NOTICIA: LOS 12 MEJORES POEMARIOS DE LUIS ÁNGEL BARQUÍN YA A LA VENTA EN AMAZON.ES, AMAZON.COM, ETC

NOTICIA: EL 15 DICIEMBRE DE 2015, HAN SIDO PUBLICADOS EN AMAZON LOS 12 MEJORES LIBROS DE POEMAS DE LUIS ÁNGEL BARQUÍN

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Para amantes de la poesía, ya están disponibles en las webs de Amazon, y en formato E-Book, los 12 mejores Poemarios de Luis Ángel Barquín:

- Luz de marzo
- Compromiso
- Sonetos para una tarde de verano
- Más allá de las palabras
- Página
- Pulso
- Una luz en la luz
- Dhyana (en meditación)
- Cuaderno del vacío
- Esencia
- Ser
- Poemas de amor


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TE INVITO A VISITAR TAMBIÉN LUZ DE MARZO -Blog de la palabra Poética: Poemas y otros textos de Luis Ángel Barquín-

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jueves, 4 de noviembre de 2010

ISSA HAIKUS

El hirugao
crece en dirección
a las piedras ardientes

***

¡Cómo se precipitan

a por su comida de mediodía
las alondras!

***

Mientras estamos en este mundo

por encima del infierno
¡poder contemplar las flores!

***

Estar tan vivo…

¡Qué cosa tan misteriosa...!
A la sombra de los cerezos

***
Sobreviviendo a mis seres queridos,

obstinado en sobrevivir…
¡Y muerto de frío!

***

Un Buda a la intemperie

De la nariz le cuelgan…
los carámbanos

***

Un perrito se ha dormido

sujetando en la boca
la rama de un sauce

***

La tormenta de invierno

Una choza de prostitutas
de ésas que cuestan 24 monedas

***

El mosquito del dormitorio

con sólo un “fff”
se abrasó en el fuego

***

¡Un viento suave

se ha levantado
desde el canto de la cigarra!

***

Si había seres humanos,

había moscas…
y Budas

***

Oye, melón fresquito,

si alguien viene a comerte…
¡conviértete en rana!

***

Umm, parece sabrosa…

Esta nieve que cae
tan delicadamente…


Issa

CHIYO-NI HAIKUS

Roza
el hilo de la caña de pescar
la luna en verano.


***

El agua se cristaliza.
Las luciérnagas se apagan.
Nada existe.


Chiyo-ni

Como la nieve
mi pálido reflejo
en el agua.

***

Todo lo que recogemos
en la playa de marea baja
se mueve.

***

Sin niño que se acerque
las paredes de papel
están frías.

***

En el llano y la montaña
todo parece inmóvil
esta mañana nevada.

***

Si por las mañanas se cierran
las campanillas en flor,
¡es por el odio de los hombres!

***

En las lluvias de primavera
todas las cosas
son más bellas.

***

La rama en flor del ciruelo
otorga perfume
al que la corta.

***

Del violeta de las nubes
al morado de los iris
se dirige mi pensamiento.

***

¡Luciérnagas, luciérnagas!
Por el río
las tinieblas pasan.

***

Habiendo observado la luna
parto de esta vida
con una bendición.

***

ONITSURA HAIKUS

¡La brisa refrescante!
Una mujer con el cabello despeinado
mira para otro lado.

***

Una pared delgada

me separa de la lluvia.
Lirios en flor.

***

En Fushimi, al fondo

de las casas de los comerciantes
canta una codorniz.

***

“¡Oh!”, y de nuevo“¡Oh!”…

El canto inagotable
de los pájaros.

***

Por entre la niebla

se aprecia la luminosidad
del puente de Yodo. 


***

Los que traen la campana

vienen caminando desde lejos.
Niebla de primavera.

***


¡Este frío
hace florecer
palabras de luz!

***

En algunos lugares

ya puede verse
el agua del deshielo.

***

He comido “pescado globo”,

y, después de eso,
ha nevado.

***

La lluvia de primavera
ha descargado hoy
como si no fuera a haber más días.

***

El canto verde

del uguisu
en la copa del árbol.

***

Buscaré hilos de voz

en el fondo
de la lluvia primaveral.

***

Al alba, en la punta

de las espigas de cebada
la escarcha de primavera.

***

Campos verdes de trigo.

La alondra asciende y…
¡zas! súbitamente desciende.

***
Los juncos secos:

el suave ondular de las olas
de la ensenada de Naniwa.

***

Con las lluvias de verano,

en la piedra de aplastar el sushi,
una babosa.

Onitsura

lunes, 25 de octubre de 2010

RIMA XC.- ES UN SUEÑO LA VIDA

Es un sueño la vida,
pero un sueño febril que dura un punto;
cuando de él se despierta,
se ve que todo es vanidad y humo...


¡Ojalá fuera un sueño
muy largo y muy profundo:
un sueño que durara hasta la muerte!...
Yo soñaría con mi amor y el tuyo.

Gustavo Adolfo Bécquer

RIMA IV

No digáis que agotado su tesoro,
de asuntos falta, enmudeció la lira;
podrá no haber poetas; pero siempre
habrá poesía.

