antes de escribirlos, dice en su bella lengua Carlos Drummond de Andrade.) En realidad, el poema no se escribe, se alumbra. Por eso suele aparecer como el Viejo Niño, Lao-tseu, que abandonó la matriz de la madre Li (cuyo nombre teológico es Doncella de Jade del Relámpago Oscuro) a los ochenta y un años.

La corrección nunca es corrección de lo esencial. En el proceso de escritura la palabra tanteante se va encontrando o se va engendrando a sí misma. La corrección consiste sólo en reajustes que la palabra esencial impone. El proceso prolongado al que el poema está sujeto para llegar a ser es el proceso sumergido o radicalmente interior de su gestación. El poema gestado es el poema natural. El poema sobrecorregido es un producto artificial, como una gestación fuera del útero.

En la cerámica china, el contorno aísla lo representado (fénix, murciélago, pez, dragón, rama de almendro) reduciéndolo a su soledad esencial. Loto, almendro, figura humana en meditación, sobre lo blanco, sobre el vacío esencial.

Escribir es una aventura totalmente personal. No merece juicio. Ni lo pide. Puede engendrar, engendra a veces en otro una volición, una afección, un adentramiento. Otra aventura personal. Eso es todo.

Sólo se llega a ser escritor cuando se empieza a tener una relación carnal con las palabras.

El canto del pájaro es líquido. También la palabra poética sólo se reconoce en su fluir.

La poesía no sólo no es comunicación; es, antes que nada o mucho antes de que pueda llegar a ser comunicada, incomunicación, cosa para andar en lo oculto, para echar púas de erizo y quedarse en un agujero sin que nadie nos vea, para encontrar un vacío secreto, para adentrarnos en una habitación abandonada cuya puerta se pueda cerrar desde dentro sin que nadie en el exterior sospeche que una puerta se disimula en el muro, y para estarse allí en el claustro materno, seguros y escondidos, sin que nadie aparezca, sin que nadie nos saque a la luz pública, desnudos e indefensos, nos saque y nos suplicie y nos repita la sorda letanía cotidiana, la letanía aciaga de la muerte.

Cuando, en el camino hacia la escritura, percibimos un ritmo, una entonación, una nota, algo que es, sin duda, de naturaleza radicalmente musical, algo que remite al número y a la armonía, la escritura ha empezado a formarse. Escribir exige, ante todo, del oído una gran acuidad.

El espíritu es la metáfora de la infinitud de la materia.

Se escribe por pasividad, por escucha, por atención extrema de todos los sentidos a lo que las palabras acaso van a decir.

Crear, en suma, lo que es ya ruina, duración, la piedra fracturada; entrar no ya en el hoy, sino directamente en la memoria.

Ginebra, agosto de 1992

José Ángel Valente

viernes, 20 de febrero de 2009

RABINDRANATH TAGORE -POEMAS EN PROSA-

VERSIONES, PARÁFRASIS Y RECREACIONES
-Traducciones de Eduardo Carranza-

1. LAÚD DE AMOR

LA ESTRELLA

EL río avanza, mansamente, abriendo la noche. Las estrellas, desnudas, tiemblan en el agua. El río traza una línea de rumor en el silencio. He abandonado mi barca al capricho de las aguas. Tendido cara al cielo pienso en ti que duermes, extraviada entre los sueños. Tal vez ahora me sueñes, amor mío de nocturnos, húmedos ojos estrellados. Pronto mi barca ha de pasar frente a tu casa, amor mío, extendida en tu sueño como un río. Tal vez por mí palpite tu dormida boca entreabierta. Llega una ráfaga de fruta y de jazmín. Este viento ha pasado por tu casa y en él toco tu sueño y aspiro tu aroma y beso tu boca, amor mío que tal vez ahora andas conmigo, en un jardín, por tu sueño. Detrás de tu oreja, entre los cabellos, húmedos del baño todavía, arde un jazmín, en tu sueño. Dame la mano y mírame a los ojos, en tu sueño, amor mío, y suavemente, arrástrame al círculo mágico en que ahora, dormida, sonríes. Ya veo, entre la sombra de la orilla, una lucecita que me mira con amoroso parpadeo. Es tu casa: para mí la más dulce, la más cercana y lejana de las estrellas, amor mío.
* * * * *

CANCIÓN I

Siento que en mí palpitan todas las estrellas. El mundo corre por mi vida como un hermoso río. Las flores han pasado a través de mi sangre. Y toda la primavera de aguas y jardines se alza de mi corazón como un humo azul, y el aliento de todas las cosas canta como una flauta en mis sienes. Cuando la tierra se adormece llego a tu puerta. En lo alto callan las estrellas y tengo miedo de cantar. Velando espero hasta que tu sombra pasa por el balcón de la noche. Entonces regreso silencioso y lleno de ti. Luego, en la canto a la orilla del camino. El aire matinal escucha temblando y las flores vuelven hacia mí su rostro de pétalos. Los viajeros se detienen de pronto para mirarme frente a frente: es como si mi canto a cada uno le llamara por su nombre.
* * * * *

VOTO

Dímelo con tus ojos y cogeré los frutos de mi huerto en donde el tiempo se ha trocado en dulzura y con ellos llenaré una cesta que tenga forma de corazón o de navío para ti que estás tan lejos, en el jardín de la tarde. La estación avanza, avanza con pie dorado, llena de grave esplendor. La flauta del nostálgico calla en la sombra. Dímelo con tu silencio y la flauta gemirá por ti, entre todas la más lejana. Dímelo apenas con tu sonrisa y me daré a la vela sobre el río, hacia ti, rodeada por la lejanía. El viento de marzo se levanta e infla el pecho de las velas y las olas. Mi huerto exhala toda su alma a la hora entristecida en que la luz cierra sus párpados. Llámame con tu alma desde tu casa, en la playa de la lejanía, al otro lado del crepúsculo.
* * * * *

LA VENTANA

De repente se abrió de par en par esta mañana, la ventana de mi corazón que mira a tu corazón. Y maravillosamente vi mi nombre, aquel con que me nombra tu voz más íntima y querida, escrito sobre las hojas y las flores en tu corazón. Y esperé silencioso. Un instante se alzó, volando, el visillo que separa tus cantos de los míos. Y descubrí que en la claridad de tu mañana, en tu corazón, alguien cantaba mis canciones futuras, las que no he soñado ni cantado todavía. Y para aprender mis propias canciones, me senté, silencioso, a tus pies.
* * * * *

CANCIÓN 2

Escucha, corazón mío: en esta flauta canta la música del perfume de las flores silvestres, la música voluble de las hojas y del agua que huye entre árboles y grillos, la música de la penumbra sonora de alas y rumoreante de abejas. La flauta ha perfumado y encantado su sonrisa en los labios de mi amiga y derrama por mi vida su magia y su aroma.
* * * * *

EL RÍO

Cae el día. La luz cede ante el pecho de la sombra. Es tiempo de que vaya al río para llenar mi cántaro. El rumor del agua me llama por el aire como una fresca voz aleteante. Iré al río por el crepúsculo melancólico. El viento se levanta, único pasajero por el camino solitario. Un largo estremecimiento se desliza sobre el agua. Voy hacia el río y no sé si llegaré. Tampoco sé si volveré. Me invade una vaga ansiedad... Quizá tenga de pronto un encuentro imprevisto... A lo lejos, en su barca, un hombre desconocido toca su laúd.
* * * * *

SOLEDAD

Sentado a la puerta de mi cabaña canto en voz baja. La mañana, a mis pies, me mira con sus puros ojos de doncella. Por el camino ríen y cantan los enamorados. ¡Y nadie viene a acompañarme! Sentado a la puerta de mi cabaña sueño las nubes. El mediodía me contempla con sus quietos ojos. En la floresta dorada se miran los amantes. ¡Y nadie viene a acompañarme! Sentado a la puerta de mi cabaña callo nostálgico. La tarde me mira con sus ojos de cervato. Hacia el río, en la penumbra morada, se esfuman las parejas. ¡Y nadie viene a callar conmigo! Sentado en la puerta de mi cabaña suspiro y estoy triste. La noche me mira con sus ojos estrellados. En el aire cálido palpitan besos y caricias. ¡Y nadie viene a acompañarme!
* * * * *

LA CARTA

1. Al despertar encontraba su mensaje en la mano de la mañana. Como no aprendí a leer no sé lo que me diría. Siga el sabio entre sus libros. Nada le preguntaré. Y, ¿acaso el sabio podría comprenderlo?

