El que ha roto su espejo contempla un rostro sagrado. Una costumbre de asombros lo protege, pues nada ha conseguido para sí quien reconoce la Totalidad.
El que se busca se postra ante el azar.
De un lado a otro del paisaje, atravesado en devenir, herido en forma, sobresaltado en ausencia aquí y allá, lo que se manifiesta persigue a su manifestación.
Ahí sublime, donde muestra la Nada su sentido. Estructura de toda anunciación.
De la indefensión de la misericordia se alimenta el porvenir.
José Manuel Martín Portales
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