Mientras las ondas de la luz al beso
palpiten encendidas,
mientras el sol las desgarradas nubes
de fuego y oro vista,
mientras el aire en su regazo lleve
perfumes y armonías,
mientras haya en el mundo primavera,
¡habrá poesía!

Mientras la ciencia a descubrir no alcance
las fuentes de la vida,
y en el mar o en el cielo haya un abismo
que al cálculo resista,
mientras la humanidad siempre avanzando
no sepa a do camina,
mientras haya un misterio para el hombre,
¡habrá poesía!

Mientras se sienta que se ríe el alma,
sin que los labios rían;
mientras se llore, sin que el llanto acuda
a nublar la pupila;
mientras el corazón y la cabeza
batallando prosigan;
mientras haya esperanzas y recuerdos,
¡habrá poesía!

Mientras haya unos ojos que reflejen
los ojos que los miran,
mientras responda el labio suspirando
al labio que suspira,
mientras sentirse puedan en un beso
dos almas confundidas,
mientras exista una mujer hermosa
¡habrá posía!

Gustavo Adolfo Bécquer

RIMA X

Los invisibles átomos del aire
en derredor palpitan y se inflaman,
el cielo se deshace en rayos de oro,
la tierra se estremece alborozada.

Oigo flotando en las olas de armonías
rumor de besos y batir de alas;
mis párpados se cierran... ¿Qué sucede?
¡Es el amor que pasa!

Gustavo Adolfo Bécquer

RIMA XCV.- LA GOTA DE ROCÍO

La gota de rocío que en el cáliz
duerme de la blanquísima azucena,
es el palacio de cristal en donde
vive el genio feliz de la pureza.

Él le da su misterio y poesía;
él, su aroma balsámico le presta.
¡Ay de la flor, si de la luz al beso
se evapora esa perla!

Gustavo Adolfo Bécquer

RIMA LXIX

Al brillar un relámpago nacemos
y aún dura su fulgor cuando morimos,
¡Tan corto es el vivir!

La gloria y el amor tras que corremos
sombras de un sueño son que perseguimos.
¡Despertar es morir!

Gustavo Adolfo Bécquer

RIMA XLVII

Yo me he asomado a las profundas simas
de la Tierra y del Cielo,
y les he visto el fin, o con los ojos
o con el pensamiento.


Mas, ¡ay!, de un corazón llegué al abismo
y me incliné por verlo,
y mi alma y mis ojos se turbaron:
¡tan hondo era y tan negro!


Gustavo Adolfo Bécquer

RIMA VIII

Cuando miro el azul horizonte
perderse a los lejos
al través de una gasa de polvo
dorado e inquieto,
me parece posible arrancarme
del mísero suelo,
y flotar con la niebla dorada
en átomos leves
cual ella deshecho.

Cuando miro de noche, en el fondo
oscuro del cielo,
las estrellas temblar, como ardientes
pupilas de fuego,
me parece posible a do brillan
subir en un vuelo
y anegarme en su luz y con ellas,
en lumbre encendido
fundirme en un beso.

En el mar de la duda en que bogo
ni aun sé lo que creo:
¡sin embargo, estas ansias me dicen
que yo llevo algo
divino aquí dentro!...


Gustavo Adolfo Bécquer

CANTO A LA LUNA DE LA MONTAÑA EMEI

Oh luna de la montaña Emei,
hermoso medio disco de otoño.
Tienes esparcidas tus luces
sobre las impetuosas aguas
del río Ping Qiang.
De noche salgo del Arroyo Diáfano
y paso por las Tres Gargantas.
Te echo de menos y no te veo
hasta que llegamos a Yuzhou.


Li Po

CONTEMPLANDO LA MONTAÑA DE LA PUERTA DEL CIELO

La montaña Puerta del Cielo
se parte en dos,
dejando libre curso al río Chu.
Sus aguas de esmeralda
se precipitan hacia el este
y luego giran al norte.
En ambas orillas,
los verdes picos gemelos
se miran cara a cara,
mientras una vela solitaria
está viniendo del sol.


Li Po

PARTIENDO DE MADRUGADA DE LA CIUDAD DE BAIDI

Digo adiós a Baidi entre arreboles del alba.
Hoy llegaré a mi hogar recorriendo cien leguas.
Aúllan sin cesar monos en ambas riberas.
Se desliza, entre un bosque de montes, mi barca.


Li Po

ESPERANDO EL VINO, QUE NO VIENE

Se ha ido a comprar vino
con la jarra de jade,
ligada con seda negra.
Pero ¿qué pasa? ¿Por qué se demora?
Las flores de la montaña,
sonriendo, coquetean conmigo.
Sería el mejor momento
para llevarse la copa a los labios.
Cuando cae la tarde,
beberé junto a la ventana de este,
con los vagos orioles que regresan.
En un día hermoso,
¿puede haber mejor pareja
que este viajero borracho
y la brisa de primavera?