2. Llevaré la carta a mi frente y luego la apretaré contra mi corazón. Cuando llegue la noche y asomen las estrellas una a una, la abriré sobre mis rodillas, la miraré, cerraré los ojos y me quedaré silencioso. Las hojas, entre luna y secreteo, me la leerán con su fina voz; el río pasará tarareando la letra de mi carta; y las siete estrellas del conocimiento me la cantarán por los cielos. Sin embargo, no encuentro exactamente lo que busco; no comprendo bien lo que quisiera aprender; pero este mensaje que no he sabido descifrar me hace dulce y alegre la jornada y mi pensamiento se ha trocado en melodía.

2. REINO DORADO

LOS NIÑOS

En la última playa del mundo los niños se reúnen. El infinito azul está a su lado, al alcance de sus manos. En la orilla del mundo, más allá de la luna, los niños se reúnen, y ríen, gritan y bailan entre una nube de oro. Con la arena rosa, dorada, violeta -en el alba, al medio día, por la tarde- edifican sus casas volanderas. Y juegan con las menudas conchas vacías. Y con las hojas secas aparejan sus barcas y, sonriendo, las echan al insondable mar. Los niños juegan en la ribera del mundo, más allá del cielo. No saben navegar, ni saben lanzar las redes. Los niños pescadores de perlas se hunden en el mar y, al alba, los mercaderes se hacen a la vela; los niños entretanto acumulan guijarros de colores y luego, sonriendo, los dispersan. No buscan tesoros escondidos, ni saben echar las redes. Sube la marea, con su ancha risa, y la playa, sonríe con su pálido resplandor. Las ondas en que habita la muerte cantan para los niños baladas sin sentido, como canta una madre que mece la cuna de su hijo. La ola baila y juega con los niños y la playa sonríe con su pálido resplandor. En la última ribera del mundo los niños se reúnen. Pasa la tempestad por el cielo solitario, zozobran los navíos en el océano sin caminos, anda la muerte, anda la muerte, y los niños juegan, entre una nube de oro. En la orilla del mundo, más allá de la luna, los niños se reúnen en inmensa asamblea de risas y de danzas y de juegos y de cantos.
* * * * *

ARRULLO

El sueño que aletea sobre los párpados del niño: -¿Quién me dirá de dónde vino?-Yo. Me cuentan, me han contado, que el sueño vive en la lejanía, en la aldea azul de las hadas: allí; a la sombra de la floresta que alumbran las luciérnagas con su tierno relámpago diminuto, se inclinan dos flores encantadas, parecidas a los ojos del niño, entre su aroma. Y es de allá de donde viene el sueño a cerrar con su beso los párpados del niño. La sonrisa que aletea, como un tenue centelleo, sobre los labios del niño cuando duerme: -¿Quién me dirá en dónde nació? -Yo. Me cuentan, me contaron, que la mano de la luna nueva, rozó el borde de una nube de otoño y allí, soñada por la mañana húmeda de rocío, una sonrisa nació: la sonrisa que, parecida al brillo de una lámpara bajo el agua, palpita en los labios del niño cuando duerme. ¿Y esa tibia frescura que en la piel del niño recuerda, a un tiempo, al trigo y a la rosa, antes en dónde se escondía? -Envolvía en un silencioso y amoroso misterio el corazón de la madre cuando era una doncella con el corazón lleno de sueños y de música: esa frescura que se extiende por el cuerpo del niño como una débil onda tibia.
* * * * *

LA MADRE CANTA

Cuando te traigo juguetes de colores, niño mío, entiendo el tornasol del agua y de la nube y entiendo por qué un hada pinta las flores por la noche y entiendo el arco-iris sobre el campo y el nácar en la playa de la luna: cuando te doy juguetes de colores. Cuando canto para que bailes, mi niño, sé por qué la música plateada del viento entre las ramas y el coro de las olas alrededor del mundo y la cadencia de la luz sobre las hojas: cuando canto para que tú bailes. Cuando en tus pequeñas manos ávidas pongo dulces y golosinas, comprendo para qué la miel en el cáliz de la flor y para qué la savia azucarada que en secreto madura la fruta, como el amor un corazón: cuando pongo dulces y golosinas en tus pequeñas manos ávidas. Cuando abrazo tu cara de jazmín y canela para hacerte sonreír, mi niñito querido, comprendo la dicha que se extiende por el cielo límpido de la mañana y la delicia en que la brisa de verano envuelve mi cuerpo y la onda del trigal al medio día: cuando te abrazo para que sonrías.

3. LAS COSAS Y EL ESPÍRITU

LA BELLEZA

Yo oprimo sus manos; yo la estrecho contra mi corazón. Yo intento enlazar con mis brazos su perfume, beber su sonrisa con mis besos, beber también su mirada con mis ojos. Mas, ay, nada queda en mis 'brazos, en mis labios, en mis ojos. ¿Pudo alguien tocar el azul del cielo? Yo me empino hacia la belleza y corro tras ella; mas la belleza se me escapa y sólo me deja su apariencia entre las manos. Nostálgico y cansado vuelvo a este juego divino. ¿Cómo podrían las manos de mi cuerpo, coger la flor que sólo el alma puede rozar?
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INVOCACIÓN A LA NOCHE

1. Oh noche, noche morena, hazme tu poeta! Durante miles de años los hombres han velado, mudos, a la sombra de tu estrellado poderío: déjame cantarte por todos ellos. Llévame en tu alado carro que silenciosamente se desliza de mundo en mundo, ¡oh tú! nocturna noche, magnífica y oscura!

2. A veces un espíritu ansioso entra, furtivo, en tu corte, y errando por tu mansión sin luz interroga vanamente los aires. Y a veces algún corazón traspasado por la flecha de júbilo que lanza el arquero desconocido, prorrumpe en su misterioso canto que estremece la tiniebla hasta sus cimientos. A ti las almas conturbadas vuelven sus ojos y quedan temblando de pronto, ante tu cielo parpadeante, como quien descubre un tesoro. Hazme tu poeta, oh noche, el poeta de tu insondable silencio.
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LA LUZ

La luz! ¡La luz! He aquí la luz que inunda el mundo y nos besa los ojos y el corazón,¡la luz! ¡Ah! la luz danza, delirante, en el centro de la vida, como en medio de una pradera! Mi amor, amada mía, si la luz lo toca con sus dedos, suena dulcemente como una campana de cristal. El cielo se abre. El viento huye saltando como una muchacha transparente. Y una como risa apasionada se desborda por toda la tierra. Sobre el corazón de la luz, amada mía, la mariposa abre sus alas tan tiernas casi como las alas de tu sonrisa. Sobre la cresta de las ondas de la luz se encienden los jazmines. La luz, amada mía, pone a las nubes un halo de oro y azul, y parece una reina vestida de su propia belleza. Un inmenso júbilo se extiende, de hoja en flor y de flor en ola en torno al mundo. El río del cielo ha borrado sus orillas. ¡Y la ola del gozo nos ahoga!
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EL FUEGO

1. Oh fuego, hermano mío, yo te canto un canto delirante. Eres la imagen brilladora y púrpura de la libertad. Alzas tus brazos hacia el cielo y tus dedos ávidos pulsan las arpas del aire. Y danzas tu danza ligera y terrible al son de tu propia música.