Li Po

TRINOS EN EL BARRANCO

Los hombres ya descansan.
Caen flores de casia.
Silenciosa la noche.
Primavera en la vacía montaña.
Emerge la luna
y asusta a los pájaros.
Sus chirridos alborotan,
en un instante, el barranco. 


Wang Wei

EL JARDÍN DE LOS CIERVOS

Desierto el monte.
No se ve gente,
mas se oyen voces.
Lo hondo del bosque.
Unos rayos ponientes.
De nuevo resplandece
el musgo verde.


Wang Wei

EL CERCADO DE LAS MAGNOLIAS

Las montañas otoñales
recogen la última luz.
Se ha volado la bandada
siguiendo al último pájaro.
De un tiempo a otro brillan
rayos esmeralda.
No tiene donde quedarse
la neblina vespertina.


Wang Wei

EL CERRO DE HUAZI

Los pájaros se han volado
hacia el infinito.
De nuevo montes y sierras
se tiñen de otoño.
Subo y subo, y luego bajo
por el cerro de Huazi.
¡A qué extremo llega
mi inmensa tristeza!


Wang Wei

lunes, 4 de octubre de 2010

NO OBRES DE ANTEMANO...

No obres de antemano,
no envíes nada fuera,
mantente
dentro:

transfundido de nada,
libre de cualquier
plegaria,
sutilmente acordado según
a pre-inscripción
insuperable,

yo te acojo


en lugar de toda
paz.


Paul Celan

[De “Compulsión de luz”, 1970.
Versión de José Ángel Valente]

OÍ DECIR

Oí decir que en el agua
hay una piedra y un círculo
y sobre el agua una palabra,
que pone el círculo en torno a la piedra.

Yo miré mi álamo descender hacia el agua,
miré cómo su brazo se alargó hacia la hondura,
miré sus raíces vueltas al cielo implorando noche.

Yo no corrí tras ellas,
sólo recogí del suelo esa migaja
que tiene de tu ojo la figura y la nobleza,
te quité del cuello la cadena de los dichos
y con ella adorné la mesa donde yace la migaja.

Y ya no vi más a mi álamo.

Paul Celan


[De “Umbral en umbral”, 1955.
Versión de Pablo Oyarzun]

MANDORLA

En la almendra -¿qué hay en la almendra?
La Nada.
La Nada está en la almendra.
Allí está, está.

En la Nada -¿quién está? El Rey.
Allí está el Rey, el Rey.
Allí está, está

xxxxxxxxxxxBucle de judío, no llegarás al gris.

Y tu ojo -¿dónde está tu ojo?
Tu ojo está frente a la almendra.
Tu ojo frente a la Nada está.
Apoya al rey.
Así está allí, está.

xxxxxxxxxxxBucle de hombre, no llegarás al gris
xxxxxxxxxxxVacía almendra, azul real.

Paul Celan

[De “La rosa de nadie”, 1963.
Versión de José Ángel Valente]

LOS CÁNTAROS

Para Klaus Demus

En las largas mesas del tiempo
beben los cántaros de Dios.
Beben hasta el fondo los ojos de los videntes y
los ojos de los ciegos,
los corazones de las sombras imperantes,
la mejilla hundida de la tarde.
Son los más poderosos bebedores:
igual se llevan a la boca lo vacío que lo lleno
y no rebosan de espuma como tú o yo.


Paul Celan

[De “Amapola y memoria”, 1952.
Versión de José Ángel Valente]

HABLA TAMBIÉN TÚ...

Habla también tú
sé el último en hablar,
di tu decir.

Habla,
pero no separes el No del Sí.
Y da a tu decir sentido:
dale sombra.

Dale sombra bastante,
dale tanta
cuanta en torno de ti tú sabes extendida entre
medianoche y mediodía y medianoche.

Mira en torno:
ve cómo alrededor todo se hace viviente
¡En la muerte! ¡Viviente!
Dice la verdad quien dice sombra.

Pero se estrecha ahora el lugar donde estás:
¿Adónde ahora, despojado de sombra, adónde?
Asciende. Tanteante, asciende.
Te haces más sutil, más irreconocible, más fino.

Más fino: un hilo
por el que quiere descender la estrella
para abajo nadar, al fondo,
donde se ve brillar: sobre móviles dunas
de palabras errantes.


Paul Celan

[De “Umbral en umbral”, 1955.
Versión de José Ángel Valente]

HABÍA

Había tierra en ellos y
cavaban.

Cavaban y cavaban y pasaba así
el día y pasaba la noche. No alababan a Dios
que, según les dijeron, quería todo esto,
que, según les dijeron, sabía todo esto.

Cavaban y nada más oían;
y no se hicieron sabios ni inventaron un canto
ni imaginaron un lenguaje nuevo.
Cavaban.

Vino una calma y vino una tormenta
y todos los océanos vinieron.
Yo cavo y tú cavas e igual cava el gusano
y aquel remoto canto dice: cavan.

Oh uno, oh nadie, oh ninguno, oh tú:
¿Adónde iba si hacia nada iba?
Oh, tú cavas y yo cavo, yo me cavo hacia ti,
y en el dedo se nos despierta el anillo.


Paul Celan

[De "La rosa de nadie", 1963.
Versión de José Ángel Valente]

ESA ÚNICA…

Esa única
noche
de estrellas
propias.
Enhebrada de aliento de cenizas
hora va, hora viene,
por el sombreado de los párpados
de ojos cerrados de sueño,
reafilados
en almas
finas como flechas,
enmudecidas en la plática
con tartaleantes
carcajes con barbas
de algas aéreas.
Una colma
concha de luz pasa
por una conciencia.


Paul Celan

[De “Soles filamentos” 1968
Versión de José Luis Reina Palazón
Obras completas - Editorial Trota 1999]

EN LOS RÍOS

En los ríos, al norte del futuro,
tiendo la red que tú
titubeante cargas
de escritura de piedras,
sombras.


Paul Celan

[De “Cambio de aliento”, 1967.
Versión de José Ángel Valente ]

CUALQUIER PIEDRA QUE LEVANTES

Cualquier piedra que levantes,
desnudas
a los que piden la salvaguardia de las piedras:
desnudos
renuevan el entramado desde hoy.

Cualquier árbol que abatas,
armas el lecho en donde
las almas nuevamente se acumulan,
como si no temblase a su vez este
eón.

Cualquier palabra que pronuncies,
das las gracias
a la corrupción.


Paul Celan

[De “Umbral en umbral”, 1955.
Versión de José Ángel Valente]

CRISTAL

No busques en mis labios tu boca,
ni en la puerta al extraño,
ni en el ojo la lágrima.

Siete noches más arriba
pasa el rojo hacia el púrpura,
siete corazones más adentro
insiste la mano en la puerta,
siete rosas más tarde
se escucha el rumor de la cisterna.


Paul Celan

[De “Amapola y memoria”, 1952.
Versión de José María Pérez Gay]

CIÉGATE

Ciégate para siempre:
también la eternidad está llena de ojos,
allí
se ahoga lo que hizo caminar a las imágenes
al término en que han aparecido,
allí
se extingue lo que del lenguaje
también te ha retirado con un gesto,
lo que dejabas iniciarse como
la danza de dos palabras sólo hechas
de otoño y seda y nada.


Paul Celan

[De “Cambio de aliento”, 1967.
Versión de José Ángel Valente]

domingo, 3 de octubre de 2010

PÁJARO DEL OTOÑO

El azul palidece hacia lo blanco.

El rojo halla en lo negro
su redoblada ausencia.

XXXXXXXXXXXXXXXXXXXXEl amarillo
desciende todas las escalas
hasta encontrar lo gris.

Pájaro largo del otoño acuérdate
de mí,
y de este canto
cuando estés en tu reino.

José Ángel Valente

ÍCARO

Sobre la horizontal del laberinto
trazaste el eje de la altura
y la profundidad.
XXXXXXXXXXXXXXXCaer fue sólo
la ascensión a lo hondo.

José Ángel Valente

EL VISITANTE

ALGUIEN me dice
que un hombre joven viene
de tiempo en tiempo a visitar tu tumba.

Desbroza los hierbajos.

Un hombre joven, dicen, bello
con un sombrero campesino.

Interrogado, dijo
ser un amigo de tus familiares.

¿Quién es esa figura que así acude?

Tal vez eres tú mismo que regresas
para ver dónde estás y depositas
al pie de tus cenizas,
húmedo, un ramo
de lluvia o de tristeza.

José Ángel Valente

LA CERTEZA

CAMINABAS despacio.

Tu cuerpo fatigado aún arrastraba
la absoluta ruina
de ti.

Te acariciaba tenuemente el sol.
Tú ibas disolviéndote en su luz.

Quedaban todavía algunos pasos.
¿Hacia dónde?
XXXXXXXXXXXXXNi siquiera sabías
con certeza cuántos podrías dar.

José Ángel Valente

OCTUBRE


HAY una leve luz caída
entre las hojas de la tarde.
No podemos hollarla.
XXXXXXXXXXXXXXXXXXDame
tu mano y cruza
de puntillas conmigo
para nunca pisarla,
para no arder tan tenue
en sus dormidas brasas
y consumirte lenta
en el perfil del aire.

José Ángel Valente

DÍAS DE INVIERNO DE 1993


SE llena a veces el mundo de tristeza.
Los armarios de luna con la imagen de un niño
navegan en la noche.
XXXXXXXXXXXXXXXXXXEl viento llora
como animal herido,
solo bajo las nubes.
Los blancos lirios de la primavera
nadie podría ahora recordarlos.
XXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXBaja
tumultuoso el río
opaco de las sombras.
Piedras. Norte. Estalla
lejos la luz, muy lejos.
Andemos todavía.

José Ángel Valente

SEGUNDA ODA A LA SOLEDAD, FRAGMENTO

SÓLO la soledad resuena larga
igual que cola o viento.
XXXXXXXXXXXXXXXXXXXXVienen
desde el vacío las palabras,
nos poseen desnudos en su centro abrasado
y en él nos desengendran
para hacernos nacer.
XXXXXXXXXXXXXXXXXXEscucha
como en la soledad despierta,
inaudible, la pura raíz del aire.