2. Cuando finen mis días, cuando mi alma rompa los límites, en ti arderán, hasta ser pávida ceniza, mis ojos, mis manos y mis pies. Mi cuerpo se hará uno con el tuyo, mi corazón será arrebatado en tu frenético torbellino,y la llama trémula que era mi vida se fundirá con tu llama única.
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LA VIDA

El mismo río de vida que circula por mis venas noche y día, circula por las venas del mundo y canta, en lo hondo, con pulso musical. Y es una vida idéntica a la mía la que a través del polvo de la tierra alza su verde alegría en innúmeras briznas de hierba, y estalla en olas tiernas y furiosas de hojas y flores. Y la misma vida, hecha flujo y reflujo, mece al océano, cuna del nacimiento y de la muerte. Mis sentidos se exaltan al tocar esta vida universal. Y siento la embriaguez de que sea en mi sangre donde en este momento palpita y danza el latido de la vida que huye a través del tiempo.
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CANCIÓN 3

A la rama que suavemente roza mi ventana como un anhelo vago, o una caricia, o un pensamiento, ¿qué aliento la mueve? El agua que rueda y canta, por el sol, por la luna, ¿qué boca sedienta busca? La luz que está como un ramo sobre la mesa en que escribo, ¿de qué corazón, de qué mirada enamorada viene? Y con esa voz que casi no es y como que me nombra, pasando en breve ráfaga por la calle solitaria de la media noche, ¿cuál entre mis muertos queridos me nombra?
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EL CAMINO

Allí donde existen los caminos, pierdo mi camino. En el ancho mar, en lo azul del vasto cielo nadie trazó rutas jamás. Las alas de los pájaros y su canto, la llamita de las estrellas, las flores en ronda de las estaciones, ocultan el sendero. Y he preguntado a mi corazón: ¿Acaso tu sangre, el paso de la sangre, no conoce el camino invisible?
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EN EL LÍMITE DE LA MAÑANA

Hemos llegado al límite del invierno. Desde aquí vemos ya a la primavera tendida en el campo. Vuelven los colores tras un largo asueto. Y la luna se asoma en un claro balcón. ¡Oh alma mía! Mira el pequeño río azul que nos separa de la estación dichosa. Respira el dulce viento que viene de la lejanía inaugurando las flores a su paso. Mira el puentecillo delgado como un suspiro, que hemos de atravesar esta noche. Mira el mañana a los ojos, ¡oh, alma mía! Deja de este lado del río tu pálida sonrisa y tu mirada triste. Deja las palabras cansadas y las antiguas canciones. Despójate del pasado como de una vieja túnica. Entonemos los cantos que despiertan el porvenir. Y corramos enlazados a cruzar el puente que nos separa del mañana florido y encantado. Alma mía, ¡oh alma mía!

4. AMOR

AMOR

He besado con mis ojos y con mi tacto la adorable superficie de este mundo. Y, como un velo bordado de árboles y pájaros, lo he plegado sobre mi corazón. Y tantos pensamientos y sentimientos he vertido en sus días y en sus noches que mi vida y el mundo se han fundido y son ya una sola sustancia amorosa. Y amo mi vida porque amo la claridad del cielo que toda está en mí. Abandonar este mundo es una realidad tan poderosa como amarlo. Mas si este amor hubiera de ser engañado y burlado por la muerte, el gusano de una desilusión semejante roería todas las cosas y hasta las estrellas, extinguidas, se derrumbarían en ceniza. Y cuando toco el sitio de mi corazón estoy tocando el mundo y el amor inmortales!
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IMAGEN DE LA VIDA

A la flor era semejante mi vida, en su aurora: a la flor que, abierta cuando la brisa de la primavera viene a golpear en su puerta, deja caer uno o dos pétalos, e ignorante de su tesoro, no siente su pérdida. Ahora cuando pasó la juventud, mi vida se parece al fruto que ya nada tiene que perder: y espera, espera a alguien, para darse toda entera, con toda su pesadumbre de dulzura.
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EL AVENTURERO

He pagado mis deudas, he cortado mis ataduras, las puertas de mi casa están abiertas, he olvidado mis amores: ¡soy libre, y me voy por el ancho mundo! En cuclillas, agrupados en su rincón, los otros tejen la tela gris de sus vidas, o cuentan su oro entre el polvo, o beben su triste vino, o cantan lánguidas canciones: y me llaman para que regrese a su lado. Pero yo he forjado mi espada y he vestido mi armadura, y mi caballo piafa de impaciencia. ¡Soy libre, es la mañana y parto a conquistar mi reino.
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EL POETA

El alma del poeta danza y delira sobre la ola de la vida, entre el clamor de vientos y mareas. Y cuando el sol esconde su frente y el cielo entristecido cae sobre el mar como los párpados sobre los ojos fatigados, el poeta, dejando su pluma y con la cabeza en la mano, deja huir su pensamiento hacia el abismo del silencio, hacia la niebla del eterno secreto.

5. CANCIONES A LO DIVINO

CANCIONCILLA

Descendiste de lo alto de tu trono y te paraste en la puerta de mi cabaña. Yo cantaba solitario en un rincón y mi melodía encantó tu oído. Bajaste de tu altura y te detuviste a la entrada de mi cabaña. Muchos son los maestros cantores de tu palacio en cuyos aires, a toda hora, vuela la música. Pero el himno ingenuo de este aprendiz ganó tu amor. Yo musitaba una delgada cadencia melancólica y tu oído supo distinguirla entre la gran sinfonía del mundo. Y, con una flor como recompensa, bajaste y te detuviste en la puerta de mi cabaña a escuchar la cancioncilla silvestre.
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ORACIÓN

Sí, Dios mío, yo lo entiendo muy bien: la luz de pie celeste cuya danza se confunde con la danza de las hojas; las indolentes nubes que navegan hacia el ocaso; la brisa pasajera, errando por mi frente como una mano de frescura: todo es es sólo tu amor, y nada más que tu amor sobre mi vida. Mis ojos se han lavado en la claridad matinal y tu mensaje ha descendido hasta mi corazón. En lo alto, tu rostro diáfano se inclina; tus ojos me han mirado a los ojos y contra tus pies bate mi corazón como una ola.
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EL DUEÑO

El mundo te pertenece ahora, y por siempre jamás. Y porque nada puedes desear, oh Rey mío, tampoco puedes hallar placer en tus riquezas. Y para ti, ellas son como si no existieran. Por esto, en el transcurso lento de los días me das lentamente lo tuyo, para luego, sin término, reconquistar en mí tu reino. Día tras día, tu sol se alza a través de mi corazón, y te amas en mí, y te reflejas en esta imagen tuya que es mi vida.
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EL GUÍA

Mis canciones te han buscado toda la vida. Ellas me guiaron de puerta en puerta, de mirada en mirada, de fruta en fruta y de sonrisa en sonrisa. Y con ellas palpando mi universo, he tocado la vida circulante. Mis canciones me enseñaron todo lo que jamás aprendí y me mostraron la escondida senda y alzaron un lucero azul sobre el horizonte de mi corazón. A través de los días mis canciones me guiaron hacia la misteriosa comarca del placer y del dolor. Y ahora, cuando llega la tarde y se aproxima el final del viaje, ¿hacia el pórtico de qué vago palacio me conducen mis canciones?
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EL VIAJE

Creía yo que mi viaje tocaba a su término, que había llegado al límite de mi reino y de mi poderío, que el sendero se extinguía bajo mis pies como a veces el sueño en el súbito despertar. Creía que mis provisiones de fuerza y de ensueño estaban agotadas y que el momento había llegado de retirarme a una penumbra silenciosa. Pero tu voluntad, Señor, y tu amor, no tienen fin en mí. Y he aquí que cuando las viejas palabras languidecían en mi lengua ya las nuevas melodías danzaban en mi corazón. Y he aquí que donde los viejos caminos se borraban, a mis pies se abría una nueva vereda bordeada de maravillas.
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EL QUE ESPERA