José Ángel Valente

[LA MEMORIA NOS ABRE...]

LA memoria nos abre luminosos
corredores de sombra.

Bajamos lentos por su lenta luz
hasta la entraña de la noche.

El rayo de tiniebla.

Descendí hasta su centro,
puse mi planta en un lugar en donde
penetrar no se puede
si se quiere el retorno.

Se oye tan sólo una infinita escucha.
Bajé desde mí mismo
hasta tu centro, dios, hasta tu rostro
que nadie puede ver y sólo
en esta cegadora, en esta oscura
explosión de la luz se manifiesta.

(Tamquam centrum circuli)

José Ángel Valente

[SUBE EN NOSOTROS...]

José Ángel Valente
SUBE en nosotros
el nivel de la sombra.
XXXXXXXXXXXXXXXXXXXMuy Despacio
sube la noche.
XXXXXXX XXXXXAbajo brilla
radiante un sol oscuro.
XXXXX XXXXXXXXXXXXXXLlama.
Nos llama.
XXXXXXXXXXVértigo
sin tiempo.
XXXXXXXXXXXDime,
ahora que sentado al borde de las aguas
veo pasar la sombra que me lleva, dime,
¿se irá con ella tu indeleble memoria?

[SUPO,...]

SUPO,
después de mucho tiempo en la espera metódica
de quien aguarda un día
el seco golpe del azar,
que sólo en su omisión o en su vacío
el último fragmento llegaría a existir.

(Raíz de Fragmentos de un libro futuro. Fragmento XXXVII de Treinta y siete fragmentos)

José Ángel Valente

sábado, 2 de octubre de 2010

CAMINOS DEL ESPEJO

I

      Y sobre todo mirar con inocencia. Como si no pasara nada, lo cual es cierto.

II

      Pero a ti quiero mirarte hasta que tu rostro se aleje de mi miedo como un pájaro del borde filoso de la noche.

III

      Como una niña de tiza rosada en un muro muy viejo súbitamente borrada por la lluvia.

IV

      Como cuando se abre una flor y revela el corazón que no tiene.

V

      Todos los gestos de mi cuerpo y de mi voz para hacer de mí la ofrenda, el ramo que abandona el viento en el umbral.

VI

      Cubre la memoria de tu cara con la máscara de la que serás y asusta a la niña que fuiste.

VII

      La noche de los dos se dispersó con la niebla. Es la estación de los alimentos fríos.

VIII

      Y la sed, mi memoria es de la sed, yo abajo, en el fondo, en el pozo, yo bebía, recuerdo.

IX

      Caer como un animal herido en el lugar que iba a ser de revelaciones.

X

      Como quien no quiere la cosa. Ninguna cosa. Boca cosida. Párpados cosidos. Me olvidé. Adentro el viento. Todo cerrado y el viento adentro.

XI

      Al negro sol del silencio las palabras se doraban.

XII

      Pero el silencio es cierto. Por eso escribo. Estoy sola y escribo. No, no estoy sola. Hay alguien aquí que tiembla.

XIII

      Aun si digo sol y luna y estrella me refiero a cosas que me suceden. ¿Y qué deseaba yo?
      Deseaba un silencio perfecto.
      Por eso hablo.

XIV

      La noche tiene la forma de un grito de lobo.

XV

      Delicia de perderse en la imagen presentida. Yo me levanté de mi cadáver, yo fui en busca de quien soy. Peregrina de mí, he ido hacia la que duerme en un país al viento.

XVI

      Mi caída sin fin a mi caída sin fin en donde nadie me aguardó pues al mirar quién me aguardaba no vi otra cosa que a mí misma.

XVII

      Algo caía en el silencio. Mi última palabra fue yo pero me refería al alba luminosa.

XVIII

      Flores amarillas constelan un círculo de tierra azul. El agua tiembla llena de viento.

XIX

      Deslumbramiento del día, pájaros amarillos en la mañana. Una mano desata tinieblas, una mano arrastra la cabellera de una ahogada que no cesa de pasar por el espejo. Volver a la memoria del cuerpo, he de volver a mis huesos en duelo, he de comprender lo que dice mi voz.

Alejandra Pizarnik

PUERTA

Quién escribió sobre la piedra el número de la desolación con negra pez y mano incierta. Quién hizo eterna la amenaza del umbral. Quién enterró la llave. Quién dio medida y voz enfática al silencio. (Hombre de oscura piel y acero en los sentidos, si urgido por su luz llegas hasta esta puerta, piensa en el número que reina en las ruinas, cifra de todos nuestros abandonos.)