He aquí que ésta es mi sola delicia: esperar y esperar a la orilla del camino, en donde la sombra persigue a la luz y la lluvia viene andando sobre las huellas del verano. Los mensajeros, con las nuevas y el aire de otros cielos pasan veloces, me saludan y se apresuran a lo largo del camino. Mi corazón se desborda de júbilo y es dulce el hálito de la brisa volandera. Del alba al crepúsculo estoy en mi puerta: sé que de repente vendrá el dichoso instante en que veré. Entre tanto sonrío y canto, solitario. Entre tanto por el aire se expande el perfume de la promesa.
* * * * *

LA PROMESA

Vino a sentarse a mi lado y no me desperté. ¡Maldito sea mi sueño! Vino entre la noche apacible con su arpa en la mano y mis sueños se llenaron de música. ¡Ay!, he perdido mis noches y mis noches: ¡porque aquel cuyo aliento roza mi sueño, escapa siempre a mis ojos!
* * * * *

LA ORACIÓN

Cuando el corazón está seco y árido, desciende sobre mí resuelto en lluvia de bondad y de frescura. Cuando la vida, borrada su gracia, se haga dura y torva, ven a mí en floración de cantos. Cuando el tumulto eleve en todas partes su vocerío y su ráfaga, aventándome lejos, por el suelo, ven a mí, Señor del silencio, con tu paz y tu serenidad. Cuando mi corazón miserable solloce abandonado en un rincón de su cárcel, abre de par en par la puerta con tu aliento, Rey mío, y ven a mí con la gloria de un rey. Cuando el deseo ciegue mi espíritu, con su ilusión y con su polvo, Tú, el solo santo, Tú, el vigilante, ven a mí con tu relámpago y tu trueno.
* * * * *

EL CANTADOR

Estoy aquí para cantar. Es mi destino y mi parte en la fiesta del mundo. En esta sala que es tuya, tengo un rincón para sentarme y cantar en voz baja. Soy un ocioso en tu atareado mundo, Señor. Mi vida inútil sólo sabe expresarse en vagos acordes sin sentido, como el árbol en silabeo de hojas brilladoras, como el río en impensada cadencia de agua y viento, como el cielo en anhelante balbuceo de nubes. Cuando sea la hora de adorarte, cuando en la basílica húmeda y azulada de la media noche, suene el reloj de las estrellas, llámame, Señor, y yo me alzaré ante Ti, para cantar. Cuando en el aire tierno y límpido la mañana iza su arpa de oro, llámame a tu presencia y he de cantar pulsando la luz de la mañana.
* * * * *

EL DISCÍPULO

Tu lenguaje, Señor, es muy sencillo, mas no así el de los discípulos que hablan en tu nombre. Yo comprendo la voz de tus olas y el silencio de tus árboles. Comprendo la escritura de tus estrellas con que nos explicas el cielo. Comprendo la líquida redacción de tus ríos y el idioma soñador del humo en donde se evaporan los sueños de los hombres. Yo entiendo, Señor, tu mundo, que la luz nos describe cada día con su tenue voz. Y beso en la luz la orilla de tu manto. El viento pasa enumerando tus flores y tus piedras. Y yo, de rodillas, te toco en la piedra y en la flor. A veces pego mi oído al corazón de la noche para oír el eco de tu corazón. Tu lenguaje es muy sencillo, mas no así el de los discípulos que hablan en tu nombre. Pero yo te comprendo, Señor.
* * * * *

ORACIÓN 2

Que yo nunca rece para ser preservado de los peligros: sino para alzarme ante ellos y mirarlos cara a cara. Que no pida la extinción de mi dolor: sino el coraje que me falta para sobreponerme a él. Que no confíe en aliados en la guerra de la vida sobre el campo de batalla del alma: que sólo espere de mí. Que no implore, espantado, mi salvación: que tenga la fe necesaria para conquistarla. Dame no ser ingrato: pues a tu misericordia debo mis triunfos. Y si sucumbo, acude a mí con tu brazo fuerte. ¡Y dame la paz, y dame la guerra!
* * * * *

EL ÚLTIMO VIAJE

Sé que en la tarde de un día cualquiera el sol me dirá su último adiós, con su mano ya violeta, desde el recodo de occidente. Como siempre, habré musitado una canción, habré mirado una muchacha, habré visto el cielo con nubes a través del árbol que se asoma a mi ventana... Los pastores tocarán sus flautas a la sombra de las higueras, los corderos triscarán en la verde ladera que cae suavemente hacia el río; el humo subirá sobre la casa de mi vecino... Y no sabré que es por última vez... Pero te ruego, Señor: ¿podría saber, antes de abandonarla, por qué esta tierra me tuvo entre sus brazos? Y ¿qué me quiso decir la noche con sus estrellas, y mi corazón, qué me quiso decir mi corazón? Antes de partir quiero demorarme un momento, con el pie en el estribo, para acabar la melodía que vine a cantar. ¡Quiero que la lámpara esté encendida para ver tu rostro, Señor! Y quiero un ramo de flores para llevártelo, Señor, sencillamente.

jueves, 19 de febrero de 2009

SOBRE EL HAIKU -VICENTE HAYA-

PRÓLOGO DEL LIBRO “HAIKU-DÔ; EL HAIKU COMO CAMINO ESPIRITUAL”

PRÓLOGO: EL ORIGEN DE ESTE LIBRO

La salida del haiku de las fronteras japonesas y la conquista de las más distintas sensibilidades a lo ancho del planeta es un hecho consumado. La insistencia de la cultura japonesa en el cultivo de esta poética tiene ya cuatro siglos. Según las inagotables estadísticas japonesas, al año se producen en el País del Sol Naciente más de un millón de haikus notables. Actualmente, dentro del mundo de la sensibilidad poética nipona -de los que leen y en ocasiones escriben poesía- frente a los cuatro millones de japoneses que prefieren expresar sus sentimientos con el tanka (estrofa 5-7-5-7-7), hay entre veinte y treinta millones que eligen el haiku como más adecuado para captar lo que el corazón japonés siente. El título de “poesía nacional japonesa” (waka), “poesía de la armonía”, que hasta ahora ha ostentado el tanka, por su antigüedad, bien podría ser otorgado en el futuro en justicia al haiku. Sería una discusión interesante plantear cuál de los dos géneros es más japonés, si el haiku o el tanka. El tanka habla de amor y Naturaleza, ambos temas muy caros al alma japonesa; pero el haiku, al haber dejado a un lado los sentimientos amorosos, encarna el que tal vez sea el auténtico corazón de lo japonés: su dimensión mística.


El yunque en el que se forja esta sensibilidad mística del japonés es la descripción pura, exacta, sin intromisiones del yo, de lo que sucede fuera del poeta; la atención plena al mundo que nos rodea. Lo que se llama en japonés “espíritu de shasei”. Shasei significa “esbozo del natural, describir lo que uno presencia”. Un haiku es una instantánea de la realidad. El haiku no transforma el mundo; te pone en contacto con él, te lleva a él, te introduce en él. No explica la realidad, ni la embeIlece; la muestra. Porque parte de la base de que el mundo es perfecto. El mundo tal como es; con sus criaturas bellas y las que no nos lo parecen. Frente al tanka que preseleccionaba los objetos bellos que merecían entrar en elluundo de la literatura -ciruelo, ruiseñor, Luna...-, el haiku decide que no hay nada que no merezca transformarse en poesía.

Todo objeto es poético, toda realidad merece quedar fijada en la memoria colectiva; todo merece su fotografía... excepto el fotógrafo. Así de estricto. Por eso escribir haiku es una Vía; un entrenamiento del “yo” .. En tanto es un proceso de despertar de los sentidos, de atención, de naturalidad, de autenticidad, de paciencia, de desprendimiento, de extinción de la vanidad... Los maestros de haiku nos enseñan que el poeta debe eliminarse de su poesía para que sus versos capten la esencia dinámica de la realidad. Todo poeta honesto tiene la intención de describir algún aspecto del mundo lo mejor posible, pero en cuanto se recrea más de la cuenta embelleciendo el instante ha perdido el haiku. El haiku no es un juego literario; tiene que conmover o cambiar algo de ti. Cuando algo de lo que sucede fuera de ti te afecta, lo pones por escrito y luego lo sometes a la lectura de otros. Estos otros te dicen si ese haiku vale algo. Los otros son un regalo para ti. Porque tu haiku no es lo que has sentido, sino lo que haces sentir a otros a partir de eso que has experimentado. El poeta de haiku es sólo un instrumento, y un instrumento no sabe a qué suena. Tan sólo se deja oír. Alguien debe oír su música. El haiku está concebido para comunicar; para comunicar una impresión profunda. Si no lo logra, ha fracasado. Y entonces el poeta tiene la ocasión de adivinar qué de su interior no es real, según los fallos que tenga su haiku. No supo captar que había fuera eso, lo que aún no tenía dentro.

Si buscamos por encima de todo la modestia, escribiremos como Buson. Si nos creemos genios -al margen de que lo seamos o no- haremos el haiku de Bashô. Si somos complejos y valientes, llegaremos a ser Shiki. Si pensamos que somos cultos, como Sôseki. Si somos de ánimo ligero, como Kikaku. Si hemos logrado la plena conciencia de nuestros actos, seremos Santôka.. Si nos consideramos espiritualmente realizados, nos veremos siendo Hôsai. Si carecemos de gracia, Ryôkan. Y si lo que piensen de nosotros nos importa un pimiento, nos transformaremos en Issa. Nuestra manera de ser, nuestras virtudes y defectos, se evidenciarán en nuestro haiku y cualquiera podrá ahí fácilmente verlos.

La traducción del haiku es también una Vía espiritual. En primer lugar, te obliga a esperar. Esperar a ser invitado sin esperanzas de llegar nunca a ser aceptado. No se puede entrar en el reino de un haiku sin haber sido invitado. Sin colocarte en la explanada ante la puerta, como los aspirantes a ser monjes del mikkyô (budisrno esotérico), y esperar con viento y lluvia durante semanas a que se abra -esa sola vez que se abre al año- y seas elegido para entrar en el recinto interior.

En segundo lugar, eres objeto de un desafío. A pesar de su sencillez, cada uno de los haikus nos interpela en el fondo de nuestros corazones, a veces cansados, sobreestimulados, distraídos, llenos de nada. “Resuelve mi belleza”, parece querer decimos cada haiku. Y tantas veces como lo olvidemos, vuelve a subir a la superficie de nuestra conciencia, con un mismo imperativo: “Resuelve mi belleza”. En este libro se proponen setenta haikus como setenta enigmas dispuestos a ser descifrados. Con el convencimiento de que todo esfuerzo por desvelar un haiku tiene como resultado el desvelamiento del corazón de quien lo intenta. Así es el carácter especular del haiku. Porque nadie cuenta por sí mismo con los recursos necesarios para descifrar la perfección de un haiku, sólo se puede hacer un acto de vaciamiento Y exponernos a él como ante un espejo. Somos lo que debe descifrar el enigma de la belleza del haiku. Únicamente así logramos ser un poco menos enigma para nosotros mismos. Tal como expliquemos un haiku, así seremos. Vemos nuestra alma en el haiku que tenemos delante. Éste ha sido el ejercicio que hemos querido hacer ante los lectores de estas páginas para que entre todos sigamos profundizando en esa esquiva y maravillosa naturaleza del haiku japonés. Es ésa la razón de que el estudio del haiku pueda convertirse para nosotros en un camino espiritual. Y como todo camino, requiere de una gran conciencia de tus actos y tus decisiones. Tratar de meter en el haiku más de lo que en él hay es más desgraciado que no descubrir algo de lo que contiene. Si escribir haikus es un magnífico entrenamiento de apertura al misterio, traducir y comentar haikus te enseña la difícil ciencia de ser prudente.

Hace siete años la maestra japonesa Nagamatsu Kazue nos regaló la caligrafía de este haiku de Chiyo-jo:

Amagumo ni hara no fukururu kawazu kana

La rana
infla el buche ante las nubes
que traen la lluvia

Y nos dijo: «Cómo podríamos explicar a los que no son japoneses lo que nosotros sentimos ante la lectura de un haiku como éste?». Estuvimos durante siete años aplazando el compromiso que suponía este interrogante. Durante este tiempo publicamos en castellano una decena de libros sobre este género. Pero no nos atrevimos a comentar haikus realmente difíciles, como éste de Chiyo. Difíciles, en algunas ocasiones -como ésta- por su aparente simplicidad. Finalmente decidimos asumir el reto. Después de estudiar con calma el haiku de Chiyo, escribimos:

«Para entender un haiku en el que se habla de una rana, hay que ser una rana. Si no, ¿cómo ver una nube con ojos de rana y desear comérsela? Se emplea la expresión hara ga fukureru (inflar la barriga), que en japonés coloquial significa lo que el castellano "comer con los ojos". Nosotros -los seres humanos- sabemos que las ranas no comen lluvia. Pero, al menos esa rana que está observando Chiyo, no lo sabe. Y ahí está, inflando el buche mientras ve venir nubes grises de lluvia, relamiéndose como el que anticipa un festín. La confusión de esta rana ha debido resultarle cómica a la poetisa. Sin embargo estamos ante algo más que un simpIe haiku cómico. Bajo su sencillez inquebrantable, este haiku esconde un misterio. Un misterio que es capaz de viajar lejos, de un corazón a otro, sin mostrarse. La clave para comprenderlo no está en los tres sustantivos (nubes de lluvia, vientre, rana) ni en el único verbo (inflar), sino en una partícula: ("ni"), que en este caso puede tener una doble traducción: "ante" o "por causa de". Es esa partícula la que está soportando toda la tensión entre los dos polos de este haiku: las nubes y la rana. El genio del haiku japonés es su habilidad para captar relaciones entre cosas. En este haiku de Chiyo, tenemos, de una parte, el "estar" de una rana -quieta en su lugar, con sólo un movimiento de vientre que pretende mágicamente atraer hacia sí las nubes que son el objeto de su deseo-; de otra parte, tenemos el suave fluir -casi también el "estar"- de esas nubes grises que han hechizado a una rana, y que van discurriendo hacia el exacto lugar donde ella detenida las espera. Dos polos claros, dos elementos en relación: unas nubes que parecen dispuestas a contener su lluvia hasta que se dicte el instante de soltarla, y una rana que cree poder alimentarse de esa lluvia. La relación como misterioso malentendido. El mundo tal como es. El misterio donde dejamos de percibirlo».

La explicación vino como una especie de permiso para seguir intentándolo con otros haikus. Desde entonces, la búsqueda de estos haikus difíciles se intensificó y la tarea fue ya imparable. Repasamos todos esos haikus que habíamos estado arrumbando durante años y decidimos presentarlos en un libro conjunto: una antología de haikus de belleza inexplicable. La colaboración de Yamada Akiko iba a resultar, como en otras ocasiones, fundamental. Su sabia opinión, su extraordinaria intuición, se iban a enriquecer con otras como la de Tsuji Hiroko, Tsujioka Mika, Iwashita Sayoko, y la de los profesores Aoki Fumio y Tsuji Mitsuhiro. A todos ellos, nuestro más profundo agradecimiento.
A pesar de nuestros denodados esfuerzos por desentrañar el misterio de cada haiku, éste permanece perpetuamente a salvo. El haiku nos ha desafiado para luego hacemos saber de nuestro fracaso. Saber que aún no somos red para el pez que pretendernos atrapar. El fracaso es parte de nuestro entrenamiento espiritual. Así reafirmamos la necesidad de seguirnos puliendo, de seguir afinando nuestros sentidos según las enseñanzas de los maestros del haiku japonés. No para lograr ningún objetivo. Los objetivos van a verse una y otra vez frustrados. Sino para que comiencen las transformaciones en nosotros mismos y llegar gracias a ellas a ubicamos de verdad en nuestro mundo. El haiku es un modo extraordinario de entrar en la realidad que nos soporta, de vivir la existencia por dentro.