Carlos Jiménez Arribas

VENTANA

Hay una flor prendida en la ventana que consume con su luz la blanca sombra. Ninguna tela cubre la frialdad del vidrio, la virtud que usara. Queda la casa sola, la acritud de sus cimientos. Pero con la mañana entra en la estancia un rayo azul que viola la clausura del silencio. Y arde la sombra.
 Carlos Jiménez Arribas

PÁJARO

Viaje del pájaro a la forma que le persigue y nos lo muestra, que le hace cruz, caudal de mástiles, espejo. Escapa el pájaro en el rastro líquido que la mirada vierte en el paisaje y la extensión de su chillido dilapida los cristales del silencio. No viaja hacia su propia perdición -no vuela- el pájaro. Carente en la marisma del oído, ajeno a la contemplación, va sólo hacia sí mismo. No existe en la naturaleza, en la memoria, en el papel. La fragmentaria soledad de sus mitades lo enarbola ingrávido en el signo.

Carlos Jiménez Arribas

ELEGÍA, EL ÁRBOL

A Julio, Antón, Virgilio, Eduardo

El árbol pertenecía por la copa a lo sutil, al aire y a los pájaros. Por el tronco, a la germinación y a todo lo que une lo celeste con los dioses del fondo. Por la raíz oscura, a las secretas aguas. La copa dibujaba un amplio semicírculo partido. Porque también el árbol era portador del fuego, herido por el rayo, el árbol. Como otras cosas mayores que
nosotros: estaba el árbol no en la ciudad, sino en el mundo, más cierto que ella
misma, que aún la circundaba. Árbol. Ciudad. El árbol en lo alto, sobre la lentitud de la subida. Nos llevaban a él, pensábamos, su propia suficiente soledad o su belleza. Soledad o belleza, santidad, forma que en la cercanía del dios reviste lo viviente. El árbol, nos dijeron, fue talado. El árbol, no de la ciudad, sino del mundo, más real, que entonces aún la circundaba. Quien visite el lugar acaso sepa que aquel árbol no podía morir; que en el lugar del árbol para siempre hay, igual al árbol, en la posición antigua del orante, un hombre, igual al árbol, con los pies en la tierra, pero menos visible, la cabeza y los brazos, con las manos abiertas, alzados hacia el cielo, copa, tronco, raíz, para que desde lo oscuro suba lo oscuro al verde, al rojo, y a su vez el fuego regrese de lo alto a la matriz, al centro imperdurables.

José Ángel Valente

FRAGMENTOS PARA DOMINAR EL SILENCIO

I

Las fuerzas del lenguaje son las damas solitarias, desoladas, que cantan a través de mi voz que escucho a lo lejos. Y lejos, en la negra arena, yace una niña densa de música ancestral. ¿Dónde la verdadera muerte? He querido iluminarme a la luz de mi falta de luz. Los ramos se mueren en la memoria. La yacente anida en mí con su máscara de loba.. La que no pudo más e imploró llamas y ardimos.

II

Cuando a la casa del lenguaje se le vuela el tejado y las palabras no guarecen, yo hablo. Las damas de rojo se extraviaron dentro de sus máscaras aunque regresarán para
sollozar entre flores. No es muda la muerte. Escucho el canto de los enlutados sellar las hendiduras del silencio. Escucho tu dulcísimo llanto florecer mi silencio gris.

III

La muerte ha restituido al silencio su prestigio hechizante. Y yo no diré mi poema y yo he de decirlo. Aun si el poema (aquí, ahora) no tiene sentido, no tiene destino.

Alejandra Pizarnik

SIGNOS

Todo hace el amor con el silencio.

Me habían prometido un silencio como un fuego, una casa de silencio.

De pronto el templo es un circo y la luz un tambor.

Alejandra Pizarnik

LA PALABRA QUE SANA

Esperando que un mundo sea desenterrado por el lenguaje, alguien canta el lugar en que se forma el silencio. Luego comprobará que no porque se muestre furioso existe el mar, ni tampoco el mundo. Por eso cada palabra dice lo que dice y además más y otra cosa.

Alejandra Pizarnik

ALIANZA

Ella se abandona en la tregua originada por la noche. Dentro de ella todo hace el amor.

Alianza entre lo contemplado y su contemplación. Alegría de transgredir, reclamo de puntos vivos de referencia y de la realidad total perceptible en un instante que es todos los instantes.

Ella se abandona a un pensar desmesurado y al hechizo por un espacio definido: un lugar que obra como llamamiento.

Alejandra Pizarnik

EL ENTENDIMIENTO

Empecemos por decir que Sombra había muerto. ¿Sabía Sombra que Sombra había muerto? Indudablemente.
      Sombra y ella fueron consocias durante años. Sombra fue su única albacea, su única amiga y la única que vistió luto por Sombra. Sombra no estaba tan terriblemente afligida por el triste suceso y el día del entierro lo solemnizó con un banquete.
      Sombra no borró el nombre de Sombra. La casa de comercio se conocía bajo la razón social «Sombra y Sombra». Algunas veces los clientes nuevos llamaban Sombra a Sombra; pero Sombra atendía por ambos nombres, como si ella, Sombra, fuese en efecto Sombra,
quien había muerto.

Alejandra Pizarnik

LOS DE LO OCULTO

Para que las palabras no basten es preciso alguna muerte en el corazón.

La luz del lenguaje me cubre como una música, imagen mordida por los perros del desconsuelo, y el invierno sube por mí como la enamorada del muro.