Vicente Haya
Barcelona, 17 de julio de 2006

lunes, 9 de febrero de 2009

EZRA POUND -POEMAS DE AMOR-

ALBA

Fresca como las pálidas hojas húmedas
de los lirios del valle
al alba yace ella junto a mí.

CANTAR CXX

He intentado escribir el Paraíso.
Que no os mováis.
Dejad hablar al viento,
ese es el Paraíso.

Que los dioses olviden
lo que he realizado.
A aquellos a quienes amo,
perdonen lo que he realizado.

(Versión de Javier Calvo)

EL DESVÁN

Ven, apiadémonos de los que tienen más fortuna que nosotros.
Ven, amiga, y recuerda
que los ricos tienen mayordomos en vez de amigos,
y nosotros tenemos amigos en vez de mayordomos.
Ven, apiadémonos de los casados y de los solteros.

La aurora entra con sus pies diminutos
como una dorada Pavlova,
y yo estoy cerca de mi deseo.
Nada hay en la vida que sea mejor
que esta hora de limpia frescura,
la hora de despertarnos juntos.

(Versión de Javier Calvo)

EL ENCUENTRO

Mientras ellos hablaban todo el tiempo de la nueva moral,

ella me exploraba con sus ojos.
Y cuando me levanté para marcharme
sus dedos fueron como el tejido
de una servilleta japonesa de papel.

(Versión de Javier Calvo)

FRANCESCA

Saliste de la noche
Con flores en las manos.
Vas a salir ahora del tumulto del mundo,
de la babel de lenguas que te nombra.

Yo que te vi rodeada de hechos primordiales,
monté en cólera cuando te mencionaron
en oscuros callejones.
¡Cómo me gustaría que una ola fresca cubriera mi mente,
que el mundo se trocara en hoja seca,
o en un vilano al viento,
para que yo pudiera encontrarte de nuevo
sola!

Ezra Pound

MARIO BENEDETTI -POEMAS MÍSTICOS-

DESDE LOS AFECTOS

Cómo hacerte saber que siempre hay tiempo?

Que uno tiene que buscarlo y dárselo...
Que nadie establece normas, salvo la vida...
Que la vida sin ciertas normas pierde formas...
Que la forma no se pierde con abrirnos...
Que abrirnos no es amar indiscriminadamente...
Que no está prohibido amar...
Que también se puede odiar...
Que la agresión porque sí, hiere mucho...
Que las heridas se cierran...
Que las puertas no deben cerrarse...
Que la mayor puerta es el afecto...
Que los afectos, nos definen...
Que definirse no es remar contra la corriente...
Que no cuanto más fuerte se hace el trazo, más se dibuja...
Que negar palabras, es abrir distancias...
Que encontrarse es muy hermoso...
Que el sexo forma parte de lo hermoso de la vida...
Que la vida parte del sexo...
Que el por qué de los niños, tiene su por qué...
Que querer saber de alguien, no es sólo curiosidad...
Que saber todo de todos, es curiosidad malsana...
Que nunca está de más agradecer...
Que autodeterminación no es hacer las cosas solo...
Que nadie quiere estar solo...
Que para no estar solo hay que dar...
Que para dar, debemos recibir antes...
Que para que nos den también hay que saber pedir...
Que saber pedir no es regalarse...
Que regalarse en definitiva no es quererse...
Que para que nos quieran debemos demostrar qué somos...
Que para que alguien sea, hay que ayudarlo...
Que ayudar es poder alentar y apoyar...
Que adular no es apoyar...
Que adular es tan pernicioso como dar vuelta la cara...
Que las cosas cara a cara son honestas...
Que nadie es honesto porque no robe...
Que cuando no hay placer en las cosas no se está viviendo...
Que para sentir la vida hay que olvidarse que existe la muerte...
Que se puede estar muerto en vida..
Que se siente con el cuerpo y la mente...
Que con los oídos se escucha...
Que cuesta ser sensible y no herirse...
Que herirse no es desangrarse...
Que para no ser heridos levantamos muros...
Que sería mejor construir puentes...
Que sobre ellos se van a la otra orilla y nadie vuelve...
Que volver no implica retroceder...
Que retroceder también puede ser avanzar...
Que no por mucho avanzar se amanece más cerca del sol...
Cómo hacerte saber que nadie establece normas, salvo la vida?

Mario Benedetti

sábado, 7 de febrero de 2009

ANTONIO PORCHIA -AFORISMOS-

LAS "VOCES" DE ANTONIO PORCHIA (Selección)

1. Mi pobreza no es total: falto yo.

2. Si no levantas los ojos, creerás que eres el punto más alto.

3. No hallé como quién ser, en ninguno. Y me quedé, así: como ninguno.

4. El mal de no creer es creer un poco.

5. Sé que no tienes nada. Por ello te pido todo. Para que tengas todo.

6. Vengo de morirme, no de haber nacido. De haber nacido me voy.

7. Dios mío, casi no he creído nunca en ti, pero siempre te he amado.

8. Si yo fuese como una roca y no como una nube, mi pensar, que es como el viento, me abandonaría.

9. Quien perdona todo ha debido perdonarse todo.

10. Me hicieron de cien años algunos minutos que se quedaron conmigo, no cien años.

11. Se vive con la esperanza de llegar a ser un recuerdo

12. Casi no he tocado el barro y soy de barro.

13. Se pueden tender puentes para salvar vacíos, pero no en un total vacío como tu total vacío.

14. Cuando no me hago daño, temo hacer daño.

15. En la calle, nada más que la calle, y en tu casa, nada. Ni la calle.

16. Estoy tan poco en mí, que lo que hacen de mí, casi no me interesa.

17. Donde hemos puesto algo, siempre creemos que hay algo, aunque no haya nada.

18. Hombres y cosas, suben, bajan, se alejan, se acercan. Todo es una comedia de distancias.

19. ¿Es tanto lo que no sé? ¿Y cómo? ¿Es que alguna vez habré sabido tanto, que es tanto lo que no sé?

20. Si pudiera dejar todo como está, sin mover ni una estrella, ni una nube. ¡Ah, si pudiera!

21. Las certidumbres sólo se alcanzan con los pies.

22. El hombre, cuando sabe que es una cosa cómica, no ríe.

23. En mi silencio sólo falta mi voz.

24. En todas partes mi lado es el izquierdo. Nací de ese lado.

25. No me hables. Quiero estar contigo.

26. Cuando me llaman «mío», no soy nadie.

27. Hasta el más pequeño de los seres lleva un sol en los ojos.

28. Para librarme de lo que vivo, vivo.

29. Si eres bueno con éste, con aquél, éste, aquél dirán que eres bueno. Si eres bueno con todos, nadie dirá que eres bueno.

30. Para los que mueren, esta tierra es lo mismo que la más lejana estrella. No debiera preocuparnos tanto lo que sucede... en la más lejana estrella.

31. Cuanto vuelve, no vuelve todo, ni aun volviendo todo.

32. He perdido doble, porque también he ganado.

33. Quien hace un paraíso de su pan, de su hambre hace un infierno.

34. Mi alma tiene todas las edades, menos una: la de mi cuerpo.

35. Y si es tan veloz el cambiar de las cosas, cuando vemos las cosas no vemos las cosas. Vemos el cambiar de las cosas.

36. Los sí y los no son eternidades que duran momentos.

37. La piedra que tomo en mis manos absorbe un poco de mi sangre y palpita.

38. Solamente donde puedo estar todo siento que está todo. Y a veces hasta en nada puedo estar todo. Y a veces ni en todo puedo estar todo.