Cuando espero dejar de esperar, sucede tu caída dentro de mí. Ya no soy más que un adentro.

Alejandra Pizarnik

LAS PROMESAS DE LA MÚSICA

Detrás de un muro blanco la variedad del arco iris. La muñeca en su jaula está haciendo el otoño. Es el despertar de las ofrendas. Un jardín recién creado, un llanto detrás de la música. Y que suene siempre, así nadie asistirá al movimiento del nacimiento, a la mímica de las ofrendas, al discurso de aquella que soy anudada a esta silenciosa que también soy. Y que de mí no quede más que la alegría de quien pidió entrar y le fue concedido. Es la música, es la muerte, lo que yo quise decir en noches variadas como los colores del bosque.

Alejandra Pizarnik

ADIOSES DEL VERANO

Suave rumor de maleza creciendo. Sonidos de lo que destruye el viento. Llegan a mí como si yo fuera el corazón de lo que existe. Quisiera estar muerta y entrar también yo en un corazón ajeno.

Alejandra Pizarnik

PARA UNOS VIVIR

Para unos vivir es pisar cristales con los pies desnudos; para otros vivir es mirar el sol frente a frente.
      La plaza cuenta días y horas por cada niño que muere. Una flor se abre, una torre se hunde.
      Todo es igual. Tendí mi brazo; no llovía. Pisé cristales; no había sol. Miré, la luna; no había playa.
      Qué más da. Tu destino es mirar las torres que levantan, las flores que abren, los niños que mueren; aparte, como naipe cuya baraja se ha perdido.

Luis Cernuda

SENTADO SOBRE UN GOLFO DE SOMBRA

Sentado sobre un golfo de sombra vas siendo ya sombra tú todo. Sombra tu cabeza, sombra tu vientre, sombra tu vida misma.
      En vano escuchas la canción del muchacho jovial. Es una canción impersonal, exactamente pudiera ser otra canción cualquiera, y ése es el motivo de que te sientas atraído por el canto y su cantor.
      Cuida tu sombra; dentro de tiempo ni sombra serás. Cuida tu pecho y tus sueños, cuida tu cabeza, que ya es una nube y se pierde, como chal delicado, en la tempestad orquestada.
      Sube a las cariátides fraudulentas; grita desde allí sobre la arcilla y la lana. Grita, grita, vuelve tus manos del revés. Luego podrás tenderte confiado bajo tu propia sombra.
      El resto es el amor evangélico.

Luis Cernuda

HABIA EN EL FONDO DEL MAR

Había en el fondo del mar una perla y una vieja trompeta. Las sutiles capas del agua sonreían con delicadeza al pasar junto a ellas; las llamaban las dos amigas.
      Había un niñito ahogado junto a un árbol de coral. Los brazos descoloridos y las ramas luminosas se enlazaban estrechamente; los llamaban los dos amantes.
      Había un fragmento de rueda venida desde muy lejos y un pájaro disecado, que asombraba como elegante extranjero a los atónitos peces; les llamaban los nómadas.
      Había una cola de sirena con reflejos venenosos y un muslo de adolescente, distantes la una del otro; les llamaban los enemigos.
      Había una estrella, una liga de hombre, un libro deteriorado y un violín diminuto; había otras sorprendentes maravillas, y cuando el agua pasaba, rozándolas suavemente, parecía como si quisiera invitarlas a que la siguieran en cortejo centelleante.
      Pero ninguna era comparable a una mano de yeso cortada. Era tan bella que decidí robarla. Desde entonces llena mis noches y mis días; me acaricia y me ama. La llamo la verdad del amor.

Luis Cernuda

TIENES LA MANO ABIERTA

Tienes la mano abierta como el ala de un pájaro ; no temes que huyan las buenas acciones, los delirios, lo que no sufre compostura.
      Un grito, y cantas la luz renovada. Un deseo, y mueres calladamente. Cuándo sabrás que el color violado de las conchas, que sonríen tan vagas en la tierra, es la nueva melodía., y cantas la luz renovada. Un deseo, y mueres calladamente. Cuándo sabrás que el color violado de las conchas, que sonríen tan vagas en la tierra, es la nueva melodía., que sonríen tan vagas en la tierra, es la nueva melodía.
      Ajusta tu ritmo y tu voz; vuelve la caba a derecha e izquierda: eres el señor de las alturas y de las bajezas. Saluda al público cuando llegue la noche. Escucha al mirlo cómo se burla de Dios.
      Liberado, sonríe con gracia fresca, como muere un niñito.

Luis Cernuda

PASION POR PASION

Pasión por pasión. Amor por amor.
      Estaba en una calle de ceniza, limitada por vastos edificios de arena. Allí encontré al placer. Le miré : en sus ojos vacíos había dos relojes pequeños; uno marchaba en sentido contrario al otro. En la comisura de los labios sostenía una flor mordida. Sobre los hombros llevaba una capa en jirones.
      A su paso unas estrellas se apagaban, otras se encendían. Quise detenerle ; mi brazo quedó inmóvil. Lloré, lloré tanto, que hubiera podido llenar sus órbitas vacías. Entonces amaneció.
      Comprendí por qué llaman prudente a un hombre sin cabeza.