39. Comprendo que la mentira es engaño y la verdad no. Pero a mí me han engañado las dos.

40. Todas las cosas pronuncian nombres.

41. Cuando las estrellas bajan, ¡qué triste es bajar los ojos para verlas!

42. Me iré de ti, pero tú no te vayas de mí. Porque me iré de ti como me voy de todo, sin que nada se vaya de mí.

43. Esos muy diminutos seres que viven un corto momento, sabemos que viven un corto momento, pero no sabemos si viven cien largos años en el corto momento que viven.

Antonio Porchia

ANTONIO PORCHIA (Argentina, 1886 - 1968 ), fue un poeta argentino. Nació en Conflenti (Calabria -Italia) pero, luego de la muerte de su padre en 1900, se muda a Argentina.

Escribió en castellano su única obra, VOCES, un libro de aforismos.


Ha sido traducido al inglés por W.S. Merwin), al francés, al alemán. Fue en extremo sucinto escritor, un autor de culto para renombradas figuras de la literatura contemporánea como André Breton, Jorge Luis Borges, Roberto Juarroz, Henry Miller.

Algunos críticos marcan un paralelismo con el japonés Haiku y encontrado similitudes con un número de Escuelas del Pensamiento Zen.

viernes, 6 de febrero de 2009

OCTAVIO PAZ -HAIKUS-

El mundo cabe
en diecisiete sílabas:
tú en esta choza.

***
Troncos y paja:

por las rendijas entran
Budas e insectos.

***
Hecho de aire

entre pinos y rocas
brota el poema.

***
Entretejidas

vocales, consonantes:
casa del mundo.

***

Huesos de siglos,
penas ya peñas, montes
:
aquí no pesan.

***
Esto que digo

son apenas tres líneas:
choza de sílabas.

***
ALBA


Sobre la arena
escritura de pájaros:
memorias del viento.

***
CALMA

Luna, reloj de arena:
la noche se vacía,
la hora se ilumina.

***
PARES Y NONES

Mientras los periódicos
se deshojan
tú te cubres de pájaros.

***
Alzo los ojos: no hay nada.
Silencio sobre la rama,
sobre la rama quebrada.

Octavio Paz


domingo, 1 de febrero de 2009

JOSÉ ÁNGEL VALENTE -POEMAS MÍSTICOS-

RAÍZ DE FRAGMENTOS DE UN LIBRO FUTURO

SUPO,
después de mucho tiempo en la espera metódica
de quien aguarda un día
el seco golpe del azar,
que sólo en su omisión o en su vacío
el último fragmento llegaría a existir.

SUBE EN NOSOTROS

SUBE en nosotros
el nivel de la sombra.
XXXXXXXXXXXXXXXXXXXMuy Despacio
sube la noche.
XXXXXXXXXXXXAbajo brilla
radiante un sol oscuro.
XXXXXXXXXXXXXXXXXXXLlama.
Nos llama.
XXXXXXXXXVértigo
sin tiempo.
XXXXXXXXXXDime,
ahora que sentado al borde de las aguas
veo pasar la sombra que me lleva, dime,
¿se irá con ella tu indeleble memoria?

TAMQUAM CENTRUM CIRCULI

LA memoria nos abre luminosos
corredores de sombra.

Bajamos lentos por su lenta luz
hasta la entraña de la noche.

El rayo de tiniebla.

Descendí hasta su centro,
puse mi planta en un lugar en donde
penetrar no se puede
si se quiere el retorno.

Se oye tan sólo una infinita escucha.
Bajé desde mí mismo
hasta tu centro, dios, hasta tu rostro
que nadie puede ver y sólo
en esta cegadora, en esta oscura
explosión de la luz se manifiesta.

NI SIQUIERA

TODO parecería ahora
llevarte a la extinción.
XXXXXXXXXXXXXXXXXXXXAbandonado
de la sola palabra que tal vez aún podría
levantarme hacia ti.
XXXXXXXXXXXXXXXXXXNo estás.
XXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXNo está
la tu sola palabra.

Se espesa en torno el reino de lo gris.

Un ave cae
del centro mismo de su vuelo.
XXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXEl agua
del manantial, impura, ciega
los pozos de la sed.
XXXXXXXXXXXXXXXXXEn esta noche
no busques luz ni abrigo,
no busques lealtad
ni amor.
XXXXXXXXXXXXXXXXXEstás sentado
enfrente de ti mismo y ni siquiera
puedes mirarte con piedad.

LA CERTEZA

CAMINABAS despacio.

Tu cuerpo fatigado aún arrastraba
la absoluta ruina
de ti.

Te acariciaba tenuemente el sol.
Tú ibas disolviéndote en su luz.

Quedaban todavía algunos pasos.
¿Hacia dónde?
XXXXXXXXXXXXNi siquiera sabías
con certeza cuántos podrías dar.

EL VISITANTE

ALGUIEN me dice
que un hombre joven viene
de tiempo en tiempo a visitar tu tumba.

Desbroza los hierbajos.

Un hombre joven, dicen, bello
con un sombrero campesino.

Interrogado, dijo
ser un amigo de tus familiares.

¿Quién es esa figura que así acude?

Tal vez eres tú mismo que regresas
para ver dónde estás y depositas
al pie de tus cenizas,
húmedo, un ramo
de lluvia o de tristeza.


INMINENCIA DEL PLENILUNIO

SE va poniendo grande
y redonda, carnal, la luna.


Creciente está desde su propia entraña.
Espejo o vientre
luminoso de un dios que la fecunda.


Su luz no es suya, pero el don es suyo.

Luna solar que el día me arrebata.

Permanece en el cielo para siempre,
perpetuamente derramada madre.


Ven, reaparece.
XXXXXXXXXXXXXXCeleste acude o vuelve.
Jamás te ocultes, duradera, danos
la paz.


RETORNO


TU imagen melancólica
en el cristal tan tenue
borrada por la lluvia
es la imagen de un niño
que aún se asoma a su adentro
buscando a tientas la quebrada imagen
de lo que quiso ser.


DÍAS DE OCTUBRE DE 1996

EL amarillo, el verde, el encendido
rojo sólo para morir
bajo el tendido velo del otoño.


La luz no está en la luz, está en las cosas
que arden de luz tenaz bajo la lluvia.


Nada tiene más fuego en sus entrañas
que la melancolía ardiente de esta hora.


Nada tiene más fuego que la ausencia.

¿Llorar?
XXXXXXXLloradme nunca.
XXXXXXXXXXXXXXXXXXXXMe he perdido
con el aire en las bóvedas tan bajas
de un cielo que, piadoso, me disuelve.

MEMORIA


COMO pan vino la palabra,
como fragmento de crujiente pan
fue dada,
igual que pan que alimentase el cuerpo
de materia celeste.


Vino, compartimos su íntima sustancia
en la cena final del sacrificio.


Y nos hicimos hálito, sólo soplo de voz.

Palabra, cuerpo, espíritu.

El don había sido consumado.

PRESENCIA

TU súbita presencia.

Toda tu luz irrumpe duradera,
dura como la piedra.
XXXXXXXXXXXXXXXXXXVienes
tan inmóvil, tan adentro de ti.
Lo hondo.
XXXXXXXXXEn tu sola existencia,
tu sola luz, estás
ardiendo para siempre.


OBRADOIRO

LA verdinegra
ascensión amarilla de la piedra
sobre el fondo oscuro, solitario, del aire.


Enfrente, lejos, el crepúsculo
que tiene aún un lecho
de roja luz,
delgado lecho o borde ardiente, ardido,
para la claridad,
la última, que como velo tenue
mantuviera la mano
de una diosa desnuda.


La lenta piedra va
escondiéndose en sombra
por sus entrañas mismas engendrada.


La piedra ha parido la noche.

Ha dado a luz la noche.

Luz-noche, acógenos en ti,
en tu secreto seno.
XXXXXXXXXXXXXXXXAcaso somos
el no posible anuncio del día venidero.