Luis Cernuda

ESPERABA SOLO

Esperaba, no sabía qué . Esperaba al anochecer, los sábados. Unos me daban limosna, otros me miraban, otros pasaban de largo sin verme.
      Tenía en la mano una flor; no recuerdo qué flor era. Pasó un adolescente que, sin mirar, la rozó con su sombra. Yo tenía la mano tendida.
      Al caer, la flor se convirtió en un monte. Detrás se ponía un sol; no recuerdo si era negro.
      Mi mano quedó quedó vacía. En su palma apareció una gota de sangre.

Luis Ángel Barquín

ESTABA TENDIDO

Estaba tendido y tenía entre mis brazos un cuerpo como seda. Lo besé en los labios, porque el río pasaba por debajo. Entonces se burló de mi amor.
      Sus espaldas parecían dos alas plegadas. Lo besé en las espaldas, porque el agua sonaba debajo de nosotros. Entonces lloró al sentir la quemadura de mis labios.
      Era un cuerpo tan maravilloso que se desvaneció entre mis brazos. Besé su huella; mis lágrimas la borraron. Como el agua continuaba fluyendo , dejé caer en ella un puñal, un ala y una sombra.
      De mi mismo cuerpo recorté otra sombra, que sólo me sigue a la mañana. Del puñal y el ala, nada sé.

Luis Cernuda

EN MEDIO DE LA MULTITUD

En medio de la multitud le vi pasar, con sus ojos tan rubios como la cabellera. Marchaba abriendo el aire y los cuerpos; una mujer se arrodilló a su paso. Yo sentí cómo la sangre desertaba mis venas gota a gota.
      Vacío, anduve sin rumbo por la ciudad. Gentes extrañas pasaban a mi lado sin verme. Un cuerpo se derritió con leve susurro al tropezarme. Anduve más y más.
      No sentía mis pies. Quise cogerlos en mi mano, y no hallé mis manos; quise gritar, y no hallé mi voz. La niebla me envolvía.
      Me pesaba la vida como un remordimiento; quise arrojarla de mí. Mas era imposible, porque estaba muerto y andaba entre los muertos.

Luis Cernuda

viernes, 1 de octubre de 2010

ARRULLO

    El sueño que aletea sobre los párpados del niño: -¿Quién me dirá de dónde vino? -Yo. Me cuentan, me han contado, que el sueño vive en la lejanía, en la aldea azul de las hadas: allí; a la sombra de la floresta que alumbran las luciérnagas con su tierno relámpago diminuto, se inclinan dos flores encantadas, parecidas a los ojos del niño, entre su aroma. Y es de allá de donde viene el sueño a cerrar con su beso los párpados del niño.
   La sonrisa que aletea, como un tenue centelleo, sobre los labios del niño cuando duerme: -¿Quién me dirá en dónde nació? -Yo. Me cuentan, me contaron, que la mano de la luna nueva, rozó el borde de una nube de otoño y allí, soñada por la mañana húmeda de rocío, una sonrisa nació: la sonrisa que, parecida al brillo de una lámpara bajo el agua, palpita en los labios del niño cuando duerme.
   ¿Y esa tibia frescura que en la piel del niño recuerda, a un tiempo, al trigo y a la rosa, antes en dónde se escondía? -Envolvía en un silencioso y amoroso misterio el corazón de la madre cuando era una doncella con el corazón lleno de sueños y de música: esa frescura que se extiende por el cuerpo del niño como una débil onda tibia.


Rabindranath Tagore

LOS NIÑOS

   En la última playa del mundo los niños se reúnen. El infinito azul está a su lado, al alcance de sus manos. En la orilla del mundo, más allá de la luna, los niños se reúnen, y ríen, gritan y bailan entre una nube de oro.
   Con la arena rosa, dorada, violeta -en el alba, al medio día, por la tarde- edifican sus casas volanderas. Y juegan con las menudas conchas vacías. Y con las hojas secas aparejan sus barcas y, sonriendo, las echan al insondable mar. Los niños juegan en la ribera del mundo, más allá del cielo.
   No saben navegar, ni saben lanzar las redes. Los niños pescadores de perlas se hunden en el mar y, al alba, los mercaderes se hacen a la vela; los niños entretanto acumulan guijarros de colores y luego, sonriendo, los dispersan. No buscan tesoros escondidos, ni saben echar las redes.
   Sube la marea, con su ancha risa, y la playa, sonríe con su pálido resplandor. Las ondas en que habita la muerte cantan para los niños baladas sin sentido, como canta una madre que mece la cuna de su hijo. La ola baila y juega con los niños y la playa sonríe con su pálido resplandor.
   En la última ribera del mundo los niños se reúnen. Pasa la tempestad por el cielo solitario, zozobran los navíos en el océano sin caminos, anda la muerte, anda la muerte, y los niños juegan, entre una nube de oro. En la orilla del mundo, más allá de la luna, los niños se reúnen en inmensa asamblea de risas y de danzas y de juegos y de cantos.


Rabindranath Tagore