ORILLAS DEL SAR

ESTABAS desleída en la dulzura
de los secretos jugos de tu cuerpo
y te llevaba el agua
como a una larga cabellera verde
engendrada en los limos
obstinados del fondo.


Era tu forma ese deshacimiento.
Brotar.

XXXXXXXFluir.
XXXXXXXXXXXXAbandonarse.

Bajaba el aire hasta los límites
perfectos de tu piel.
XXXXXXXXXXXXXXXXXXBlancura.
Y ya oblicuo, el poniente la encendía
para nacer de ti aquella tarde
de qué lugar, qué tiempo, qué memoria.

LA NADA


Los sentidos saltan sobre los pensamientos.
Eckhart


ESTÁS
en tu luz no visible, no engendrado,
único, el único.
XXXXXXXXXXXXXXXXXXXXSe posa tu mirada
en la ausencia de ti o en la no descifrable
irrupción de tu forma en tu vacío.


Y allí dejas la huella de tu paso.

Salí tras ti.
XXXXXXXXXXDevuélveme a tus ojos
que llevo en mis entrañas dibujados.

LUNA

VIENES.
XXXXXXXNo estás.
XXXXXXXXXXXXXXDesapareces.


Hay duras ráfagas de viento.
XXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXEspesas nubes.
Vienes de pronto.
XXXXXXXXXXXXXXXEn luz te manifiestas.


Un instante tan sólo.

Deja caer tu no palpable velo
en la ciega raíz de nuestros sueños.


VACÍO

TODO está roto, mutilado, mudo,
caído a ciegas
desde un cielo sombrío.
XXXXXXXXXXXXXXXXXXXXNada
me alumbra en esta hora.


El otoño destila delgadas babas pálidas
que amenazan la tenue
cintura de los álamos,
grises los álamos de plata gris al borde
de tanta y tanta noche.


—¿Dónde estás tú?, pregunto, y sólo
ese yo que soy tú podría responderme.


Hay un eco infinito en los vacíos
desvanes tristes de la infancia perdida.
Y no encuentro las huellas de tu paso,
que tal vez fuera el mío.
XXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXX¿Cuándo?
XXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXX¿Dónde?


DESHACIMIENTO


SE va deshaciendo en leves jirones
de nada el mundo.


El viento del otoño barre los secretos
reductos últimos del corazón.
Su tenue llama, apenas palpitante, acaso
se quisiera extinguir.


¿Quién seguirá por ti contigo?
XXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXNadie.
Nadie es el nombre de las tantas formas
de tu nunca completa rotación.


Y ahora, ante los hilos de la sombra
donde no está tu imagen reflejada,
dime, si puedes,
¿quién podría aún nacer?


OCTUBRE, 1997


EL verde lentamente iba del rojo al amarillo.

No había un ave en el cielo tranquilo.

Quietud.
XXXXXXXXPor el camino que atraviesa el bosque
una silueta apenas se dibuja.


La tarde baja hasta tus labios húmedos.

Caer.
XXXXXDesvanecerse,
para nunca morir,
en las entrañas hondas de este sueño.


FIGURA

ESTA acidez me es grata al corazón
si no estuviera a punto de expirar.


Abre aún la ventana en la que el aire
agolpa pájaros desde el bosque amarillo
donde aún empieza a clarear la luz.


Llama a mi puerta.
XXXXXXXXXXXXXXXXXDime
quién eres tú que ahora llegas
cuando todo parece terminar.


Cabellera del tiempo arrastra noches
como ríos sin término
hacia el adiós.


Amiga, vuelve
a la vida, tú que puedes aún.


En la otra orilla tu figura blanca,
erguida, guarda el solo testimonio
cierto de mí.


EL VUELO

AHORA no tienes, corazón, el vuelo
que te llevaba a las más altas cumbres.


Lates, reptante, entre las hojas secas
del amarillo otoño.


¿Y hasta cuándo en la secreta larva de ti?

¿Volverás a nacer en la mañana,
a respirar la frialdad del aire
donde hay un pájaro?
XXXXXXXXXXXXXXXXXX¿Lo oyes?


Canta arriba, en las cimas,
como tú, como entonces.


Tú eres sólo latir cobijado en lo oscuro.

Al pájaro que fuiste dedicas este canto.

ISLA

SALIR del tiempo.
XXXXXXXXXXXXXXXSuspender el claro
corazón del día.
XXXXXXXXXXXXXXAve.
XXXXXXXXXXXXXXXXXXXPalabra.
Vuelo en el vacío.
XXXXXXXXXXXXXXXXEn lo nunca
posible.
Ven, anégame en este largo olvido.


Ya no hay puentes:
XXXXXXXXXXXXXXXXXSosténme en el no tiempo,
en la no duración,
en el lugar donde no estoy, no soy, o sólo
en el seno secreto de las aguas.


EL FUEGO

EL recuerdo incendiado
arde como el amor.


Venid, oh dioses, con el sacro fuego
cubrid de mantos rojos la alta pira
donde mi cuerpo está.


Arde lo que ha ardido.

No se consume la encendida llama
porque nadar aún sabe el agua fría.


Palpita el cielo.
XXXXXXXXXXXXXXY lentamente
entro en el seno inmenso
de ti, la nada.
XXXXXXXXXXXXCuerpo sólo
solar.


HORIZONTE

INTERMINABLE término al que llego,
donde nada termina,
donde el no ser empieza
interminablemente a ser
pura inminencia.


ME CRUZAS

ME cruzas, muerte, con tu enorme manto
de enredaderas amarillas.


Me miras fijamente.
xxxxxxxxxxXxxxxxxxxDesde antiguo
me conoces y yo a ti.


Lenta, muy lenta, muerte, en la belleza
tan lenta del otoño.

Si ésta fuese la hora
dame la mano, muerte, para entrar contigo
en el dorado reino de las sombras.


FONDO

NOS baja la guitarra
al fondo del adentro.
XXXXXXXXXXXXXXXXXXFondo
en donde vibra el fondo.


El llanto.
XXXXXXXXEl fondo.


Qué solos nos quedamos frente a frente
mi tú, mi yo.
XXXXXXXXXXXXQué solos.

XXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXSoleá.

ESPEJO

CUANDO te veo así, mi cuerpo, tan caído
por todos los rincones más oscuros
del alma, en ti me miro,
igual que en un espejo de infinitas imágenes,
sin acertar cuál de entre ellas
somos más tú y yo que las restantes.
Morir.
Tal vez morir no sea más que esto,
volver suavemente, cuerpo,
el perfil de tu rostro en los espejos
hacia el lado más puro de la sombra.


CENTRO

Y todos los poemas que he escrito
vuelven a mí nocturnos.
XXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXMe revelan
sus más turbios secretos.
XXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXMe conducen
por lentos corredores
de lenta sombra hacia qué reino oscuro
por nadie conocido
y cuando ya no puedo
volver, me dan la clave del enigma
en la pregunta misma sin respuesta
que hace nacer la luz de mis pupilas ciegas.

ROMPER EL DÍA


VACÍO.
XXXXXXNo tener,
no sentir el calor de tu cuerpo.


TIEMPO

ESTE tiempo vacío, blanco, extenso,
su lenta progresión hacia la sombra.
No se oye la voz.
XXXXXXXXXXXXXXXNo canta.
Ni engendra una figura otra figura.
Ni vuela un pájaro.
XXXXXXXXXXXXXXXXXXXXSe esconde
en los oscuros pliegues de la noche.
No viene a mí la luz como solía.
No me despierta a más ventura el aire
para solo seguir su largo vuelo.
No hay antes ni después.
XXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXAndamos para nunca llegar,
oh nunca, adonde.
Me detengo.
XXXXXXXXXXXEfímera
construyo mi morada.
Trazo un gran círculo en la arena
de este desierto o tiempo donde espero
y todo se detiene y yo soy sólo
el punto o centro no visible o tenue


José Ángel Valente